AMBIENTE-AMÉRICA DEL SUR: El papel arrasa

Según un informe de la organización ecologista Greenpeace Cono Sur, la creciente demanda de papel en el mundo desarrollado ejerce una presión devastadora sobre los recursos naturales de un grupo de países sudamericanos.

La situación del mercado global de papel y la expansión de la producción de celulosa hacia Argentina, Brasil, Chile y Uruguay son analizadas en la primera de las tres partes de la investigación presentada este miércoles en Buenos Aires y titulada "La escalada de la celulosa en la región: industria sucia o producción limpia".

"En las próximas décadas habrá una importante presión para ampliar las zonas de plantación —de árboles— y radicación de fábricas de pulpa de celulosa a gran escala en Sudamérica", afirma la organización, que considera a esta industria "voraz y devastadora de los recursos naturales" en su forma actual de producción.

La elaboración de materia prima para papel requiere de grandes cantidades de agua, energía y tierras para extender el monocultivo de árboles de crecimiento rápido, señala Greenpeace. Esta industria "presiona sobre áreas de bosques nativos" y descarga grandes volúmenes de elementos contaminantes al ambiente.

Una fábrica que produce 300.000 toneladas de pasta de celulosa requiere 50.000 hectáreas de monocultivos de árboles, según Greenpeace. Pero los proyectos para la región prevén volúmenes de un millón y más de toneladas al año. Actualmente se destinan 13 millones de hectáreas de plantaciones a la producción de celulosa en el mundo, y 80 por ciento de esa superficie está en América del Sur y en Asia.

El estudio comenta las condiciones en las que operan actualmente las plantas de celulosa y papel en Argentina y Uruguay, dos países que mantienen una controversia por la instalación de dos fábricas en la ciudad uruguaya de Fray Bentos, sobre un río compartido por ambas naciones.

Una de estas fábricas, perteneciente a la corporación finlandesa Botnia, producirá un millón de toneladas por año, y la otra, de la española ENCE, 500.000 toneladas. Según Greenpeace, el aumento de la demanda del mercado de papel reclama la instalación de dos nuevas fábricas como la de Botnia por año.

"Estamos en un momento clave para que Argentina y Uruguay definan criterios estrictos en el desarrollo de esta industria a fin de superar el pasivo ambiental que muchas plantas representan y evitar los desastres que podría ocasionar una expansión industrial descontrolada", afirma el informe.

Greenpeace insiste con una propuesta que ya había realizado: el diseño de un plan de producción limpia en estos dos países que incluya eliminar el cloro en el blanqueo de la celulosa, así como los efluentes al aire y al agua, el mayor uso de papel reciclado, la explotación sostenible de los bosques y la participación de las comunidades en las decisiones sobre la radicación de las fábricas.

Según la organización, no se trata de rechazar inversiones sino de exigir menor escala y formas de producción sustentable. Juan Carlos Villalonga, autor del documento y director de Política de Greenpeace, dijo a IPS que "frente a una andanada debe haber límites, condiciones, y pautas claras para evitar un desastre, y actualmente no las estamos viendo" en la región.

De acuerdo con el informe, el consumo mundial de papel pasó de 300 a 366 millones de toneladas entre 2000 y 2005, y se estima llegará a 566 millones en 2020. Para responder a esa demanda, centrada en América del Norte, Europa, Japón y ahora también China, habrá que expandir la industria de la materia prima.

A su vez, la demanda de celulosa blanqueada químicamente crecerá de 45 millones de toneladas a 74 millones de toneladas en 2020. "Ese dato es el que da la idea de la presión devastadora que se ejercerá sobre Sudamérica", advierte.

Tradicionalmente los grandes consumidores eran los grandes productores de celulosa y papel, pero en los últimos 15 años se inició un proceso de división entre consumidores y fábricas de papel situadas en el Norte, y proveedores de celulosa en el Sur, señala Greenpeace.

En 2005, cuando la producción mundial de pulpa fue de 192 millones de toneladas, América del Norte producía 40 por ciento de la misma, Europa 29 por ciento, Asia 22 por ciento y América Latina nueve por ciento.

En ese reparto, América del Sur emerge como región atractiva para la expansión de la actividad debido a sus condiciones climáticas —aptas para la forestación de árboles de crecimiento rápido—, el bajo costo de la mano de obra, los estímulos gubernamentales a la inversión y "normas ambientales menos exigentes", detalla.

Según el estudio, el presidente del grupo sueco-finlandés Stora Enso para América Latina, Nils Grafstrom, sostuvo que "los mejores lugares hoy para la producción de celulosa están en el sur de Brasil y Uruguay". El empresario admitió que el costo de la madera en estos países —más Argentina y Chile— constituye la mitad del correspondiente al norte europeo.

"América del Sur es hoy una de las regiones preferidas por las corporaciones del mundo para el desarrollo de grandes planes de forestación, la instalación de nuevas plantas de celulosa y la expansión de la capacidad de las plantas ya existentes", resume el trabajo de Greenpeace.

Estas fábricas se conciben a una escala mucho mayor que las que se erigían en Europa, donde en promedio la producción es de 210.000 toneladas. La entidad ambientalista señala que esa gran producción "reduce costos, pero añade riesgos". "Una producción en menor escala permitiría niveles inferiores de contaminación y riesgos", dice.

La investigación señala que América Latina no es un actor relevante en el consumo de papel. En 1990, la región absorbía cinco por ciento de la demanda global y en 2005 creció apenas a seis por ciento. Sin embargo, en materia de producción de celulosa para la exportación, el incremento en su participación es notable.

De cubrir en 2005 nueve por ciento del total de la producción de pulpa y 18 por ciento de la pulpa de mercado (destinada a exportaciones), América Latina pasará en 2010 a cubrir 25 por ciento de la celulosa dirigida al mercado internacional.

De hecho, sobre un total de 14,6 millones de toneladas de pulpa que producirá la región en cuatro años, apenas 1,2 millones serán para su mercado doméstico.

Por todo eso, la organización sostiene que "si no se consigue estabilizar y hacer equitativo el consumo global de papel, no se podrá evitar una expansión destructiva para el medio ambiente y para muchas comunidades del planeta".

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