Dos periodistas afganos que pasaron tres años presos en la base naval estadounidense de Guantánamo, Cuba, presentaron una crónica sobre ese doloroso recuerdo.
El libro de 453 páginas fue publicado en idioma pushtu (patán), y es aún más gráfico que el del ex embajador de Talibán en Pakistán Abdul Salam Zaeef, entregado al ejército de Estados Unidos poco después que la invasión a Afganistán en 2001.
Titulado "Da Guantanamo Maatai Zawlanai" ("Las cadenas rotas de Guantánamo"), el libro de los hermanos Abdul Rahim Muslim Dost y Badr uz-Zaman describe las torturas físicas y mentales extremas a las que se somete a los detenidos en Guantánamo, la mayoría capturados en Afganistán y Pakistán.
Dost, de 45 años, y Zaman, de 37, fueron entrevistados por IPS en ocasión de la publicación del libro, que será traducido en breve al inglés, el urdu y el árabe, y luego al francés.
Los ex detenidos también dijeron haber visto evidencia de que en Guantánamo también hubo mujeres presas. "Vimos formularios llenados por prisioneras en la oficina de los investigadores", relataron.
Uno de los formularios, dejado al descuido sobre una mesa por investigadores militares estadounidenses, había sido al parecer completado por una mujer de la septentrional ciudad pakistaní de Lahore que estaba entonces embarazada, aseguraron.
Dost y Zaman, ambos periodistas, fueron absueltos por un tribunal militar en Guantánamo y liberados el 22 de abril de 2005.
Su odisea comenzó cuando fueron capturados por los servicios de inteligencia militar de Pakistán el 17 de noviembre de 2001, en la aldea de Speena Warai, cerca de de la nororiental ciudad pakistaní de Peshawar.
Desde allí fueron conducidos al centro de detenciones de la base aérea estadounidense en Bagram, Afganistán, antes del traslado a Guantánamo.
"Publicábamos revistas en árabe, pushtu y urdu. Algunos artículos habían fastidiado a los servicios de inteligencia, que nos entregaron a las fuerzas estadounidenses, esposados y con los ojos vendados", explicó Dost, quien hace 24 años emigró a Pakistán con toda su familia desde la oriental ciudad afgana de Jalalabad.
"No teníamos ninguna conexión con el Talibán, pero los servicios de inteligencia querían ajustar cuentas con nosotros", explicó
Al igual que Zaeef, los hermanos culpan de los cientos de detenciones en Guantánamo a oscuros servicios de inteligencia que, según ellos, se dedicaron a capturar a ciudadanos inocentes para mostrar cooperación con el ejército de Estados Unidos y también en procura de dinero.
"Un padre estaba llevando a su hijo enfermo al hospital en (la oriental ciudad pakistaní de) Quetta, cuando fue atrapado por la policía, que le pidió que pagara una coima por su liberación", dijeron.
"Él se negó a pagar y terminó en Guantánamo con su hijo. Luego de dos años, el hijo se había transformado tanto que sólo hablaba en inglés y no era capaz de reconocer a su padre", afirmó.
Solamente 10 de quienes alguna vez estuvieron presos en Guantánamo desde la creación de la cárcel en enero de 2002 fueron formalmente acusados.
Una investigación realizada a comienzos de este año por la estadounidense Universidad de Seton Hall reveló que sobre 55 por ciento de los prisioneros no recaía ninguna sospecha de haber cometido actos hostiles contra Estados Unidos, y 40 por ciento no tenían ningún vínculo con la red terrorista Al Qaeda, del saudita Osama bin Laden.
Documentos militares citados por la universidad sugieren que apenas ocho por ciento de los prisioneros habían combatido en alguna organización islamista, y que 86 por ciento fueron capturados y entregados al ejército de Estados Unidos por la Alianza Septentrional, milicia rival de Talibán, o por autoridades pakistaníes.
La mayoría de las fotografías publicadas en el libro fueron obtenidas de militares estadounidenses, que las tomaron para venderlas clandestinamente a medios de comunicación.
"Estábamos felices de ser fotografiados. Sabíamos que esas fotos eran lo único que podría informar a la comunidad mundial sobre nuestra terrible experiencia", dijo Zaman a IPS.
"La gente de los servicios de inteligencia, que revisó minuciosamente nuestra casa, se llevó objetos de valor, incluyendo piedras preciosas por 300.000 dólares", aseguró Dost.
