Ante la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reclamando el cese de hostilidades en Líbano, Israel podría adherirse a su tradición de ignorar ese tipo de mandatos, o interpretar a su favor un texto ambiguo. En cualquier caso, la paz se ve lejana, apuntan observadores.
Una vieja caricatura publicada en una revista estadounidense mostraba a una familia palestina apretujándose en una tienda de un campamento de refugiados, mientras un avión israelí, suministrado por Estados Unidos, bombardeaba sin pausa el lugar.
Mirando llover las bombas desde el cielo, la madre palestina comentaba a sus hijos: "Estoy segura de que la ONU acaba de adoptar una resolución contra Israel".
La broma amarga fue quizás una visión realista del prolongado desprecio israelí a las resoluciones tanto del Consejo de Seguridad como de la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) desde la fundación misma del Estado de Israel, en 1948.
Israel ha desafiado con éxito a la ONU en primer lugar por la protección suministrada por sucesivos gobiernos estadounidenses influenciados por el poderoso lobby judío en Estados Unidos. ¿Sucederá ahora lo mismo?
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El viernes, los 15 miembros del Consejo de Seguridad adoptaron por unanimidad una nueva resolución, llamando esta vez al "cese de hostilidades" entre Israel y la guerrilla libanesa chiita Partido de Dios (Hezbolá), que cumplen un mes de brutal guerra en la que los israelíes no han conseguido aún la victoria, quizás por primera vez en su historia.
El profesor de política Stephen Zunes, de la Universidad de San Francisco, quien ha realizado una estrecha revisión de las violaciones a las resoluciones del Consejo de Seguridad durante varias décadas, es pesimista sobre la capacidad de las Naciones Unidas de hacer respetar sus medidas, pues se trata de una institución en la que Washington rige mediante el abuso de su poder de veto.
Zunes subraya que en este momento Israel incurre en la violación de varias resoluciones del Consejo de Seguridad.
Entre otras, figuran las numeradas 446, 452, 465 y 471, que instan al país a retirar sus asentamientos en territorios ocupados, incluida Jerusalén Oriental, la 497, que ordena el fin de la anexión de las Alturas del Golán, las 267, 298, 476 y 478, que le reclaman el cese de la anexión de los suburbios de Jerusalén Oriental, y la 487, que llama al gobierno israelí a colocar sus instalaciones nucleares bajo control de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
"Más aun, dado que los vecinos árabes de Israel han ofrecido garantías de seguridad a cambio de una retirada israelí completa de los territorios ocupados, se podría alegar que Israel también está contraviniendo las resoluciones 242 y 338, consideradas por mucho tiempo como los fundamentos para la paz" en Medio Oriente, dijo Zunes a IPS.
Al contrario, Israel y Estados Unidos insistieron el mes pasado en la implementación de la resolución 1.559 del Consejo de Seguridad, adoptada el año pasado y aparentemente favorable a los israelíes, pues demanda el desarme y desarticulación de la milicia prosiria Hezbolá, que opera en el sur libanés con apoyo de Irán.
Pero "hay que tomar en cuenta que la resolución 1.559 también pide el retiro de las fuerzas extranjeras del Líbano, por lo cual puede afirmarse que tanto Hezbolá como Israel la están violando", advierte Zunes.
Un diplomático árabe dijo a IPS que la comunidad internacional no debería enfocarse en una única resolución: "No se puede ser selectivo en cuanto a cuáles deben cumplirse y cuáles no", alegó.
Al respecto, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, dijo el mes pasado a periodistas: "Todas las resoluciones de las Naciones Unidas deben ser aplicadas. No estoy promoviendo una implementación selectiva. Son todas importantes, y como secretario general procuro su total cumplimiento".
La resolución del viernes, tras semanas de dilaciones, clama por "un completo fin de las hostilidades, con base especialmente en el inmediato cese de todos los ataques de Hezbolá y del inmediato cese de todas las operaciones militares ofensivas de Israel". El texto, auspiciado por Estados Unidos y Francia, sufrió durante la semana varios cambios antes de ser sometido a votación.
