Borgoña ya no es sinónimo de vinos y paisaje colorido para los agricultores de esta región de Francia, ahora devastada por la langosta Calliptamus italicus. Pero este daño no es la única consecuencia del cambio climático que experimenta el país.
El origen de esa langosta es Italia, pero ahora Francia sería su residencia estival, este año más que otros.
"Este verano la langosta italiana atacó todo lo verde que hay en Borgoña, pero también flores, maizales y aun ortigas", dijo a IPS el director Bernard Lacour de la federación regional de agricultores.
El director de la agencia para la protección de vegetales, Jean-Claude Richard, señaló que los agricultores observan una "proliferación espectacular de la Calliptamus italicus en varias áreas de Borgoña y la consiguiente masiva destrucción de jardines, praderas y campos".
Los ambientalistas aseguran que el recalentamiento global es responsable del movimiento de la langosta hacia el norte, de Italia a Francia, y más al sur.
La plaga italiana se desplazó a Borgoña "a causa del calor extremo, los veranos secos y los inviernos largos y fríos que tuvimos en los últimos años", comentó a IPS la entomóloga Monique Prost del Museo Científico de Dijon, en el centro de Borgoña.
"Este año, ya en primavera, las temperaturas fueron más cálidas de lo normal y la larva de la langosta pudo desarrollarse bien", explicó.
El clima "redujo la mortalidad normal de la larva produciendo una explosión demográfica de insectos", añadió.
El experto en ortópteros Jean-François Duranton, del Centro de Cooperación Internacional de Investigación Agronómica para el Desarrollo, con sede en Montpellier, confirmó el análisis de Prost.
"Esta plaga es un buen indicador del desequilibrio ecológico causado por el recalentamiento global. Me temo que a menudo veremos en el futuro este tipo de proliferaciones debido al clima más cálido y seco", indicó.
Duranton considera que el riesgo de la proliferación de langostas y su migración en busca de un nuevo hábitat tiene tres aspectos.
"Mientas que esa plaga se expande por todo el mundo, los expertos afirman que los saltamontes y grillos son especies en peligro de extinción. En tercer lugar, la investigación ecológica en asuntos relacionados a estos fenómenos no es una prioridad en la agenda internacional", sostuvo.
El especialista explicó que la plaga de la langosta del desierto golpeó a muchos países en el periodo 1998-1999 y otra vez en 2004, desde Marruecos, Mauritania y Senegal, en África occidental, a Egipto y Arabia Saudita, más al este.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informó que el valor de los cultivos destruidos por estos insectos asciende a unos 3.000 millones de dólares.
Actualmente, los agricultores franceses se enfrentan con muchas otras plagas inusuales además de la langosta italiana.
En la región de Bretaña, en la costa atlántica, las algas marinas locales "goémon" (en francés, pertenecientes a los géneros Fucus y Ascophyllum) están desapareciendo. Esas plantas se consideran vitales para el ecosistema marino de la región.
"Las rocas de la costa, donde las algas solían ser abundantes, están peladas", dijo a IPS Auguste Le Roux, investigador jubilado que trabajó en la estación de investigación marina y biológica situada en la isla Bailleron, en el golfo de Morbihan.
El biólogo Sylvain Chauvaud utilizó imágenes satelitales para mostrar cómo desaparecen las algas. Descubrió que "en muchos lados desapareció más de 65 por ciento de las goémon", dijo a IPS.
El biólogo marino Patrick Le Mao del Instituto de Investigación Marina Francés señaló que el recalentamiento global está detrás de este cambio. "El agua de mar es ahora más cálida que hace un par de años y eso mata a las algas Fucus y Ascophyllum", sostuvo.
La mayor calidez del agua también estimula el surgimiento de otra flora marina que reduce la luz, esencial para el desarrollo de la goémon. "También crecen más que antes algunos moluscos que se alimentan de flora marina, por lo que el mayor consumo provoca su desaparición", indicó Le Mao.
La desaparición de la goémon representa un peligro para la biodiversidad marina local, porque son algas fundamentales para la compleja cadena alimenticia que involucra a un gran número de especies sobre las que hay un gran interés económico, explicó Le Mao.
"Aun si es difícil establecer un vínculo claro entre ambos fenómenos, hay una larga cadena de cambios que afectan el ambiente de Bretaña", indicó.
También preocupan los cambios que se observa en los bosques franceses. El clima más cálido de los últimos años provocó la descomposición de árboles como el álamo, el roble y la haya, según el departamento forestal del Ministerio de Agricultura de Francia.
Jean-Luc Dupouey, director del Laboratorio de Ecología y Fisiología Forestal del francés Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas (INRA), indicó que los árboles pueden adaptarse a los cambios climáticos, pero sólo hasta cierto punto.
"En época de sequía, los árboles pueden regular su consumo de agua cerrando sus estomas, para reducir el intercambio con el ambiente, o perder prematuramente sus hojas", explicó a IPS Dupouey.
"Este tipo de adaptación permite a los árboles tolerar las dificultades impuestas por el clima y así prolongar su vida". Pero no pueden resistir si las crisis son demasiado frecuentes, agregó.
"Si las sequías se repiten todos los años, los árboles gastan sus reservas de carbono y, a largo plazo, mueren porque agotan su propio capital biológico que no se renueva todos los años", detalló.
Además, ese tipo de adaptación a los cambios ambientales tiene en el largo plazo consecuencias globales. "Al cerrar sus estomas, los árboles reducen su consumo de carbón y así merman su captación de gases invernadero, tal como el dióxido de carbono", señaló Dupouey.
El Ministerio de Agricultura declaró que los bosques franceses redujeron su captación de gases invernadero en más de 30 por ciento en los últimos años.