PENA DE MUERTE-PAKISTÁN: Cómo revocar una sentencia

El 1 de septiembre es la fecha en que el británico Mirza Tahir Hussain tiene agendada su cita con la horca. En los últimos 18 años, afrontó siete juicios. El presidente Pervez Musharraf rechazó su ruego de clemencia. Él asegura ser inocente.

Su hermano, Amjad Hussain, espera que un milagro salve a Tahir, a quien se acusa de robar y matar a un taxista en 1988, cuando tenía 18 años.

Amjad jamás perdió la esperanza. "¡Nunca! Me esfuerzo para que esto llegue a buen término y confío en Dios. Lo apoyaré sin importar cuáles sean los obstáculos e iré hasta los confines de la Tierra para salvar su vida", escribió Amjad en un correo electrónico a IPS.

"Es una larga pesadilla que parece nunca terminar para la familia", continuó Amjad, quien sólo pudo visitar cuatro veces en la cárcel a su hermano menor, hoy de 36 años. La última vez, hace dos meses, sacudió a Amjad.

"Tahir pasó por el infierno y murió muchas veces, dado el tormento. Envejeció rápidamente, está lleno de canas y luce como un anciano", relató.
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"Nuestras vidas están en compás de espera. Esto nos afectó física, psicológica y financieramente. Las cicatrices emocionales son profundas. Mi padre murió de pena hace tres años; tenía el corazón roto. Y mi madre llora todo el tiempo. Su angustia me resulta insoportable".

El ahorcamiento de Tahir Hussain, un musulmán británico de la ciudad de Leeds que también tiene ciudadanía pakistaní, fue postergado dos veces —primero en junio y luego en agosto— para darle más tiempo a su familia para salvar su vida.

Mientras, aumenta la presión internacional para que el presidente Pervez Musharraf conmute la condena a muerte por una de cadena perpetua.

Según informes de prensa, Musharraf pidió a las familias del acusado y del fallecido hallar una solución, de acuerdo con la ley islámica (shariá), que prevé una compensación a pagar por la familia del condenado.

En los últimos días, dos concejos locales integrados por eruditos, líderes religiosos y ancianos se reunieron para apelar a la piedad de la familia del taxista. Sohbat Khan, tío del conductor, dijo que eso no es posible.

"¿Por qué los varios medios de comunicación e incluso funcionarios se interponen en el camino de la justicia? ¿Por qué no pueden aceptar el fallo de la Suprema Corte? ¿No pueden sentir nuestro dolor?", se preguntó Sohbat Khan, entrevistado por teléfono. "Podemos ser pobres, pero también tenemos corazón. ¿Por qué nos niegan justicia?".

El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, se interesó personalmente en el caso. Altos funcionarios británicos, incluida Hilary Benn, secretaria para el Desarrollo Internacional, así como la secretaria del exterior Margaret Beckett, elevaron pedidos de clemencia a Musharraf.

Organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional, la Comisión Islámica de Derechos Humanos y Human Rights Watch condenaron la sentencia de muerte de Tahir Hussain.

En los últimos 18 años, la familia del taxista solamente reclamó la ejecución y se negó a recibir una compensación, admitida bajo la ley islámica y pakistaní, aunque la familia de Tahir Hussain les ofreció unos 33.500 dólares.

La idea de concederle el poder de vida o muerte a la familia del difunto no tiene sentido para Amjad, criado en Leeds, 200 kilómetros al norte de Londres.

"Pienso que es repulsivo entregarle la vida de cualquier persona a miembros de una familia para que ellos la linchen o la indulten. Las familias nunca pueden hacer un juicio sano, dadas las pasiones abrumadoras involucradas en esos casos. ¿Por qué existen tribunales, magistrados y leyes?", planteó.

Además, activistas de derechos humanos señalan que las leyes de compensación son discriminatorias porque favorecen a los ricos.

En diciembre de 1988, cuando tenía 18 años, Tahir Hussain viajó a Pakistán para ver la aldea de su familia, Bhubar, en el distrito de Chakwal.

Durante el trayecto hacia ese pequeño poblado, según Tahir Hussain, el taxista, Jamshed Khan, detuvo el vehículo e intentó atacar física y sexualmente a Hussain apuntándole con un arma.

La refriega continuó y el arma se disparó, matando al conductor.

Hussain, quien estuvo en Pakistán un solo día, se sentó al volante y condujo hasta la primera estación de policía que pudo hallar, entregó el arma y relató el episodio. Fue arrestado de inmediato.

Sohbat Khan discutió el relato de Tahir. Cree que él mató a su sobrino para robarle el taxi.

Tahir fue llevado a juicio y condenado a muerte en 1989. Tres años después, un tribunal de apelaciones encontró serias incongruencias en el fallo y, tras un nuevo juicio en 1994, lo condenó a cadena perpetua.

La apelación llegó a la Corte Suprema de Justicia de la septentrional ciudad pakistaní de Lahore, en 1996, y el joven fue absuelto de todos los cargos.

Una semana después, su caso pasó al Tribunal Federal de la Shariá, de carácter religioso, donde fue condenado por robo a mano armada.

El mismo tribunal impuso luego la pena de muerte por dos votos contra uno. La Corte Suprema de Justicia mantuvo ese fallo. El año pasado, Musharraf le negó clemencia al sentenciado.

Mientras se acerca la fecha prevista para la muerte de Hussain, un ex integrante de la Corte Suprema, Nasir Aslam Zahid, dijo que la única posibilidad para Tahir es que el presidente Musharraf ejerza las amplias facultades que le atribuye la Constitución.

Según Zahid, el mandatario puede aplazar, perdonar, remitir, suspender o conmutar cualquier sentencia aprobada por cualquier tribunal u otra autoridad. Pero el presidente ya rechazó los pedidos de piedad.

Organizaciones de derechos humanos también presionan a Musharraf para que lo reconsidere su rechazo.

"El presidente Musharraf debería anular inmediatamente la sentencia de muerte, porque este castigo es inhumano y porque hay enorme preocupación", escribió en un correo electrónico a IPS Sarah Green, de la oficina de prensa de Amnistía Internacional en el Reino Unido.

"La disposición islámica bajo la cual fue juzgado requiere que la pena de muerte sea impuesta solamente si un testigo confiable da su versión o si se presenta una confesión ante el tribunal. En este caso, no se obtuvo ninguna de las dos cosas", agregó.

Sin embargo, Khan dijo que la justicia "debería ser aceptada. ¿Por qué se nos pide una y otra vez dar los motivos detrás del asesinato?".

Un frustrado Amjad continúa luchando por salvar a su hermano, condenado "por un delito que no tiene testigos, por un crimen que no cometió. Esto se desdice de la lógica y la razón, y, en definitiva, de la 'humanidad'. El 'sistema' y el país le fallaron", opinó.

Mirza Tahir Hussain alcanzó notoriedad internacional porque es ciudadano británico. Pero muchos desafortunados —más de 7.400 hombres y 36 mujeres— no tienen voz y se consumen en prisiones pakistaníes, esperando la ejecución.

No muchos tienen hermanos como Amjad, que perseveraron y reunieron apoyo.

"Para mí, un convicto en una celda del pabellón de la muerte muere todos los días", dijo I.A. Rehman, director de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán.

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