Líbano va camino a convertirse en la tercera nación de Medio Oriente, junto a Iraq y a la Autoridad Nacional Palestina, que acumula una gran deuda externa para cubrir los gastos de reconstrucción luego de sufrir una guerra respaldada por Estados Unidos, señalaron activistas.
Una conferencia de donantes celebrada el jueves en Estocolmo terminó con promesas de ayuda por más de 940 millones de dólares para reconstruir a Líbano, luego de 33 días de bombardeos israelíes sobre infraestructura civil.
Israel atacó el sur libanés en respuesta al secuestro de dos de sus soldados por parte del movimiento chiita prosirio Hezbolá (Partido de Dios).
Más de 1.100 libaneses murieron en el conflicto, una tercera parte de ellos niños y niñas. Más de un millón de personas fueron desplazadas.
Cifras oficiales estiman que la primera fase de las tareas de reconstrucción costará 2.500 millones de dólares. La lista de daños incluye 150 puentes destruidos y un derrame de 15.000 toneladas de petróleo que contaminó 140 kilómetros de costa sobre el mar Mediterráneo.
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Unas 60.000 viviendas fueron dañadas o destruidas en la guerra, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
La Organización de las Naciones Unidas señaló que, desde que entró en vigor el cese del fuego el 14 de agosto, el regreso de cientos de miles de personas a sus hogares se ha visto obstaculizado por la artillería sin explotar que ha quedado en el territorio, sobre todo pequeños explosivos propagados por las bombas de racimo.
Removerlos implicará un importante gasto a largo plazo para el gobierno libanés.
Antes de la conferencia, Beirut había adelantado que necesitaría por lo menos 540 millones de dólares para lograr una recuperación del país a corto plazo.
El jueves, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo que se podrían necesitar por lo menos 3.500 millones de dólares solo para la reparación de la infraestructura.
"Hemos escuchado estimaciones preliminares de unos 3.500 millones de dólares, a lo que se le debe añadir el impacto del masivo desplazamiento de la población, el éxodo de muchos profesionales y las posibles bancarrotas en el sector privado", señaló en un comunicado la representación del FMI en la reunión de Estocolmo.
Beirut no tendrá otra salida que apelar a préstamos internacionales y la ayuda de donantes por mucho tiempo. Esto afectará severamente su economía a largo plazo, alertaron analistas.
Datos del Banco Mundial indican que Líbano ya tenía una deuda abultada antes de la guerra, de unos 22.200 millones de dólares. Para un país con solo 3,5 millones de habitantes, y el más pequeño del mundo árabe, es una suma colosal.
"Lo que ya era una situación difícil se hizo más precaria por el conflicto. La deuda del gobierno representaba 175 por ciento del producto interno bruto a fines de 2005, uno de los más altos porcentajes del mundo. El conflicto hizo que las cosas empeorarán aun más", indicó el FMI.
Los principales acreedores de Líbano son Arabia Saudita y Francia. Ambos países han impulsado una serie de políticas neoliberales en Beirut que han llevado a la privatización de oficinas públicas y, según críticos, fortalecido a elites locales y compañías extranjeras a expensas de las clases media y baja.
El Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (Cadtm), con sede en Bélgica, señaló que, en 2004, Líbano pagó 4.400 millones de dólares en servicios de su deuda externa, y advirtió que los nuevos préstamos significarán más presión de parte de las naciones ricas y de instituciones financieras internacionales como el FMI.
"Esto implicará otro aumento en su deuda y nuevas medidas económicas de ajustes estructurales que la acompañan", señalaron Éric Toussaint y Damien Millet, del Cadtm, en un breve estudio sobre las nuevas necesidades de Beirut.
"Por lo tanto, el pueblo libanés va a tener que pagar muy caro en los próximos años por las consecuencias de esta guerra librada por Israel en violación de tratados internacionales", añadieron.
Es lo mismo que vivió Iraq: Estados Unidos invadió y destruyó su infraestructura, sólo para que compañías privadas se aprovecharan de los subsiguientes esfuerzos de reconstrucción, afirmaron.
"Los libaneses primero pagaron con sus propias vidas, perdiendo a sus amados, sufriendo la destrucción de sus hogares, sus propiedades y su infraestructura. No deben pagar por segunda vez atravesando una sangría de recursos para la reconstrucción", indicaron.