Una revolución química verde recorre el mundo y promete ser rentable al tiempo de disminuir riesgos de desastres ambientales como el trágico escape de gas de 1984 en Bhopal, India, que dejó millares de muertos.
La "química verde" ya convirtió maíz en plástico biodegradable, desarrolló solventes no tóxicos y redujo drásticamente los contaminantes derivados de la manufactura de fármacos tan populares como el ibuprofeno.
También es vital para producir los nuevos automóviles eléctricos de Toyota, fabricados parcialmente con base en un cultivo de rápido crecimiento llamado kenaf (Hibiscus cannabinus L.).
"La química verde tiene que ver con desarrollar nuevos productos y procesos que cumplan con el concepto de 'triple balance' en una empresa, es decir, medir los resultados en términos económicos, ambientales y sociales", dijo en entrevista Robin Rogers, investigador y director del Centro para la Manufactura Verde, de la Universidad de Alabama.
Casi todas las manufacturas involucran procesos químicos. Pero, en la última década, algunos científicos repensaron cómo elaborar estos productos sin tener que usar materiales tóxicos ni generar desechos contaminantes.
Este tipo de química más limpia no trata de maquillar de verde a viejas tecnologías, sino que es parte fundamental de nuevas tecnologías que funcionan mejor, son más baratas, consumen menos energía y contaminan menos a lo largo de su ciclo vital, dijo Rogers.
"Considero que esto es una 'Revolución Tecnológica Verde', para equipararla con la imagen de la Revolución Industrial", señaló.
Hace poco, Rogers y sus colegas desarrollaron un nuevo modo de disolver y usar la celulosa —que se encuentra en las paredes celulares de las plantas— que ayudará a concretar el reemplazo de plásticos basados en petróleo, que son caros y tóxicos, por materiales vegetales.
Los países, incluyendo a los pobres, que implementen una química verde serán globalmente competitivos y aumentarán su participación en el mercado porque la tecnología es más barata y mejor, dijo Rogers.
"La Fundación Nacional China para las Ciencias Naturales ya financia unos 100 proyectos de química verde", ejemplificó.
La química verde es un asunto internacional porque las emisiones contaminantes pueden tener un impacto global, dijo Kenneth Seddon, profesor de química en la Universidad de Queen, en Irlanda.
En 2005, un derrame de benceno en China contaminó el suministro de agua de millones de personas y luego se desvió hacia Rusia, a lo largo del río Songhua, recordó Seddon en entrevista.
En 2004, la empresa DuPont acordó pagar hasta 600 millones de dólares por daños ambientales causados por la producción de teflón y Gore-Tex. General Electric tardará años y gastará decenas de millones de dólares para limpiar los bifenilos policlorados (PCB) —compuestos altamente cancerígenos— que vertió en el estadounidense río Hudson.
En 1984, un escape accidental de 40 toneladas de metil isocianato de una planta de la química estadounidense Union Carbide en la central localidad india de Bhopal mató a por lo menos 15.000 personas y afectó a entre 150.000 y 600.000 más.
Esa firma, que ahora pertenece a Dow Chemical Company, acordó pagar 470 millones de dólares en indemnizaciones, aunque pasaron años para que la mayoría de las víctimas las cobraran.
Evitar la contaminación es un motivo para que los países en desarrollo se aboquen a una química verde. Otro es que esos países nunca podrán costear los cada vez más caros petroquímicos, opinó Martyn Poliakoff, de la británica Universidad de Nottingham.
Poliakoff trabaja con químicos de Etiopía, junto con la firma Procter & Gamble, para intentar convertir bolsas de plástico blanco derivadas de caña de azúcar local en alimento para vacas.
"Etiopía no tendría que importar petróleo para hacer plástico, y las vacas podrían comer las bolsas cuando éstas son tiradas", dijo Poliakoff.
La química verde a menudo conlleva menores costos, incluyendo la reducción o eliminación de los gastos derivados de la eliminación de los desechos tóxicos, y también disminuye los impactos ambientales, todo lo cual volverá a las empresas más competitivas, acotó Seddon.
"A la industria le gusta el concepto, pero investigaciones gubernamentales y académicas todavía tienen que captar todo su potencial", agregó.
Multas, sanciones financieras y regulaciones más severas guiaron el interés de la industria química hacia procesos menos tóxicos, pero la nueva tecnología se adoptó lentamente, dijo Philip Jessop, químico investigador de la Universidad de Queen en Canadá. "Una razón es el costo de reelaborar los procesos industriales existentes y, hasta hace poco, la ausencia de ejemplos exitosos a gran escala por parte de las empresas. Ahora las compañías ven que pueden ahorrar una gran cantidad de dinero", explicó.
Para producir uno de sus medicamentos más populares, el gigante farmacéutico Pfizer redujo un complejo proceso de cuatro pasos, que producía desechos tóxicos, a uno solo que utiliza etanol y ahorró millones de dólares, destacó.
Otros grandes laboratorios hicieron cambios similares en sus procesos de manufactura, ahorraron millones de dólares y ahora ganan premios de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
La química verde no es más compleja que la tradicional, pero implica adoptar un enfoque diferente, considerando la toxicidad de los materiales y sus derivados a la hora de desarrollar un nuevo proceso químico, dijo Jessop.
Jessop y sus colegas de la Universidad de Queen recientemente revelaron un nuevo proceso para separar agua del crudo que es barato y amigable con el ambiente. Tiene el potencial de reducir la toxicidad de actuales métodos de refinación, así como disminuir el uso de agua en la producción de petróleo a partir de las arenas alquitranadas de Canadá, aseguró.
La contaminación derivada de la producción de teflón por parte de DuPont también fue solucionada repensando cómo se juntan las moléculas que constituyen el teflón. Ahora la firma usa dióxido de carbono como surfactante, en vez del tóxico ácido perfluorooctanoico.
Una red global de defensores de la química verde desarrolló 12 principios, el primero de los cuales estipula que "es mejor impedir los desechos que tratarlos luego que fueron creados".
Como casi todos los productos químicos actualmente proceden de fuentes petroquímicas, los futuros expertos no solamente tendrán que ser formados en los 12 principios, sino también en cómo comprender la diferente composición química de las plantas y otros seres vivos, indicó Jessop.
"Los libros de texto comunes sobre química dedican poca atención a la variante verde, y todavía se cree erróneamente que es más cara o inefectiva. Necesitamos pasar rápidamente a enseñar química verde en países en desarrollo", enfatizó.
Rogers coincidió, diciendo que es importante ayudar a impedir que los países en desarrollo "cometan los errores ambientales del pasado, adoptando tecnologías más nuevas y más limpias".
La química verde intenta hacer al planeta más limpio, más seguro y más redituable, concluyó Seddon. "Es la conciencia de la química".
* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales). Publicado originalmente el 23 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.