DESARROLLO: Mujeres en todas las metas

Para avanzar hacia las metas del milenio, la igualdad de género no puede restringirse a algunos objetivos, sino que debe constituir un enfoque que atraviese todos los compromisos, advirtieron en Argentina expertas y representantes del movimiento de mujeres.

"En América Latina sólo vamos a superar la desigualdad social creciente si incorporamos la perspectiva de género a los ocho objetivos, no a uno solo", dijo a IPS Nieves Rico, representante de la Unidad Mujer y Desarrollo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal.

Los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) fueron adoptados por los 189 países que eran miembros de la Organización de las Naciones Unidas en 2000, como una gran plataforma para abatir la desigualdad y la pobreza en todo el mundo. La mayoría de las metas tienen como plazo para su cumplimiento el año 2015.

El debate surgió en el marco del seminario "Las Metas del Milenio y la Igualdad de Género", realizado el 16 de agosto en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, convocado por el sistema de las Naciones Unidas en este país, y al que asistieron representantes de organizaciones feministas y de mujeres y funcionarias gubernamentales.

En el encuentro se presentaron propuestas para un abordaje de las metas que considere la perspectiva de género en todas las áreas.
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Entre esos compromisos básicos se cuentan reducir a la mitad la población que sufre hambre y vive en la indigencia, lograr la enseñanza básica universal, abatir drásticamente la mortalidad infantil y materna y combatir el sida y otras enfermedades graves.

Uno de los objetivos es "promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer". Pero activistas y organizaciones de mujeres en casi todos los países consideran que esa meta, válida en sí misma, debería estar presente en el diseño de estrategias de políticas públicas para todos los demás objetivos.

Por ejemplo, en la erradicación de la indigencia, se destaca la necesidad de no limitarse a contar la cantidad de pobres, sino analizar las condiciones de mayor vulnerabilidad de las mujeres dentro de ese grupo de población, así como su acceso diferenciado a servicios básicos de vivienda, salud o educación.

Respecto del empleo, no se trata sólo de tomar en cuenta el impacto de la falta de trabajo en hombres y mujeres, sino las causas que explican las desigualdades en el acceso al mismo, por ejemplo la mayor carga de responsabilidades domésticas o las barreras invisibles que traban el ascenso femenino a cargos altos y mejores salarios.

Con esta idea, la Cepal y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) propusieron una mirada de género a lo hecho por los países latinoamericanos en materia de objetivos del milenio.

En Argentina, esta perspectiva fue expuesta en los trabajos de dos expertas que sugirieron ideas y señalaron lo mucho que falta por hacer.

Una de esas investigaciones, de Claudia Giacometti y titulada "Las Metas del Milenio y la Igualdad de Género. El caso Argentina", señaló la falta de indicadores que permitan poner en evidencia la desigualdad de género en numerosos aspectos.

No hay información sistemática en áreas sensibles para monitorear los problemas de género y su relación con la pobreza, dijo Giacometti.

La experta remarcó las graves disparidades que existen entre las condiciones de vida de las mujeres en las ciudades —que son las que recoge la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos— y las zonas rurales de cada una de las provincias argentinas.

También subrayó la ausencia de encuestas que midan el uso del tiempo para analizar la responsabilidad del trabajo doméstico que recae sobre las mujeres, la falta de datos sistemáticos sobre salud sexual y reproductiva, o la ausencia de mediciones sobre participación de mujeres en puestos de decisión en el ámbito público y privado.

No basta con desagregar datos por sexo, sino que se deben diseñar nuevos indicadores y discutir todos los problemas bajo el enfoque de la igualdad de género, dijeron participantes del seminario. "Esto no implica considerar a la mujer como vulnerable sino como sujeto de derechos", resumió Rico.

En los últimos tres años, Argentina ha abatido sus índices alarmantes de pobreza e indigencia y mejorado servicios de salud. Además, se considera casi alcanzado el objetivo de garantizar la enseñanza primaria universal, como ocurre en buena parte de América Latina. Hay también mayor participación de las mujeres en empleos productivos, pero no en todos los ámbitos.

La presidenta del Consejo Nacional de la Mujer, María Colombo, dijo a IPS que el gobierno avanza en la agenda de los ODM y para su segundo informe nacional tiene previsto incluir recomendaciones de las mujeres. "Sabemos que necesitamos más que lo que señalan los objetivos, pero este es un punto de partida", admitió.

"Los ODM son como una carta de navegación, una oportunidad para avanzar, pero debemos resaltar que las desigualdades sociales se agudizan cuando se cruzan con las desigualdades de genero y en eso hay muchos desafíos", dijo a IPS Ana Falú, directora de Unifem para Brasil y Cono Sur.

"Las mujeres siguen enfrentando dificultades para acceder al mercado laboral, pero no sólo las más pobres sino también las más educadas, lo que significa que no basta con la educación universal para garantizar el mismo retorno para los años invertidos por varones y mujeres en educación", advirtió la funcionaria.

Frente a estos desafíos se presentaron propuestas para ir más allá de las metas y recoger información sobre las causas de los problemas.

Para resaltar la carga que recae sobre la mujer en materia de cuidado de los hijos y su relación con la pobreza, Giacometti señaló por caso que 65 por ciento de los hogares sin ningún menor de cinco años no son pobres. En cambio, sólo siete por ciento de los hogares con tres o más niños no son pobres.

En este punto, Giacometti recordó que la cobertura de servicios para niños menores de cinco años es buena en Buenos Aires y decae en zonas donde sería más necesaria (lejos de las ciudades), para permitir la autonomía de la mujer y favorecer su acceso al empleo, a la educación o a los servicios sanitarios.

Otra especialista, Eleonor Faur, se refirió a la necesidad de hacer explícitos los vínculos entre los derechos humanos y los ODM, la interrelación entre todos los objetivos, y la importancia de conseguir que la sociedad civil monitoree los programas que el Estado adopta para cumplir sus compromisos.

Para Faur, la mayor participación económica de las mujeres en Argentina se está dando en un contexto de mercado laboral cada vez más precario, y es necesario saber si los puestos que ocupan cumplen con los principios del trabajo decente.

Faur también insistió en que problemas como el sida o la mortalidad materna e infantil no pueden abordarse con éxito sin un enfoque de género.

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