El resultado de las elecciones del domingo en República Democrática del Congo, las primeras libres en 46 años, no se conocerán hasta dentro de tres semanas.
La tardanza se debe a la vastedad del territorio de este país de África central y las pésimas condiciones de la red de comunicaciones y de transporte, legado de décadas de autoritarismo y pésimas prácticas gubernamentales.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) supervisó la mayor operación de asistencia electoral de la historia africana para distribuir las urnas por 50.000 centros de votación, junto con el material necesario para la realización de los comicios.
"Fue un desafío", señaló Flavien Misoni, jefe de la Comisión Electoral Independiente.
Los 25 millones de ciudadanos habilitados para votar podrían verse obligados a concurrir de nuevo a las urnas el 29 de octubre, en caso de que ninguno de los candidatos a la presidencia obtuviera más de 50 por ciento de los sufragios.
En ese caso, los dos más votados se enfrentarán por la mayoría simple, y los resultados finales se darían a conocer en noviembre.
Hubo más de 33 candidatos presidenciales y más de 9.700 a ocupar las 500 bancas del parlamento. Las hojas de votación tenían varias páginas para que entraran en ellas la gran cantidad de nombres y fotografías de los postulantes.
Hubo una gran asistencia a las urnas, y el temor a la violencia resultó, a la postre, injustificado. Pero 11 centros de votación fueron incendiados en el centro del país, considerado bastión del veterano líder opositor Etienne Tshisekedi, quien boicoteó las elecciones.
El lunes se dispusieron varios centros de votación en la ciudad de Mbuji-Mayi para que los ciudadanos que no habían podido emitir su voto pudieran hacerlo.
Aparte de esos hechos, las elecciones fueron pacíficas, lo que no es un logro menor para un país que lucha por superar la destrucción dejada por dos guerras civiles, entre 1996 y 2002, décadas de corrupción, y un estricto gobierno colonial que terminó en 1960.
Los comicios del domingo fueron los primeros de carácter multipartidarios en la República Democrática del Congo desde 1960.
"La elección fue un éxito. Los congoleños trabajaron duro para conseguir esto", dijo Ali Diabacté, jefe de la división electoral de la ONU en el país.
El foro mundial desplegó en República Democrática del Congo la mayor fuerza de paz del mundo dispuesta hasta ahora. Unos 17.500 efectivos ayudaron a mantener el orden durante los comicios y a desarmar a los combatientes en el este del país, escenario del conflicto civil.
Además, los donantes colaboraron con 400 millones de dólares para la organización de las elecciones.
Empero, independientemente de lo complejo y caro de la organización de los comicios, los desafíos que le depara el futuro a este país pueden ser aun mayores.
El presidente en ejercicio, Joseph Kabila, es considerado el favorito para ganar las elecciones. Su principal competidor es el ex líder rebelde y actual vicepresidente, Jean-Pierra Bemba.
Joseph Kabila tomó el poder tras el asesinato de su padre, Laurent Kabila, en 2001. Otro ex rebelde, Azaria Ruberwa, vicepresidente tras la guerra civil que transcurrió entre 1998 y 2002, también participa en la contienda.
Bemba y Ruberbwa han expresado a través de la prensa su malestar respecto de los comicios del domingo, alegando que rechazarían un resultado que consideren injusto.
Oficialmente terminó el conflicto entre los rebeldes —respaldados por Ruanda y Uganda— y las fuerzas del gobierno nacional, pero miles de combatientes aún participan en hechos de violencia en algunas zonas del
Se teme que el caos continúe en el periodo subsiguiente a las elecciones, socavando las posibilidades del gobierno que asuma el poder.
El conflicto en el este de República Democrática del Congo permitió a varias facciones explotar ilegalmente los vastos recursos naturales, y muchos combatientes no tienen mucho interés en que se imponga el imperio de la ley en esa región.
El 28 de julio, la organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York, señaló su preocupación por la amenaza del renegado general Laurent Nkunda contra el nuevo gobierno, en caso de que no se incluya en el gabinete a representantes de grupos minoritarios.
Sobre Nkunda pesan acusaciones de crímenes de guerra y contra la humanidad.
Cuando en enero este general atacó una base del ejército en la provincia de Kivu del Norte, más de 1.500 efectivos decidieron unirse a sus filas en vez de combatirlo, un desagradable recordatorio de la fragilidad de la lealtad dentro de las fuerzas gubernamentales.
Otra difícil tarea que deberá afrontar el gobierno entrante será la de inculcar disciplina a sus efectivos, integrada principalmente por combatientes a quienes se les pagó para que entregaran las armas y se los reconvirtió para servir al ejército nacional.
Actualmente, soldados con ínfimas remuneraciones a menudo saquean las mismas comunidades que se supone deben proteger.
Muchos entrevistados por IPS tenían esperanza de que las elecciones del domingo fueran el comienzo de una era de paz tras el prolongado conflicto y la muerte de cuatro millones de personas en los últimos años a causa de las enfermedades, los enfrentamientos y el hambre que propiciaron la guerra.
"Lentamente, el país se reconstruirá y sanará de las consecuencias dejadas por los enfrentamientos", señaló Florence Tambwe, quien vende tarjetas de teléfono en Bunia.
"Después de estas elecciones, nuestro pueblo tendrá la ocasión de hacer las cosas mejor. Tenemos que aprovechar la oportunidad."
Clarice Kahekwa, una madre de tres niños, expresó sentimientos similares.
"Todos esperamos que las elecciones traigan paz después de muchos años de guerra. Si el nuevo gobierno se hace responsable de su pueblo, nuestros votos habrán marcado la diferencia". ***** + R.D.CONGO: Elecciones históricas (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38183) + R.D.CONGO: El desafío de las urnas (https://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38106) (FIN/IPS/traen-vf-mj/ew/jh/af ip/06)
