DESARROLLO-SUDÁFRICA: Reforma agraria difícil de sembrar

Sudáfrica debe abordar el hambre creciente de tierras de su población negra y, simultáneamente, evitar el camino del vecino Zimbabwe, cuya reforma agraria presuntamente concebida para revertir injusticias coloniales terminó arruinando la economía.

La reforma de la tierra de Zimbabwe implicó la confiscación de propiedades de miles de agricultores comerciales blancos desde 2000.

Aunque la minoría blanca hegemonizaba la propiedad de las tierras fértiles de Zimbabwe, el fracaso de la reforma se reflejó en el pésimo desempeño económico del país.

Cifras difundidas el 15 de septiembre por el Banco de Reservas (Banco Central) señalan una inflación de 1.200 por ciento, lo que supone el registro más elevado del mundo.

Antes de embarcarse en esa reforma de destino funesto, Zimbabwe era el granero de África austral. Ya no lo es y suele depender de ayuda alimentaria internacional. Muchas fincas fueron repartidas a amigos o seguidores del presidente Robert Mugabe, o a personas que carecían de garantías para obtener préstamos bancarios necesarios para las inversiones agrícolas.
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Namibia también está en medio de un debate sobre asuntos agrarios. Las estadísticas oficiales revelan que los blancos en ese país, alrededor de 100.000 de los 1,8 millones de habitantes, poseen 80 por ciento de la mejor tierra cultivable.

Pero funcionarios sudafricanos han desestimado las versiones de que las dificultades de la reforma —que aspira a rectificar los errores del apartheid (régimen de segregación racial institucionalizada en perjuicio de la mayoría negra que finalizó en 1994)— espantarán a los inversores extranjeros.

"No pienso que la reforma agraria en Sudáfrica tenga ningún impacto sobre los inversores extranjeros. Estamos siguiendo la misma política que nos guía desde los años 90. No es algo nuevo", dijo Dirk du Toit, viceministro de Agricultura y Asuntos de la Tierra.

Du Toit se reunió con periodistas en Nelspruit, la capital de la septentrional provincia de Mpumulanga, donde recorrió tierras cultivables. El distrito es contiguo a la frontera con Swazilandia y Mozambique.

"Algunos creen que sólo los blancos pueden practicar la agricultura. Si ellos se van, entonces la agricultura colapsará. Esta preocupación también se expresa en algunas partes de Zimbabwe", señaló en Pretoria el comisionado principal de reclamos de tierra del Departamento de Asuntos Agrarios, Tozi Gwanya.

"En Sudáfrica estamos trabajando junto a socios estratégicos que transfieren sus habilidades a los cultivadores negros. Estamos abordando la igualdad, la imparcialidad y la justicia", dijo, para luego agregar que, aunque el país no pudiera tener la mayoría de la tierra en manos negras, no estaba persiguiendo a los blancos del sector agrícola.

"En la nueva Sudáfrica tenemos suficiente espacio para todos. Si para 2014 logramos el objetivo de transferir 30 por ciento de la tierra a personas de raza negra, el resto todavía seguirá en manos de los blancos", precisó.

Pero algunos no creen que el gobierno se limite al objetivo que se planteó.

"No pararán en 30 por ciento. Nuestro cálculo es que los blancos quedarán con casi 50 por ciento de la tierra que actualmente poseen", dijo a IPS Chris Jordan, gerente de Derechos de Propiedad en la Unión Agrícola Transvaal de Sudáfrica, con sede en Pretoria, que representa principalmente a cultivadores blancos.

"Si vamos en la dirección de Zimbabwe, podemos perder a 15.000 de los 46.000 agricultores existentes para 2008 o 2010. Ese universo incluye a negros que acuden a nosotros quejándose de que sus haciendas están siendo compradas", agregó Jordan. "La presión sobre los cultivadores comerciales para que pierdan sus tierras se está volviendo extensiva", apuntó.

En septiembre, la ministra de Agricultura y Asuntos de la Tierra, Lulu Xingwana, advirtió que en febrero de 2007 el gobierno comenzaría a expropiar establecimientos rurales cuyos propietarios son blancos.

La funcionaria dio seis meses de plazo para las negociaciones que involucran la transferencia de propiedad. Indicó que, si los cultivadores comerciales se resistían a esta política, el gobierno no tendría otra opción que seguir adelante con las expropiaciones, pues el objetivo es completar la restitución para 2008.

Pretoria también fue criticada por moverse demasiado lentamente en lo relativo a la reforma agraria.

Entre 1994 y 2004, solamente 4,3 por ciento de la tierra cultivable de blancos fue traspasada a negros, según un estudio realizado el año pasado por el Centro para el Desarrollo y la Empresa, una organización de expertos con sede en Johannesburgo.

