Los casos de trato cruel, inhumano y degradante a mujeres que se atienden en servicios de salud sexual y reproductiva de Argentina, admitido muchas veces como normal por médicos, enfermeras, obstetras y hasta por pacientes, están bajo la lupa de una red de entidades resueltas a erradicar esa práctica.
"Nuestra idea es denunciar el maltrato para que se haga visible, pero también es informar sobre las mejores prácticas de atención a las mujeres", explicó a IPS Susana Arminchiardi, investigadora del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem).
Todo comenzó a fines de 2003 con la presentación del informe "Con todo al aire", una investigación con entrevistas a decenas de mujeres de la oriental provincia de Santa Fe, cuyos testimonios revelaron "un trato que denigra incluso la humanidad" de los responsables de darlo. "Aguantá, si te gustó coger (copular) esto es menos doloroso", espetó una obstetra a una mujer con dolores de parto. O, "si te gustó el dulce, ahora aguantá". En algunos casos, las mujeres son recriminadas porque "ensucian las sábanas" o las califican de "sucias" y las obligan a asearse porque "tienen mal olor".
Las pacientes son obligadas a permanecer desnudas y sin sábanas mientras son revisadas por un médico junto a estudiantes, que les practican tacto y otros exámenes clínicos sin pedirles autorización. "Sentí rabia, vergüenza, me metieron la mano 13" personas, relató una mujer.
El informe dio lugar a la intervención de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, que convocó a actores del área de la salud para empujar un cambio en el trato. Esta modificación ya se advierte, aseguran en el Cladem. También a partir de la investigación se incorporó la materia Salud y Derechos Humanos en la carrera de Medicina.
Arminchiardi afirma que las nuevas prácticas, que se construyen desde el conjunto de los profesionales de la salud, trabajadores sociales y pacientes, son habilitar espacios en los que la mujer pueda tener intimidad y a la vez estar acompañada por un familiar, o pedir autorización para un examen con practicantes.
También se incorporó la práctica de disponer de batas, o de identificar a las mujeres por su nombre. Esta última recomendación procura dar por tierra con el hábito de llamar "mamá" o "mamita" a las mujeres embarazadas, tanto sea a las que van a parir o a las que concurren por un aborto inconcluso.
Este seguimiento fue luego tomado en otras provincias donde, con matices, el maltrato se repite. Con apoyo del Cladem y del Instituto de Género, Derecho y Desarrollo, entre noviembre de 2005 y junio de este año se realizaron jornadas en Tucumán, Neuquén, Santiago del Estero, Mendoza y Córdoba.
En todos los casos, el encuentro comenzó con una versión teatral del informe titulado "Con todo al aire". Los espectadores, en su mayoría vinculados a la salud, reconocían que esas prácticas son cotidianas, aunque muchos admitían abiertamente desconocer que esos tratos representaban violaciones de los derechos humanos.
Los seminarios contaron casi siempre con la participación de médicos, enfermeras, obstetras, trabajadores sociales, organizaciones de mujeres, académicos y funcionarios del sector salud. La occidental provincia de Mendoza fue el único lugar que ofreció sus dos mayores maternidades para el foro con el objetivo de que asista su personal.
"Prácticamente no asistieron médicos, en cambio sí hubo gran presencia de enfermeros, obstetras y trabajadores sociales que admitieron el problema", declaró a IPS la doctora Ana Maria Andia, directora del Programa de Salud Reproductiva de Mendoza y promotora del encuentro en su distrito.
"Los médicos de los hospitales son más resistentes a la capacitación y a este tipo de jornadas", a diferencia de los clínicos que atienden a la familia y, por tanto, tienen un contacto más personalizado con los pacientes y un mayor compromiso con la práctica.
Andia explicó que en Mendoza, una de las más avanzadas en los temas de salud sexual y reproductiva, no hay denuncias graves pero sí un maltrato atenuado. "Un médico, tras ver la versión teatral del informe de Santa Fe, dijo 'esto aquí no ocurre', pero hubo enfermeras que lo desmintieron enseguida", indicó.
El trato despectivo hacia la mujer que asiste a la guardia con un aborto incompleto, el llamado a la parturienta para que se controle y no grite en el momento de dar a luz, son prácticas difíciles de erradicar si no hay una reflexión acerca de esa conducta represora que se ha incorporado como natural, dicen las expertas.
"En Mendoza, hace muchos años que el legrado que se realiza para completar un aborto casero se hace con anestesia, pero sabemos que en otras provincias se sigue haciendo sin anestesia como una medida punitiva contra la mujer, para que no vuelva a abortar", aseguró Andia.
Los testimonios del informe "Con todo al aire" dan cuenta de esa práctica. "Si saben que quisiste abortar, te hacen el raspaje (legrado) en carne viva", relató una de las mujeres.
La doctora indicó que lo que se busca con estos seminarios, que se llevarán también a las maternidades del interior de su provincia, es "empoderar a las mujeres" para que conozcan y reivindiquen sus derechos y, al mismo tiempo, "invitar a los efectores de salud a reflexionar sobre la práctica", remarcó.
Para concentrar este trabajo que se viene realizando en distintos puntos del país, el Cladem lanzará a fin de este mes un observatorio en Salud, Género y Derechos Humanos, en el que se incorporarán los resultados de los seminarios, las investigaciones que se realizan en otras provincias y las mejores prácticas.
Allí estarán los trabajos del Cladem y de otras investigaciones que apuntan un trato similar a mujeres en situación de parto o aborto. Una de ellas fue realizada en la noroccidental provincia de Tucumán, donde hay centro en los que las parturientas deben compartir cama y se practican abortos sin la anestesia obligada.
Otro estudio hecho en la ciudad de Buenos Aires revela una deficiente calidad de la atención. El trabajo señala que el trato de "mamá" precede a las peores humillaciones.
"Mamá, por favor, callate!", grita un médico a una mujer que se queja en la guardia por el dolor que sufre y tiene una hemorragia, o "mamá ¿qué hiciste?", pregunta una doctora a la persona que ingresó a guardia con las secuelas de un aborto incompleto.
El observatorio será un espacio virtual en el que se pueda denunciar, pero también para conocer maneras de mejorar la atención desnaturalizando esas prácticas violatorias de los derechos humanos, aseguró Arminchiardi.