La deforestación amazónica en Brasil se redujo en 30 por ciento en el año concluido en agosto en comparación con los 12 meses anteriores, anunció en Brasilia este jueves el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, celebrando el resultado que superó las mejores expectativas.
Se perdieron 13.100 kilómetros cuadrados de bosques amazónicos, una extensión aún preocupante, pero que "se puede conmemorar como la mejor noticia del año" porque es menos de la mitad del área deforestada dos años antes, comentó a IPS Adalberto Veríssimo, investigador del Instituto del Hombre y Medio Ambiente de la Amazonia (Imazon).
Los datos representan estimaciones del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), basadas en imágenes satelitales que permiten comparar con las mediciones hechas desde 1988, cuando la tala y las "quemadas" (incendios provocados para limpiar la tierra para la agricultura o la ganadería) se hicieron alarmantes y tuvieron repercusión internacional.
La mayor pérdida de bosques fue en 1994-1995, con 29.059 kilómetros cuadrados. La reducción de los años siguientes no se sostuvo, y las cifras volvieron a subir en esta década hasta los 27.429 kilómetros cuadrados del período 2003-2004.
La Amazonia brasileña ya perdió casi 700.000 kilómetros cuadrados de bosques, lo que equivale a 17 por ciento de la superficie boscosa total, pero también dos veces el territorio de Alemania.
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"Ojalá la tendencia actual sea sostenida", dijo Veríssimo, recordando las "reducciones claras" de los dos últimos años, ya que en 2004-2005 la deforestación ya había caído 31 por ciento.
Los datos divulgados por el presidente Lula sorprendieron positivamente también porque a inicios de agosto el Ministerio de Ambiente había adelantado una estimación de 16.700 kilómetros cuadrados deforestados desde igual mes de 2005, con una reducción de solo 11 por ciento en relación al año anterior.
El INPE ofrece dos sistemas para monitorear la tala amazónica. El de Detección en Tiempo Real, de menor resolución y más frecuencias, es usado para orientar las acciones del Plan de Prevención y Combate a la Deforestación de la Amazonia. Su empleo para estimar la superficie efectivamente deforestada, como hizo el Ministerio, puede generar grandes distorsiones.
El otro sistema, Proyecto de Monitoreo de la Deforestación de la Amazonia Legal, es más lento pero ofrece datos más precisos, los divulgados este jueves, cuyo margen de error es de 10 por ciento, señaló el INPE. Se trata de una estimación basada en 34 imágenes que cubren áreas donde se registraron dos tercios de la deforestación del año anterior, explicaron sus técnicos.
"Confío en el INPE", la reducción divulgada está "dentro del radio de posibilidades", opinó el investigador de Imazon, organización no gubernamental que acompaña permanentemente el tema y ha desarrollado su propia metodología para estimar la deforestación.
Veríssimo, experto en actividades madereras, "esperaba (la pérdida de) un área cercana a 15.000 kilómetros cuadrados", algo superior a la divulgada. El resultado se debe tanto a políticas públicas adoptadas por el gobierno central y algunos estaduales, como a la crisis del agronegocio exportador, evaluó.
Se intensificó el combate a la deforestación ilegal, con movilización de policías, la Fiscalía y la prensa, y la adhesión del gobierno del occidental estado de Mato Grosso, el de mayor tala de árboles, reconoció el especialista. Además, el gobierno central creó extensas áreas de conservación y aprobó la Ley de Gestión Forestal, que permite la explotación controlada de tierras públicas, conteniendo la especulación inmobiliaria asociada a la devastación de bosques.
La caída de los precios de exportación de productos agropecuarios, especialmente de la soja, trabó el avance de la frontera agrícola en la Amazonia y por ende la tala. El temor de Veríssimo es que una recuperación del mercado agrícola invierta la tendencia.
"La deforestación cero es utopía", pero reducirla a la mitad de la superficie talada este año, entre 5.000 y 7.000 kilómetros cuadrados, sería razonable, opinó. Para cumplir tal meta sería necesario un estímulo, como la remuneración de "los servicios ambientales" que implica frenar el corte de árboles.
Brasil, sus instituciones gubernamentales y el sector privado están contribuyendo con su esfuerzo a contener la emisión de gases que recalientan el clima terrestre en favor de todo el mundo, pero "sin compensaciones", sostuvo Veríssimo, apoyando la propuesta brasileña de crear un fondo voluntario, en el ámbito de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, para beneficiar a países en desarrollo que reduzcan su deforestación.
Al anunciar los datos del INPE, Lula criticó a los países ricos que quieren interferir en la situación amazónica y no cumplen con el Protocolo de Kyoto sobre Cambio Climático, que fija metas de reducción de los gases del efecto invernadero, como el dióxido de carbono, el óxido nitroso y el metano, para el Norte rico. La soberanía brasileña sobre la Amazonia "es incuestionable", declaró.
El mandatario destacó que la policía detuvo este año a 379 personas por delitos ambientales en la Amazonia, 71 de las cuales eran funcionarios del instituto que opera como la autoridad ambiental brasileña.
El plan de combate a la tala amazónica involucra a 13 ministerios, además de las Fuerzas Armadas, recordó Lula, defendiendo un "desarrollo más limpio" para la región en la que viven 25 millones de los 187 millones de brasileños.