La guerra contra el terrorismo de Estados Unidos, lanzada hace cinco años como represalia a los atentados contra Nueva York y Washington, se transformó principalmente en un embate contra las minorías, según una organización defensora de derechos humanos.
"Demasiado a menudo, la guerra contra el terrorismo se libró a expensas de los derechos humanos", dijo Mark Lattimer, director ejecutivo del Minority Rights Group International (Grupo Internacional por los Derechos de las Minorías).
En la mayoría de los casos, señaló el grupo con sede en Londres, los miembros de comunidades minoritarias fueron tomados como blanco, muchas veces sufriendo en silencio a causa de es estatus.
Las personas elegidas como parte de la elaboración del perfil a controlar como sospechoso, tanto por parte de Estados Unidos como de otros gobiernos de Occidente, incluyen a los musulmanes, sijs, pakistaníes y árabes así como a los que presentan aspecto de residir en Medio Oriente o en el sudeste asiáticos en general.
Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos, como Gran Bretaña, España y Holanda, vieron que las leyes antiterroristas alimentan las violaciones de los derechos de comunidades minoritarias de musulmanes, asiáticos, norafricanos y medioorientales, afirmó Lattimer.
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Los musulmanes y sudasiáticos en general residentes en estos países, destacó, a menudo se sienten aislados, lo que potencialmente conduce al aumento de las simpatías con grupos extremistas, al silenciamiento de las voces moderadas y a las desventajas para los derechos femeninos.
Michael Ratner, presidente del Centro para los Derechos Constitucionales, con sede en Nueva York, dijo que el gobierno de ese país, de George W. Bush, recibió un pase libre para muchas de sus iniciativas antiterroristas, que violan los derechos civiles y apuntan a las minorías.
Ratner declaró que, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, hubo redadas de musulmanes no ciudadanos de ciertos países, interrogatorios de miles de musulmanes jóvenes y el fallido juicio penal a muchos hombres a los que se acusaba de terroristas por profesar la fe islámica.
"Para el gobierno de Estados Unidos y para algunos otros, un factor clave que conduce a un arresto es la religión o el origen nacional del supuesto sospechoso", dijo Ratner a IPS.
En Estados Unidos, muchos perciben a los musulmanes como "los otros", lo que les permite ser tratados inhumanamente sin que haya protestas masivas, opinó.
Es difícil imaginar a miembros de la mayoría no musulmana entregada a otros países para ser torturados, enviados a sitios secretos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o al centro de detenciones en la bahía de Guantánamo, el enclave estadounidense en la isla de Cuba, o juzgados por comisiones militares, continuó.
Tristemente, alegó Ratner, Estados Unidos, que se erigía en líder en la garantía de la igualdad de todos ante la ley, ha demostrado ser lo contrario, pues la fe musulmana y el país de origen son factores que pueden conducir a sospechas y a la cárcel.
"Ocurrió algo similar en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando acorraló a los japoneses, pero no hizo lo mismo con los de ascendencia alemana o italiana. Se pensó que Estados Unidos aprendió una lección de ese ejemplo, pero no lo hizo", agregó.
Norman Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy (Instituto de Precisión Pública), dijo a IPS que no hay duda de que muchos gobiernos explotaron el eslogan de la "guerra contra el terrorismo" para intentar justificar una multitud de pecados contra los derechos humanos básicos.
El gobierno de Bush lideró el camino en la materia, "estableciendo un ejemplo horrendo, así como también guiñando el ojo, asintiendo y apoyando activamente a regímenes que repiten el mantra de la guerra contra el terrorismo como fachada para la violación de los derechos humanos", sostuvo Solomon.
También expresó que las conclusiones del informe del Minority Rights Group International suenan verdaderas, especialmente porque, en la dinámica del poder dentro de muchos países, las minorías raciales, religiosas y étnicas suelen padecer discriminación crónica y exclusión social.
Los regímenes opresivos buscan retener y expandir el poder que radica en las desigualdades económicas y políticas, que a menudo corren en paralelo al racismo, el prejuicio étnico y a la eliminación religiosa, comentó el autor de "War Made Easy: How Presidents and Pundits Keep Spinning Us to Death" ("La guerra hecha fácil: Cómo los presidentes y expertos siguen llevándonos a la muerte").
"La agenda global de Washington tiene que ver con el poder económico, el dominio militar y el posicionamiento geopolítico. Como un adaptable paraguas de retórica, la guerra contra el terrorismo brinda un magnífico refugio para lo que Martin Luther King llamó 'la locura del militarismo'. Y, por supuesto, todas clases de ataques horribles sobre los derechos humanos son normalizados en el proceso", añadió.
En una declaración escrita difundida este viernes, el Minority Rights Group International dijo que, desde el 11 de septiembre de 2001, los gobiernos utilizaron cada vez más la guerra contra el terrorismo para tomar como blanco a las minorías, particularmente étnicas y religiosas, y adoptar medidas drásticas que atentaron contra sus derechos.
Los últimos cinco años también fueron testigos de la errónea estigmatización de comunidades minoritarias como terroristas, agregó.
Lattimer afirmó que el uso indiscriminado o cínico del término "terrorismo" también está criminalizando y reprimiendo a grupos minoritarios.
Demasiado a menudo, minorías enteras son etiquetadas como terroristas, añadió, en lugar de que una cooperación internacional efectiva se enfoque en organizaciones tales como la red Al Qaeda, liderada por el saudita Osama bin Laden.
Minority Rights Group International puntualizó que la guerra contra el terrorismo también proporcionó una fachada conveniente para que muchos países evadieran sus obligaciones en materia de derechos humanos y se comprometieran más fácilmente en ataques contra minorías.
En muchos lugares de América Latina, el término "terrorista" reemplazó a "comunista" como medio de justificar la suspensión de los derechos básicos de minorías, como los indígenas, y evitar un diálogo sobre temas tales como la tierra y los recursos, resaltó la organización.
Países como China, que no tienen un problema de terrorismo visible, usaron las leyes dictadas para combatirlo para reprimir a las minorías, incluyendo a musulmanes uyghur, tibetanos y mongoles.
Según el Minority Rights Group International, en la mayoría de los casos las leyes antiterroristas apuntaron a minorías musulmanas y resultaron en un aumento de los arrestos arbitrarios, detenciones sin cargos o juicios y torturas de miembros de estas comunidades.
Gran Bretaña es uno de los varios estados europeos que cooperaron en la entrega de sospechosos arrestados sin cargos a países donde pueden ser sometidos a torturas y otras violaciones de los derechos humanos.
Consultado sobre cuál es su parte en la guerra contra el terrorismo, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan, dijo el jueves: "Déjenme decir que la posición del foro y la mía propia han sido muy, muy claras. En la lucha contra el terrorismo, debemos ser muy cuidadosos de no erosionar los derechos humanos y las libertades civiles".
"No creo que haya o que pueda haber concesiones entre la efectiva lucha contra el terrorismo y la protección de las libertades civiles", apuntó.
"Si, como individuos, se nos pide que abandonemos nuestras libertades y derechos humanos para la protección contra el terrorismo y nosotros lo hacemos, al final, ¿tenemos protección?", se pretuntó.
"Pienso que necesitamos ser cuidadosos de no debilitar los derechos humanos y las libertades civiles en esta lucha contra el terrorismo porque, si lo hacemos, estamos entregándoles a los terroristas una victoria que ellos no pueden ganar por sí mismos", concluyó Annan.