Los curanderos de Serbia no sólo no logran la prometida recuperación de la salud sino que en algunos casos llevaron a la muerte a su paciente, a raíz de lo cual ahora se alzan voces contra la gran proliferación de estos practicantes ilegales de la medicina.
La esposa del técnico Marko Radevic y la del conductor de camiones Zoran Vojnovic, ambas enfermas de cáncer, murieron las semanas siguientes a injerir unos brebajes preparados por un herborista de Belgrado.
A Marica Nedeljkovic le tuvieron que amputar la pierna tras haber sido tratada de cáncer de piel por un curandero, en la meridional ciudad de Pirot. Un adolescente de 15 años tuvo que ser hospitalizado en la occidental ciudad de Sabac luego de que un conocido "fijador de huesos" tratara de curarle la rodilla.
Docenas de personas visitan a diario la oriental ciudad de Smederevo para ingresar al "círculo de Najdan", un espacio pintado de blanco, en un polvoriento terreno, donde esperan obtener "energía positiva" para seguir adelante con sus vidas.
"No es obligatorio dejar dinero, pero si lo desea, puede hacerlo", se lee en un cartel del lugar. Muchos de esos curanderos ganan cientos de dólares por unas pocas visitas.
Cuando la policía allanó los fastuosos locales de estos sanadores encontró pruebas de las contribuciones financieras de miles de pacientes, que van desde los 50 dólares hasta miles. Algunas de esas colaboraciones databan de hace una década.
"La legislación prohíbe estrictamente la práctica de la medicina a personas sin credenciales", dijo a IPS Ana Milosevic, portavoz de un tribunal de Belgrado.
"Es muy fácil saber quién está habilitado, sólo los que tienen un título de medicina. También es muy fácil poner en prisión a los charlatanes, para lo cual sólo hay que denunciarlos a la policía, pero muy pocos lo hacen".
La policía de Belgrado dice que muchas veces no se denuncian los casos de fraude.
"En cuanto algo feo sucede, la gente se da cuenta de la flagrante extorsión", señaló una fuente policial. "Algunos temen que sus amigos se rían de ellos, otros prefieren pensar que, quizá, otro sí los pueda ayudar. Pero el denominador común es que siguen pagando grandes cantidades de dinero a los estafadores", apuntó.
Periodistas serbios que visitaron varias ciudades grandes del país, desde la septentrional Novi Sad hasta la meridional Nis, descubrieron que no hay casi ningún lugar donde la gente no hable de milagrosos herboristas, populares "fijadores de huesos" o de alguna mujer que prepare pociones mágicas para la infertilidad.
La policía dice que las leyes contra los autoproclamados curanderos son muy débiles. El máximo castigo por "suministro no autorizado de servicios de salud" y "producción de supuestas substancias tratantes sin la debida autorización" se redujo de cinco a dos años bajo la nueva normativa, vigente desde enero de 2006.
En los últimos dos años, dos personas fueron condenadas de 16 a 20 meses de prisión por práctica ilegal de la medicina. No existen estadísticas anteriores en Serbia.
Uno de los acusados es un médico de la meridional ciudad de Nis, quien se atribuía la capacidad de tratar la enuresis nocturna, la epilepsia y varios miedos mediante la hipnosis.
La segunda persona es Zorka Pucar, conocida en todo el país como "la clarividente Zorka". Además de adivinar el futuro, trataba problemas maritales prescribiendo recetas, como la de hervir llaves oxidadas en la sopa, para el cónyuge infiel.
"Las personas se inclinan por métodos no tradicionales cuando la medicina no ayuda", dijo a IPS el jefe del departamento de Oncología del hospital de Belgrado, Vladimir Kovcina.
"La mayoría está desinformada y no sabe qué enfermedades se pueden curar y cómo. Esto da lugar a que los autoproclamados 'doctores' hagan fortuna aprovechando la desgracia ajena", precisó.
Vecinos hechiceros, adivinadores y todas sus variantes están prosperando en el país. Hacen publicidad en los diarios locales y en la televisión atrayendo a miles de clientes. Muchos concretan negocios gracias a Internet.
"Todo ser humano tiene cierta tendencia a las expectativas irreales", escribió la psicóloga Tijana Mandic, en un diario de Belgrado. "Es una forma de escapar de la cruda realidad, el dolor y la pobreza. Consultar a hechiceros les ayuda a creer que la vida y la salud pueden ser mejores, a pesar de todas las dificultades", explicó.
Esa razón parece tener poca influencia en mucha gente.