Al igual que los civiles libaneses asolados por los bombardeos aéreos, decenas de miles de israelíes huyen desde el norte de su país hacia el sur, a causa de los misiles lanzados por el movimiento islámico Hezbolá desde Líbano.
Avner Pomeranetz no suena particularmente preocupado por los 26 misiles Katyusha disparados el fin de semana contra su ciudad, Kiryat Shmona, cerca de la frontera septentrional de Israel.
Y tampoco por tener que quedarse allí por orden del ejército sin poder continuar su rumbo al sur, fuera del alcance de los cohetes. Es farmacéutico, y los servicios que brinda son considerados esenciales.
"Esto no es nada nuevo", le dijo a IPS. Desde que llegó allí tras emigrar de Argentina, a mediados de los años 70, Kiryat Shmona fue objetivo de misiles disparados desde Líbano.
Pero la mayoría de los residentes del norte de Israel son mucho menos confiados que Pomeranetz, de 73 años, en este "verano de los Katyusha".
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Quienes viven en ciudades septentrionales como Haifa, Safed, Carmel, Acre y Tiberíades viven por primera vez la experiencia de tener los misiles de Hezbolá sobre sus cabezas.
Decenas de miles viajaron hacia el sur, fuera del alcance de los misiles, para alojarse en casas de familiares, amigos y hoteles.
El ejército israelí estima que entre un tercio y la mitad de los residentes del norte de Israel abandonaron sus hogares y sus lugares de trabajo.
Quienes se quedaron en Haifa y otras ciudades del norte de Israel pasaron buena parte de las últimas dos semanas en refugios antibomba y habitaciones acondicionadas, o con los oídos gastados por las sirenas que advierten de la inminente caída de un misil.
Pero no todos encontraron refugio a tiempo. Una adolescente árabe de 15 años murió el martes, cuando un misil disparado por Hezbolá impactó en un barrio musulmán de la aldea de Maghar.
En Haifa, el tercer centro urbano más importante de Israel, un hombre falleció el domingo cuando su automóvil fue destrozado por un misil, mientras conducía por una de las calles principales de esta ciudad portuaria.
Ese mismo día, otro hombre murió cuando un misil alcanzó la fábrica donde trabajaba, en un suburbio de Haifa.
Hasta ahora, 42 israelíes murieron y más de 300 resultaron heridos por los misiles.
Junto con el costo humano, el daño económico es cada vez mayor. Los misiles ya acabaron con la industria turística en el norte, que esperaba otra temporada exitosa luego de seis años de relativa seguridad, tras la retirada de Israel del sur de Líbano, a mediados de 2000.
Los agricultores también sufren los daños, pues los huertos están vacíos y los trabajadores no pueden cosechar sus frutos. Los muchos hoteles que ofrecen "cama y desayuno" en el norte de Israel están vacíos, y los pequeños comercios están cerrados.
"Las personas no abandonan sus hogares, todo está muerto", dijo al Canal 10 de televisión Shiri Gelbart, propietaria de una pequeña empresa en Haifa. "Al final del día, la caja registradora está vacía."
Más de la mitad de las fábricas de Israel septentrional cerraron u operan parcialmente. El daño económico causado a la industria en el norte del país desde que estalló el conflicto, hace dos semanas, se calcula en unos 450 millones de dólares.
Pese al costo, el amplio apoyo interno y político a la ofensiva militar de Israel contra Hezbolá en Líbano sigue siendo fuerte.
"La respuesta del primer ministro Ehud Olmert fue correcta", opinó Avner. "No teníamos opción. Nos retiramos hasta el último centímetro. Líbano meridional ya no es territorio ocupado. Es una lástima que este tipo de respuesta no llegara antes."
Avner se refería a los 12.000 misiles de corto y mediano alcance desplegados contra Israel por Hezbolá en los seis años transcurridos desde que las tropas israelíes abandonaron el sur de Líbano.
Chani, esposa de Avner, consideró "muy dolorosa" la devastación de Líbano y la muerte de civiles a causa de los bombardeos israelíes, pero acotó que los misiles de Hezbolá son una "amenaza directa" a Israel que no debía ser ignorada. "Estamos intentando hacer lo mejor que podemos para no herir civiles", agregó Avner. "Pero Hezbolá ubica sus lanzamisiles entre la población civil (libanesa). Y a diferencia de nosotros, dispara directamente contra los civiles."
Como una cantidad creciente de ex militares que han estado expresando sus puntos de vista en la radio y la televisión, Chani cree que Israel no puede dominar a Hezbolá solamente por medio de un ataque aéreo.
Pero algunos analistas advirtieron contra una incursión por tierra, diciendo que Hezbolá quiere atraer a Israel al sur de Líbano, donde cree que el ejército convencional israelí puede ser vulnerable.
Chani dijo que no hay más opción que efectuar operaciones por tierra, para "despejar el área cercana a la frontera" de combatientes de Hezbolá.
Y ella comprende plenamente cuál puede ser el precio de una operación de este tipo: a su hijo lo mataron, hace cuatro años, cuando la unidad de elite que integraba participó en una operación militar en la ciudad cisjordana de Ramalá.
Las encuestas de opinión muestran que más de 80 por ciento de los israelíes apoyan la ofensiva militar ordenada por Olmert después que insurgentes de Hezbolá atacaron un puesto de frontera israelí, el 12 de julio, matando a ocho soldados y tomando a dos como rehenes.
Pero ese apoyo puede cambiar si la operación militar termina y Olmert no logra los objetivos que se propuso: la liberación de los soldados capturados, el despliegue del ejército libanés o de una fuerza internacional de paz en Líbano meridional, y que Hezbolá se retire lejos del área fronteriza.
"Hezbolá no puede ser eliminada", señaló Avner. "Es una parte integral de Líbano. Pero tiene que ser mantenida lejos de la frontera, y los soldados tienen que ser liberados".
Los dirigentes de Israel creen que la guerra no se decidirá solamente en el campo de batalla, sino que el resultado también dependerá de la capacidad de la población civil de soportar los ataques con misiles y las crecientes víctimas militares.
Esta es una de las razones por las que el ejército ve como particularmente significativa a la batalla que se está librando alrededor del pueblo de Bint Jbail, bastión de Hezbolá en el sur de Líbano.
Luego que Israel se retiró de Líbano hace seis años, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, pronunció un discurso triunfal en la aldea, declarando que la sociedad israelí era tan débil como una "telaraña".
Avner piensa que la respuesta israelí envió un mensaje muy diferente a Nasrallah.
"Hezbolá no esperaba que estos dos civiles reaccionaran del modo en que lo hicieron", evaluó, refiriéndose a Olmert y al ministro de Defensa Amir Peretz, ninguno de los cuales hizo carrera militar antes de ingresar en la vida política, a diferencia de muchos ex dirigentes israelíes.
"Ellos creían que Israel dispararía unos pocos misiles y luego comenzaría las negociaciones en torno a la liberación de los soldados. Ahora Nasrallah está descubriendo que las cosas no son como él creía", concluyó.