"La reforma agraria despegó lentamente porque tuvimos que instaurar la comisión (para reclamos sobre la tierra). Aunque ahora está establecida, todavía tenemos desafíos básicos que abordar", admitió Du Toit.

Aunque las ocupaciones de tierras en la escala de las efectuadas en Zimbabwe no parecen inminentes en Sudáfrica, el gobierno de este país es consciente de la necesidad de moverse lo más rápidamente posible en esta materia.

"Es del interés de la seguridad nacional que el objetivo (de 30 por ciento) sea alcanzado. Necesitamos toda la asistencia que podamos obtener de organizaciones no gubernamentales y de empresas", agregó Du Toit. "Es de interés de todos que abordemos la reforma de la tierra", añadió.

Algunos negros cuyas tierras fueron confiscadas en tiempos del apartheid se manifiestan ansiosos por recuperar sus propiedades.

Días atrás "hablé durante tres horas y me quedé sin voz, porque la gente se quejaba de que sus tierras estaban siendo expropiadas y que no estábamos haciendo nada en relación a eso", dijo Madala Masuku, que está a cargo de Agricultura y Asuntos de la Tierra en la provincia de Mpumulanga.

Poco a poco aumenta la tensión con cultivadores blancos, que permanecen armados con el pretexto de proteger su vida y sus propiedades.

"Nosotros decimos: 'primero escúchennos y, si deciden disparar, asegúrense de que la bala impacte en nosotros por la razón correcta'", subrayó Masuku, refiriéndose a las reuniones con agricultores blancos.

Gwanya señaló que él también había sido enfrentado por campesinos blancos armados mientras estaba en compañía de un ministro, al que no identificó.

"Los agricultores nos dijeron que no reconocerían al gobierno de Sudáfrica. Pero al final de las discusiones decidieron que cooperarían con las autoridades", narró Masuku. "Y ellos vendieron su tierra", acotó Du Toit.

Los productores blancos creen que la ola de asesinatos que denuncian es para sacarlos de sus tierras.

Jordan asegura que "un promedio de dos hacendados y sus peones son muertos cada semana. Unos 2.400 asesinatos de campesinos se registraron desde 1996, un tercio de los cuales eran negros", destacó.

Pero según la policía, los asesinatos no están dirigidos a los agricultores.

Para el gerente de Derechos de Propiedad en la Unión Agrícola Transvaal de Sudáfrica, la policía se equivoca.

"Tenemos experiencia en cuanto a que, cuando hay una demanda en una hacienda, los asesinatos aumentan sin que se registren robos. Desde nuestro punto de vista, es un ataque dirigido a los cultivadores blancos y a sus trabajadores para forzarlos a irse de esas tierras", opinó.

Sin embargo, donde los agricultores blancos y negros cooperan la situación es distinta. "Sólo experimento problemas pequeños, tales como reparar bombas de agua defectuosas y cercos, declaró a IPS Henry Magagula, un agricultor negro cuyo establecimiento de 37,2 hectáreas está ubicado a unos 110 kilómetros de Nelspruit.

"El año pasado coseché 2.038 toneladas de caña de azúcar y este año espero aumentar ese rendimiento", apuntó.

Magagula tomó un préstamo de 302.000 dólares en 2005 a pagar en 15 años, con el apoyo de su mentor blanco. "Crecí en el seno de una familia de cultivadores, me gusta la agricultura, pero también estoy pensando en criar pollos para que, cuando desastres naturales como las sequías golpean mi establecimiento de caña de azúcar, tenga algo en lo que respaldarme", relató.

Este campesino emplea a dos trabajadores de tiempo completo y a más de 30 peones zafrales durante las cosechas. "Cuando junte suficiente dinero quiero comprar 100 hectáreas de tierra", expresó.

La granja que posee es parte del Proyecto Siyathuthuka de Reforma Agraria, que comparte con otros seis agricultores negros.

Empero, iniciativas como ésta apenas pueden arañar la superficie de lo que se necesita.

"Unas 1.000 personas se postularon para esta hacienda, pero sólo siete fueron seleccionadas para administrarla. Estaba venida a menos, pese a lo cual nos las arreglamos para revertir esa situación", explicó Martin Slabbert, gerente de Transvaal Sugar Limited, quien ayuda a los cultivadores en materia de transferencias y negociaciones con los bancos.

En un establecimiento rural vecino llamado Proyecto Moody Blue de Reforma Agraria, compartido por el propietario blanco y tres familias negras, el administrador Rian Kotze enfatizó que el gobierno tenía que proporcionar fertilizante más rápidamente, pero no planteó muchas quejas adicionales.

"En una granja, las cosas no ocurren en dos semanas. Deben suceder el mismo día. Aparte de la demora en el suministro de fertilizante, no tenemos grandes problemas", dijo a IPS.

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