La guerra entre Israel y el movimiento chiita libanés Hezbolá (Partido de Dios) terminó en agosto gracias a un cese del fuego auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Pero miles de libaneses siguen muriendo por explosivos abandonados en el sur.
Entre tres y cuatro personas mueren o son mutiladas al día a causa de las bombas de racimo usadas por la Fuerza Aérea israelí durante la guerra, según un estudio divulgado el miércoles en la sede de la ONU. Este tipo de bombas tienen un dispositivo que, al abrirse, libera un gran número de miniexplosivos.
El estudio, titulado "Daño previsible: el uso y el impacto de las municiones de racimo en Líbano", señala que entre los muertos y heridos hay muchos niños y niñas menores de 16 años.
En las 72 horas previas a la entrada en vigencia del alto al fuego, el 14 de agosto, las fuerzas israelíes dispararon 1.800 bombas de racimo en el sur de Líbano, conteniendo 1,2 millones de pequeñas municiones, muchas de las cuales aún no han estallado.
"Tres días de uso indiscriminado de municiones de racimo dejaron un legado mortal en el sur de Líbano, que tomará años para ser erradicado", dijo Thomas Nash, coautor del estudio de 52 páginas y coordinador de la Coalición contra las Municiones de Racimo.
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"Debido a que no funcionan como se espera, estas bombas fallan en la gran mayoría de los casos, y quedan por lo menos un millón de pequeñas municiones sin explotar en carreteras, escuelas, pozos de agua, casas, jardines y campos", añadió.
Nash y otros activistas de la organización no gubernamental Landmine Action, que elaboró el estudio, alertaron que las bombas de racimo han afectado seriamente la vida de los libaneses, bloqueando los suministros de agua, distorsionando el trabajo para restaurar las líneas de energía eléctrica e impidiendo la remoción de los escombros.
La investigación subraya que, debido a la presencia de las municiones, la mayoría de los granjeros no han podido realizar sus cosechas en el verano boreal, y tendrán dificultades para trabajar sus tierras en invierno.
"Este estudio refleja la realidad en el terreno", dijo a IPS Justin Brady, del Departamento de Operaciones de Mantenimiento de Paz de la ONU, que sigue de cerca la situación en el sur de Líbano.
Brady dijo que la ONU, en colaboración con varias organizaciones no gubernamentales, lleva adelante operaciones de remoción de minas antipersonal en el sur libanés desde septiembre, y hasta ahora sacó más de 45.000 explosivos de racimo.
"Podríamos encontrarnos con un millón" de estos artefactos, indicó.
Alarmados por la devastación causada en la población y en el ambiente del sur libanés, Landmine Action y otros grupos de la sociedad civil lanzaron una campaña para prohibir ese tipo de armas.
La presión de la sociedad civil ya logró la prohibición de las bombas de racimo por parte de Bélgica en febrero de 2006, y ahora se llevan adelante cruzadas similares en Alemania, Austria, Francia, Holanda y Noruega.
Varios grupos también exhortaron a Gran Bretaña a detener de inmediato el uso de bombas de racimo, destruir las que tiene almacenadas y respaldar la iniciativa para una prohibición mundial.
Está prevista una reunión internacional en Ginebra el mes próximo para discutir el uso de las bombas de racimo. Activistas creen que varios países se defenderán arguyendo que las armas pueden emplearse en forma más precisa.
Mientras un gran número de naciones admiten los problemas humanitarios causados por estos explosivos, sólo Bélgica y Noruega han dejado de emplearlos.
Países clave como Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel y Rusia sostienen que el uso de bombas de racimo es legal.
Activistas responden que, si ése fuera el caso, frente al daño frecuente de estas armas en la población civil, de lo que Líbano es solamente el ejemplo más reciente, entonces la ley internacional es defectuosa.
"La afirmación de que estas armas defectuosas pueden ser usadas en una forma más precisa es una mentira. La evidencia son las casas y los olivares destruidos en el sur de Líbano", afirmó el director de Landmine Action, Simon Conway.
"Mujeres, niños y niñas mueren cada día o resultan heridos cuando intentan remover el escombro de sus casas derruidas por municiones de racimo que no estallaron cuando debieron. Si (estos explosivos) fueran otro tipo de producto, ya habrían sido retirados del mercado. Deben ser prohibidos", sostuvo.