DESARROLLO-KENIA: Tragicomedia de los retretes voladores

Una letrina desborda su contenido en un espeso riachuelo infestado de gusanos a las puertas de la casa de Catherine Kithuku en Matopeni, un asentamiento irregular en las afueras de la capital de Kenia.

Menos de 10 de esas letrinas sirven a una población de 2.000 a 3.000 personas en el área donde vive Kithuku. Generalmente están encerradas en estructuras con pisos rotos de piedras, paredes de oxidadas láminas de aluminio y techos de trozos de plástico y cartón.

Poco importa entonces que muchos habitantes de Matopeni sigan usando "retretes voladores", bolsas de plástico en las cuales la gente defeca y luego lanza lo más lejos que pueda, pensando que, como caen donde no se ven, tampoco son causa de preocupación.

Un montón de bolsas atadas adornan los techos de las humildes casas de adobe, atrayendo enjambres de moscas. Algunas han estallado antes de caer, mientras otras terminan atascando el sistema de drenaje en Matopeni. Las cloacas abiertas dejan un reguero de mal olor en el tugurio.

"Esta es la tendencia debido a que no hay suficientes sanitarios para la cantidad de personas. Además, las letrinas están llenas y pasará un buen tiempo antes de que los residentes aporten dinero para contratar a alguien que las limpie", dijo a IPS Kithuku.

Otra cosa que abunda son los temores de que la insalubridad cause enfermedades.

"Hemos rezado para que no enfermarnos. Nos preocupa especialmente la estación de lluvias, cuando corren desperdicios por el drenaje hasta nuestras casas", dijo Teresia Kamene, otra residente de Matopeni. "Los niños juegan en esa agua sucia e incluso nadan en ella".

La falta de saneamiento también representa un riesgo para la seguridad de las niñas y las mujeres.

"Cuando no hay letrinas, las niñas y mujeres tienen que esperar hasta que anochezca para buscar un sitio donde defecar. Esto implica caminar bastante, a veces entre 30 y 40 metros, y pueden ser violadas o asaltadas en el camino", dijo Vincent Njuguna, un funcionario del proyecto de la Red de Agua y Saneamiento (Netwas, por sus siglas en inglés), un organismo regional con sede en Nairobi.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 2.400 millones de personas en todo el mundo no tienen saneamiento adecuado.

Hace cuatro años, los líderes mundiales reunidos en Sudáfrica, en el marco de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, prometieron reducir a la mitad la proporción de personas sin saneamiento para 2015.

¿Se han traducido estos compromisos en mejoras para personas como Kithuku y Kamene? Los avances en otro asentamiento de Nairob, Kiambiu, son motivos de esperanza.

Las letrinas destrozadas de ese barrio marginal donde viven de 40.000 a 50.000 personas, son reemplazadas por instalaciones sanitarias, cada una de las cuales tiene cuatro modernos retretes y dos baños con duchas, para hombres y mujeres.

Hasta ahora se han construido tres de estas instalaciones y se planifica una cuarta, a través de un proyecto operado por Maji na Ufanisi (Agua y Desarrollo en idioma suahili), una organización no gubernamental con sede en Nairobi.

Los residentes deben pagar el equivalente a seis centavos de dólar para usar los retretes, y tres centavos para los baños. Pese a que 56 por ciento de la población de Kenia vive con menos de un dólar por día, según estadísticas oficiales, el precio parece no haber provocado desaliento.

"Antes, había residuos humanos regados por todas partes porque no había lugar para defecar", dijo Silas Okoth, presidente del Grupo Kiambiu Usafi (Limpieza, en lengua Kiambiu).

"La gente usaba bolsas de polietileno u otros recipientes de plástico que luego botaba al sitio más lejano durante la noche. Uno corría el riesgo de ser golpeado por una de estas bolsas al ir caminando en la penumbra", agregó.

"Pero ahora, los casos de 'retretes voladores' se han reducido mucho. El sistema de drenaje está más limpio y no se atasca. Además, los brotes de enfermedades como cólera y diarrea, que eran muy comunes, ya no lo son".

Proyectos de instalaciones similares también son desarrollados en el asentamiento de Kibera, en Nairobi, uno de los más grandes tugurios de África subsahariana.

No obstante, Patrick Bondo, un organizador comunitario de Maji na Ufanisi, advierte lo mucho que falta por hacerse.

"Las instalaciones sanitarias son apenas una gota en el océano. Necesitamos al sector privado, al gobierno y a las organizaciones de la sociedad civil para trabajar juntos a fin de mejorar la vida de todos aquellos que viven en tugurios", dijo.

Opiniones similares tiene Njuguna, de Netwas. "El problema persistirá mientras la gente del campo se siga mudando a las ciudades. Esto y las políticas insuficientes para los tugurios implican que el problema no se resolverá tan fácilmente", apuntó.

Incluso el gobierno admite que no hay medidas de saneamiento claras para los tugurios.

"No hay políticas firmes que orienten la provisión de servicios en los barrios marginados, pues las autoridades creen que así legitimarían la existencia de estos asentamientos ilegales. El gobierno no quiere formalizarlos", dijo a IPS Betty Tett, asesora del Ministerio de Vivienda.

La resistencia oficial a reconocer estos barrios se refleja en las leyes que rigen el Concejo de la Ciudad de Nairobi, primer proveedor de servicios de saneamiento, que no permiten obras en asentamientos informales porque no han sido resultado del planeamiento urbano.

Grupos de defensores de derechos humanos argumentan que esas normas, algunas de las cuales datan de antes de la independencia nacional, en 1963, son obsoletas y necesitan reformas para atender las situaciones actuales.

En un gesto más constructivo, el gobierno puso en marcha el Programa de Mejoramiento de los Tugurios de Kenia (Kensup, por su sigla en inglés), destinado a abordar el saneamiento de los barrios informales. Este proyecto es operado en conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos.

Kensup, lanzado en 2004, también está destinado a la construcción de viviendas adecuadas para los habitantes de los barrios informales. Se está ejecutando en Kibera, pero se prevé extenderlo a otros asentamientos marginales.

Según datos de 2006 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, 52 por ciento de los 30 millones de habitantes de Kenia carecen de saneamiento adecuado.

* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales).

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