"No habíamos cometido ningún crimen de guerra, pero habíamos ejercido nuestro derecho a escribir sobre las malas obras de los servicios de inteligencia, que fue por lo que pagamos un precio enorme", señaló Zaman.
Padre de nueve hijos, Dost dijo haber recibido la primera carta de su familia luego de 11 meses a través del Comité Internacional de la Cruz Roja.
"Un total de 24 cartas, de cientos enviados por la familia, nos llegaron con la mayoría de sus contenidos borrados por las fuerzas de Estados Unidos, en un esfuerzo por preocuparnos", relató.
"El periodo más breve entre las cartas fue de dos meses. La mayoría demoraban más de cuatro meses en llegarnos", agregó.
"Entre los prisioneros había hermanos, padres e hijos, que fueron mantenidos en jaulas de hierro. A veces, las jaulas eran ubicadas suficientemente cerca como para posibilitar una conversación", dijo Dost.
"El agua era abundante para beber e higienizarse, pero cortaron el suministro cuando protestamos por otros problemas. Nos hacían rezar mientras nos enjaulaban", recordó Zaman. "Recortar nuestras barbas y cejas, obligarnos a desnudar y a profanar el Sagrado Corán eran otros asuntos que nos indignaban."
Este testimonio corrobora lo que Zaeef registró en su libro de 156 páginas titulado "Da Guantanamo Anzoor" ("El retrato de Guantánamo"). "Tan severa fue la tortura y el trato que los prisioneros incluso rezaron por la muerte", escribió Zaeef. "Su opresión nunca puede ser perdonada."
Zaman dijo que los alimentos servidos a los presos eran deficientes. La privación del sueño fue otro método de amedrentamiento aplicado contra ellos.
Tras inspeccionar las instalaciones en junio de 2004, el Comité Internacional de la Cruz Roja emitió un informe confidencial —dado a conocer por el diario estadounidense The New York Times en noviembre de 2004— según el cual los militares apelaban a "actos humillantes, confinamiento solitario, temperaturas extremas y posiciones forzadas" contra los prisioneros.
"Broken Chains of Guantanamo", que pronto será traducido al inglés, contiene 64 imágenes que muestran algunos de los traumas a los que fueron sometidos los prisioneros.
"Tenemos imágenes de los prisioneros de guerra totalmente desnudos, pero decidimos no incluirlas en el libro para evitar herir más lo sentimientos de los musulmanes", dijeron los hermanos.
"No teníamos ningún vínculo con el mundo exterior. El ejército de Estados Unidos nos daba sólo información que pensaba nos preocuparía. Por ejemplo, nos dijeron que (el ex presidente iraquí) Saddam Hussein (1979-2003) había sido capturado", narró Dost.
Los hermanos anotaron que, en general, los soldados de origen latinoamericano eran los más amables con los prisioneros, pero fueron transferidos cuando las autoridades lo percibieron.
"Desde las jaulas, los prisioneros de guerra escupían a los militares estadounidenses que parecían ser extremadamente temerosos. Nos permitían escribir, pero nos daban solamente recargas, temiendo que los golpeáramos con los bolígrafos", dijo Dost.
Muchos gobiernos, incluidos aliados de Estados Unidos y organizaciones de derechos humanos, criticaron las detenciones por tiempo indefinido y el desconocimiento de los derechos legales de los prisioneros en Guantánamo.
Aunque el Departamento (ministerio) de Defensa insiste en que los detenidos son tratados humanamente, la preocupación internacional aumentó luego que tres prisioneros se ahorcaron.
"Muchos otros realizaron huelgas de hambre y siguieron viviendo solamente a través de una dolorosa alimentación forzada", afirmó Dost.
Lo que Dost lamenta más es que no se le permitió llevar consigo los fragmentos literarios que escribió durante su encarcelamiento. Había traducido el Sagrado Corán y miles de versos poéticos.
"Nos permitieron traer solamente una fracción de este trabajo literario. Esos fragmentos poéticos fueron escritos en cierta atmósfera que es preciosa para los poetas. Los textos que escribí sobre jurisprudencia islámica y gramática pushtu también fueron requisados", señaló.
Tras un fallo de la Suprema Corte de Estados Unidos, segúin el cual los tribunales militares en Guantánamo carecen de estatuto legal, el gobierno de George W. Bush anunció el 11 de julio que a todos los detenidos bajo custodia militar les correspondería acogerse a las garantías previstas en las convenciones de Ginebra.