La visita relámpago a Medio Oriente de la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, no aportó ningún elemento para frenar los combates entre las fuerzas israelíes y el movimiento islamista chiita Hezbolá (Partido de Dios), que arrecian en el sur libanés.
El viaje de la funcionaria estadounidense sólo confirmó el respaldo de Washington a la postura de Israel, que insiste en el repliegue del Hezbolá del sur de Líbano como condición previa al cese del fuego.
Rice se reunió el lunes en Beirut con el primer ministro libanés Fouad Siniora. Versiones de prensa indican que la canciller habría subrayado que no habría un alto al fuego a menos que el movimiento chiita liberara a los dos soldados israelíes que secuestró el 12 de julio y se retirara del sur de Líbano.
La canciller estadounidense también habría dicho que los uniformados debían ser liberados incondicionalmente y que los combatientes del Hezbolá tenían que retroceder al menos 20 kilómetros de la frontera con Israel.
El movimiento islamista descartó ambos pedidos y sigue exigiendo la liberación de miles de prisioneros libaneses y palestinos en cárceles israelíes.
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Siniora ha reclamado varias veces el alto al fuego desde que comenzó el conflicto el 12 de julio.
El intercambio de prisioneros y el cese de la ocupación de Israel en las granjas de Shebaa, en el sur de Líbano, sería una mejor solución política, sostuvo.
Las granjas de Shebaa son tierras cultivables que abarcan 30 kilómetros cuadrados, en su mayoría abandonadas, situadas en las laderas del monte Hermón, en la región de frontera entre Israel, Líbano y Siria.
Tras la visita de Rice a Beirut, Washington anunció que ayudaría a Líbano con 30 millones de dólares. En este país se considera que son migajas que no compensan la decisión estadounidense de respaldar a Israel.
El martes por la tarde y durante la noche, los aviones israelíes siguieron bombardeando el sur de Líbano y el meridional distrito capitalino de Dahaya. Hezbolá también continuó lanzando misiles hacia el norte de Israel, matando e hiriendo civiles.
Mientras, la encarnizada lucha continúa en el sur entre soldados israelíes y combatientes islámicos. Por ahora, no se vislumbra el fin de la violencia en el corto plazo.
Rice visitó el martes también al primer ministro de Israel, Ehud Olmert, quien declaró luego a la prensa que su gobierno estaba determinado a continuar con las operaciones militares.
Se tomarán "medidas severas. Israel está decidido a continuar la lucha contra Hezbolá", afirmó.
Rice pareció respaldar esa política cuando declaró que, a pesar de la necesidad de un cese del fuego, éste no podía obtenerse a cualquier precio.
"Es hora de un nuevo Medio Oriente", afirmó la funcionaria estadounidense, quien finalmente se reunió con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas.
Rice también sostuvo que debían cumplirse las condiciones de la resolución 1559 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Acuerdo de Taif, —patrocinado por Arabia Saudita— que dio por terminada la guerra civil del Líbano en 1990.
Ambos documentos establecen que el gobierno libanés debe ejercer un control total sobre sus territorios y desarmar a los combatientes islámicos, incluyendo al Hezbolá.
El movimiento se niega a entregar las armas y a retirarse del sur de Líbano para dejar paso a una fuerza de paz internacional. Varios países de la Unión Europea ofrecieron asistir a efectivos de la ONU en esa zona conflictiva.
Ya sobre el final de la visita relámpago a Beirut, Rice dijo al presidente del parlamento libanés, Nabih Berri, que "la situación en la frontera no podía volver a lo que era antes del 12 de julio".
Berri, un musulmán chiita que ha trabajado tanto con Siniora como con el Hezbolá desde que se desató el conflicto, descartó las propuestas de Rice e insistió en que un cese del fuego debía preceder a cualquier discusión sobre la presencia del movimiento islamista en el sur libanés.
Las diferencias residen en qué es lo que debe suceder en primer lugar.
Por un lado, la mayoría de los dirigentes libaneses quieren que primero se concrete un alto al fuego, después se intercambien prisioneros y finalmente se inicien negociaciones sobre otros asuntos.
Mientras, Israel quiere que el Hezbolá, sobre el que el gobierno libanés no tiene casi ningún control, abandone la región fronteriza y libere los soldados secuestrados, sin condiciones.
En las calles de Beirut, la población tiene su propia opinión sobre la canciller estadounidense y sus gestiones.
"El primer ministro nunca debió recibirla. Rice es sólo otra cara de la política israelí y no tiene ningún interés en un acuerdo de paz", sostuvo Samer Razzouk, de 23 años, profesor de tecnologías de la información.
El lunes hubo varias manifestaciones contra la visita de Rice a Beirut. Sin embargo, otros la respaldaron.
"Creemos que a pesar de que propone una solución difícil, es la mejor y definitiva conclusión para el problema de Líbano", sostuvo Nassan Hanin, de 50 años, propietario de una papelería en el centro de Beirut.
"Hezbolá debe entregar a los soldados para solucionar el problema" agregó.