El Consejo de Seguridad decidió también ampliar la ya existente Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano (Unifil por sus siglas en inglés) de sus 1.990 efectivos a 15.000 para actuar de amortiguadora entre las partes en conflicto y asistir al ejército libanés en el control del cese del fuego.
Se espera que el gobierno libanés despliegue 15.000 efectivos para efectuar dicho control en el sur del país, en estrecha coordinación con las fuerzas de Naciones Unidas, lo cual llevaría el total de tropas a 30.000.
El embajador francés Jean-March de La Sabliere dijo a periodistas el viernes que la resolución no invoca el artículo VII de la Carta de las Naciones Unidas, que autoriza a utilizar la fuerza para mantener o restaurar la paz y la seguridad internacional. "Tenemos mucho trabajo diplomático que hacer. Debemos tener confianza", sostuvo.
Interrogado acerca de las ambiguas respuestas de las partes en conflicto, el diplomático respondió: "Tenemos mucha esperanza en que cooperarán". La resolución puede no satisfacer a las dos partes, pero fue lo mejor que se pudo lograr en circunstancias muy difíciles, añadió.
El representante francés afirmó que la nueva fuerza de Naciones Unidas debería desplegarse rápidamente, pues la resolución establece la "ampliación" de la existente Unifil, y no la creación de una nueva misión, cuyo despliegue suele tomar meses.
"Sería negligente si no les dijera cuán profundamente decepcionado estoy con que el Consejo no llegara a este punto mucho antes", dijo el viernes Annan hablando ante el máximo órgano de seguridad de la ONU.
"Estoy convencido de que mi decepción y frustración es compartida por cientos de millones de personas en todo el mundo", añadió.
Desde hace semanas, "yo y muchos otros hemos exhortado reiteradamente a un cese inmediato de hostilidades por el bien de la población civil de ambos lados, que ha sufrido terribles e innecesarias pérdidas y dolor", dijo Annan.
"Todos los miembros de este Consejo deben ser conscientes de que su incapacidad para actuar más rápidamente ha hecho temblar la confianza mundial en su autoridad e integridad", sostuvo el secretario general en un tiro por elevación a los cinco integrantes permanentes del cuerpo que ejercen además poder de veto: China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, notoriamente morosos en reaccionar ante el conflicto.
El libanés Samir Sanbar, ex secretario adjunto de Naciones Unidas, dijo a IPS que una resolución percibida por Líbano como injusta agravará el estado de cosas y podría causar más derramamiento de sangre para las dos partes, con civiles inocentes como las principales víctimas.
"La sensación general entre los libaneses es que las partes están librando en su territorio sus propias guerras subsidiarias de otros intereses", agregó.
Un elemento clave es abordar la soberanía de Líbano y el bienestar de su pueblo, en particular en el apoyo a la reconstrucción, detener a quienes lo están destruyendo y dar a los libaneses la posibilidad de rehacer su país, señaló.
Para Zunes, la nueva resolución tiene pocas posibilidades de éxito, pues es vista como unilateral.
Por ejemplo, mientras exige a Hezbolá un "cese inmediato de todos los ataques", a Israel le reclama "cese inmediato de todas las acciones militares ofensivas".
Pero el texto no define qué son "acciones militares ofensivas", dejando a Israel el derecho de hacer su propia interpretación, según dijo un diplomático árabe.
Dado que Israel, apoyado por Estados Unidos y Gran Bretaña, ha justificado sus ataques a Líbano como actos de "defensa propia", este texto parece dar a los israelíes licencia para continuar combatiendo, dijo Zunes.
Interrogado sobre si Israel debería ser obligado a compensar el daño infligido a Líbano, tanto en vidas humanas como en infraestructura, Zunes contestó que "lamentablemente, con la excepción de la invasión y ocupación iraquí de Kuwait en 1990 y 1991, no conozco ningún otro caso en el que la ONU haya demandado reparación por la destrucción de vidas civiles e infraestructura".
"Y con la amenaza de un veto de Estados Unidos, es improbable que lo haga esta vez", concluyó.