La actual temporada ciclónica, que nuevamente se pronostica activa para la región del Caribe, someterá a prueba el precario fondo habitacional de Cuba, uno de los sectores más golpeados por los desastres climáticos.
El Centro de Pronósticos del Instituto Cubano de Meteorología prevé que unas 15 tormentas tropicales podrían formarse antes del 30 de noviembre, con posibilidades de que nueve de ellas alcancen la categoría de huracán.
"Si pasa un ciclón por La Habana me quedo en la calle. Mi casa no aguanta más", dijo Bárbara María (nombre ficticio) cuando supo que "al menos uno" de los nueve huracanes pronosticados podría azotar este país.
La joven mujer, quien llegó hace años con su familia a la capital desde la oriental ciudad de Guantánamo, ha vivido varias de las evacuaciones coordinadas por las autoridades para proteger a las familias que habitan las zonas más vulnerables de la fuerza de los vientos y el impacto de las copiosas lluvias.
"De eso no me quejo. Nunca nos ha sucedido nada porque nos vamos a un refugio o a la casa de vecinos que viven en sitios más seguros. Pero las condiciones de mi casa empeoran y no tenemos como arreglarla", explicó a IPS.
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Su problema se agrava porque no es propietaria del lugar que habita, ubicado en la periferia capitalina. "El 'delegado' (representante del gobierno en su barrio) nos prometió ayuda, pero hasta ahora no ha podido hacer nada", comentó.
De modo que, por ahora, Bárbara María no tiene muchas esperanzas de ser incluida en el programa gubernamental de construcción y reparación de viviendas anunciado a mediados del pasado año y que proyectó la edificación de 150.000 nuevos inmuebles y la rehabilitación de otros 380.000 entre 2005 y 2006.
La aspiración gubernamental es continuar luego la construcción de viviendas a un ritmo de 100.000 cada año, apoyándose fundamentalmente en el "esfuerzo propio", es decir, la familia y sus allegados ponen la mano de obra, y el Estado proporciona los materiales y equipos de construcción a precios moderados.
Según estimaciones oficiales, cerca de 1,3 millones de viviendas, de un total que en 2002 se situaba en alrededor de 3,1 millones de unidades, se encuentran actualmente en regular o mal estado, lo que explica su vulnerabilidad ante los fenómenos naturales cada vez más frecuentes y destructivos.
En los últimos cinco años, el azote de los huracanes produjo perjuicios de distinta envergadura a 579.547 viviendas, de las cuales 73.169 fueron destruidas totalmente.
Sólo el huracán Dennis, que cruzó varias provincias cubanas en julio de 2005, causó daños a más de 120.000 viviendas, con 15.000 derrumbes totales y 25.000 parciales. La fuerza de los vientos destrozó los techos de 24.000 casas y provocó perjuicios parciales en las cubiertas de otras 60.000.
En la primera quincena de junio, las intensas lluvias de la tormenta tropical Alberto, la primera de la temporada ciclónica, causaron al menos 28 derrumbes en La Habana, la cual junto a la región oriental tendría los mayores problemas en materia de vivienda.
No faltó quien viera en los desastres causados por Alberto una alerta sobre lo que podría pasar a varias zonas de la capital si un huracán de gran intensidad entra de lleno en sus predios. Esta urbe y la oriental Santiago de Cuba concentran más de la mitad de las viviendas más vulnerables.
Un estudio realizado en 2002 por investigadores cubanos, en colaboración con la Comisión Económica para América Latina y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estimó en 162.000 unidades ese fondo habitacional precario, lo que equivale a cinco por ciento del fondo total del país y a 32 por ciento de todas las viviendas en mal estado.
En tanto, el propio gobierno admite que éste es uno de los principales problemas que enfrenta la población cubana, que ya alcanza de 11,2 millones de habitantes. A la vez, se queja de que los huracanes agravan la situación, al obligar a destinar los limitados recursos disponibles para vivienda a la recuperación de los daños.
"Existen déficit habitacionales, necesidades acumuladas de nuevas viviendas y de reparación de las que se encuentran en mal y regular estado", dijo el vicepresidente Carlos Lage al dar a conocer, en septiembre pasado, el plan gubernamental que busca solucionar las carencias.
De otra parte, informes del Instituto de la Vivienda indican que hasta mayo pasado se habían rehabilitado más de 463.000 edificaciones dañadas en los últimos años por impacto de los desastres naturales, aunque el reto mayor es hacerlas resistentes a nuevos huracanes, tanto en calidad constructiva como en ubicación.
Ese aspecto del problema figura dentro de las preocupaciones centrales del PNUD, que ve los desastres naturales como un serio obstáculo para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), acordados por la comunidad internacional.
"Es necesario reducir la vulnerabilidad para que fenómenos naturales con los cuales estamos obligados a convivir no se conviertan en desastres", comentó a IPS Ulrika Richardson-Golinski, representante residente adjunta del PNUD en La Habana.
Varios proyectos de cooperación de esa oficina en Cuba apuntan, entre otros objetivos, a fortalecer las capacidades locales de producción de materiales alternativos de construcción, así como asesoría técnica y apoyo para la gestión y control de los recursos.
Para Rosendo Masías, especialista a cargo de la cooperación en el sector de la vivienda en el PNUD, lo "estratégico" es apoyar las potencialidades locales que ya existen en muchas provincias en esta materia y, en algunos casos, con muy buenos resultados.
Masías mencionó experiencias como la producción de materiales ecológicos en la provincia de Santa Clara, a más de 260 kilómetros de La Habana, y la fabricación de bloques para paredes a partir de canteras naturales que existen en el municipio de Yateras, Guantánamo, 929 kilómetros al este de la capital.
Entre los ODM figura la meta de garantizar la sostenibilidad ambiental, que implica incorporar los principios de desarrollo sostenible en las políticas y programas nacionales, y la de mejorar considerablemente la vida de por lo menos 100 millones de habitantes de tugurios para el año 2020.
Pero Masías diferenció la situación de Cuba, donde "puede haber barrios precarios, pero con acceso a servicios de agua potable, energía eléctrica, salud y educación". En Cuba no hay problema de tugurios, sino "de déficit habitacional acumulado, que tiene su expresión en un estado técnico constructivo de regular a malo", aseguró.