La intervención internacional se perfila como una de las mejores opciones para detener la espiral de violencia que tiene como protagonistas a Israel y al libanés Partido de Dios (Hezbolá).
La primera iniciativa —aunque, por cierto, no la última— fue formulada el lunes por el primer ministro británico Tony Blair y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y consiste en el despliegue de una fuerza internacional en el sur de Líbano.
Blair dijo, ante la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo, concluida este lunes en la ciudad rusa de San Petersburgo, que ése era el único modo de acabar con la crisis.
"La dura realidad es que esta violencia no acabará a menos que creemos las condiciones para que cese. El único modo es desplegar fuerzas internacionales que detengan el bombardeo hacia Israel", sostuvo el gobernante británico.
Mientras la Unión Europea (UE) puso todo su peso político en pos de la iniciativa, Estados Unidos, que apoya con fuerza la ofensiva israelí en Líbano, mostró poco entusiasmo.
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Mientras, el gobierno de Ehud Olmert se apresuró a rechazarla. Funcionarios israelíes consideraron que era demasiado pronto para pensarlo, y luego agregaron que la única fuerza que aceptarían en el sur de Líbano, bastión de Hezbolá, era el propio ejército libanés.
Olmert confirmó esa postura el martes, cuando opinó que los "titulares" de la iniciativa "suenan bien", pero que la experiencia israelí ha demostrado que "la idea carece de toda base". "Quiero ser cauteloso al respecto. Me parece demasiado temprano para discutirlo", agregó.
Funcionarios israelíes creen que con un Hezbolá suficientemente debilitado, el ejército libanés podrá ejercer su control en el sur del país.
También mostraron preocupación de que el despliegue de una fuerza internacional sea percibido como una concesión, con soldados de otros países poniendo sus vidas en peligro para proteger a Israel.
En su primera intervención pública desde el inicio del intercambio de artillería, Olmert mencionó las condiciones israelíes para el cese del fuego, entre ellas el desarme de Hezbolá y el despliegue del ejército libanés en la frontera, ya establecido en la resolución 1.559 del Consejo de Seguridad de la ONU.
También exigió la liberación de los dos soldados israelíes secuestrados por la milicia islámica en un ataque a una patrulla fronteriza la semana pasada y que dejó ocho militares muertos.
"Nuestros enemigos desafiaron la soberanía del estado de Israel y la paz de sus ciudadanos, primero en el sur y luego en la frontera septentrional y más adentro del territorio", dijo Olmert a los legisladores en el Knesset (parlamento).
"Nuestros enemigos se equivocaron al pensar que nuestra disposición a contenernos era una señal de debilidad", agregó.
De todos modos, al procurar el sometimiento de Hezbolá por medio de bombardeos, Israel podría crear en Líbano una situación que socavaría sus metas.
La creciente cantidad de bajas civiles —más de 200 libaneses murieron en bombardeos israelíes— podrían llevar a la ciudadanía de ese país de mayoría musulmana a apoyar a Hezbolá y debilitar al nuevo gobierno.
Pero el gobierno israelí insiste en que no aceptará la situación preexistente en la frontera septentrional en las vísperas del intercambio de fuego, cuando combatientes de Hezbolá tomaron posiciones e Irán y Siria suministraron miles de misiles de largo alcance a la organización con total libertad.
El diario israelí Haarez informó este martes que el gobierno de Olmert exigirá un proceso de desarme que impida a Hezbolá recuperar su capacidad militar una vez que acabe el conflicto.
El ministro de Defensa israelí Amir Peretz, líder del centroizquierdista Partido Laborista, dijo el lunes que el ejército acondicionaba una franja de terreno de un kilómetro de ancho del lado libanés de la frontera para impedir que los combatientes islámicos se acercaran.
Pero los propios líderes políticos israelíes, que temen que la organización chiita aproveche un cese del fuego para rearmarse, no creen que una franja tan estrecha sea suficiente.
Eso no impedirá a Hezbolá desplegar misiles de largo alcance y cohetes Katyusha desde otras áreas del terreno libanés. "Israel no aceptará vivir a la sombra de la amenaza con misiles a sus ciudadanos", advirtió Olmert.
Doce civiles israelíes murieron y más de 100 resultaron heridos por los ataques de Hezbolá. El peor golpe fue el domingo, en el septentrional puerto de Haifa, la tercera ciudad israelí, con 270.000 habitantes, y en la que la organización usó por primera vez sus misiles de largo alcance.
Ocho trabajadores en un edificio de la compañía ferroviaria murieron cuando un cohete de manufactura siria atravesó el techo.
Hezbolá disparó un millar de cohetes desde el inicio del conflicto, algunos de los cuales impactaron en ciudades al sur de Haifa, a unos 50 kilómetros de la frontera.
Expertos militares alertaron que los cohetes iraníes Zilzal pueden alcanzar Tel Aviv y aun más al sur, y que varios de esos proyectiles fueron destruidos el lunes en un bombardeo israeli sobre Beirut.
Pero esos mismos expertos creen que Hezbolá posee miles de cohetes. La mitad de ese arsenal resultó destruido por los bombardeos, aseguran.
Con el auge de las gestiones diplomáticas, voceros del gobierno creen que pronto concluirá el bombardeo en Líbano. Estados Unidos dio un fuerte respaldo al gobierno de Olmert, pero el presidente George W. Bush no podrá ignorar por mucho tiempo la presión de Europa.
Según los funcionarios del gobierno israelí, el bombardeo concluirá para el fin de semana.
La operación goza de gran respaldo del público israelí, y logró una poco habitual unanimidad judía en el fraccionado Knesset. La excepción son los legisladores árabes.
Incluso Yossi Beilin, arquitecto de los acuerdos de paz de Oslo que abrieron paso en 1992 las negociaciones directas entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dio su apoyo a la ofensiva militar.
"Nos retiramos del último centímetro" del sur de Líbano en 2000, área ocupada por Israel durante 15 años, "y Hezbolá se armó", sostuvo el dirigente.
Pero el propio Beilin alertó que Israel no podrá lograr sus objetivos en Líbano sólo por la vía militar. "Debemos negociar un cese del fuego a través de un tercero", propuso.
"Eso no significa que debamos detener la operación, pero tenemos que alcanzar los objetivos: la liberación de los soldados y el alejamiento de Hezbolá" de la frontera", sostuvo Beilin. (