COREA DEL NORTE: China acota la presión

China, principal socio económico de Corea del Norte, no pretende presionar demasiado al régimen de Kim Jong-Il para que abandone sus ambiciones nucleares, como sugieren Estados Unidos y otros países, según observadores en Beijing.

China envió a Pyongyang una misión de alto nivel cuando Corea del Norte intensificó la tensión en la península coreana al lanzar lanzó una serie de provocativas pruebas con misiles. Beijing se comprometió entonces a hacer todo lo posible para resolver la crisis, tanto pública como reservadamente.

Estados Unidos urgió a China a elevar la presión, incluso a través de interrupciones al suministro de petróleo y asistencia económica, para obligar a Corea del Norte a poner fin a sus pruebas balísticas y retornar al diálogo internacional sobre desarme nuclear.

Oficialmente, Beijing reaccionó con indignación ante las pruebas, implementadas una semana después de que el primer ministro chino Wen Jiabao sumara su voz a la de quienes advirtieron a Kim Jong-Il que no lanzara los misiles.

Pyongyang disparó siete misiles, entre ellos el Taepodong-2, con un alcance tal que puede alcanzar territorio estadounidense. Las pruebas llevaron a Japón a procurar sanciones ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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El Ministerio de Relaciones Exteriores de China expresó su "seria preocupación". Esa fue, según analistas, una señal de extremo malestar, por primera vez emitida en relación a una prueba con misiles de Corea del Norte.

Pero es improbable que Beijing actúe con severidad.

"China no presionará a Corea del Norte, ni en público ni en privado. No recortará su asistencia financiera ni sus embarques de petróleo", dijo Chu Shulong, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Tshinghua de Beijing.

"Lo que preocupa a Beijing es que las pruebas con misiles le priven de la oportunidad de actuar como negociador en las conversaciones entre seis partes y conduzcan a una situación donde China no pueda ayudar a Corea del Norte a evitar sanciones", agregó.

China inició y fue anfitriona desde los años 90 de las conversaciones entre seis países sobre el desarrollo nuclear de Corea del Norte, pero lo hizo fundamentalmente porque de que lo contrario habría dejado el asunto librado al Consejo de Seguridad de la ONU.

Durante años, China intentó impedir que el Consejo analizara el caso de su antiguo aliado ideológico por temor a que eventuales sanciones la enfrentaran abiertamente con Estados Unidos. Ambos países tienen la facultad de vetar las resoluciones de ese órgano de la ONU.

Esta semana, China presentó en el Consejo de Seguridad una resolución no vinculante sobre la provocación de los misiles de Pyongyang, pero pidió que el voto sobre las sanciones sea demorado mientras visita la capital norcoreana.

Aunque la alianza de China y Corea del Norte data del auge del comunismo en los años 50, el firme apoyo actual de Beijing al régimen anacrónico de Kim Jong-Il tiene poco que ver con ideología.

En los últimos años, China se convirtió en el principal socio comercial de Corea del Norte y en su mayor inversor, contribuyendo con la parte del león de la inversión extranjera en la tambaleante economía del Norte.

"Beijing tiene un interés genuino en mantener la península coreana libre de armas nucleares, pero los líderes chinos no priorizan sus objetivos", dijo un analista chino que habló a condición de mantenerse en el anonimato.

"Corea del Norte tiene mucho que ofrecerle a la economía china, como minerales y recursos hídricos no explotados. Y también mano de obra barata y disponibilidad de puertos. Beijing quiere tener acceso a todo esto y, para lograrlo, debe apoyar al régimen", añadió.

Al igual que su cortejo económico a Sudán e Irán —otros dos países percibidos por Estados Unidos como enemigos y donde la presencia china preocupa a Occidente—, Beijing lidera una revitalización de infraestructura e industria decrépitas de Corea del Norte.

Expertos calculan que 50.000 millones de dólares de China se invierten en ese país.

También señalan que la incursión económica de Beijing en Pyongyang se decidió y selló durante la visita del presidente chino Hu Jintao a esa capital en octubre y en la de Kim Jong-Il a China en enero.

Kim acompañó a Hu en una gira reservada de nueve días por China, que lo llevó a algunas de las vitrinas del éxito económico, tales como la meridional zona económica de Shenzhen y el centro financiero de Shanghai.

No está claro si el lanzamiento de los misiles de Pyongyang ocurrió a causa o a pesar del tratado de cooperación económica bilateral. "China se opuso a las pruebas y estuvo infeliz de que ocurrieran", aseveró Chu.

Una delegación encabezada por el viceprimer ministro china Hui Liangyu realiza esta semana una visita de cinco días a Corea del Norte para celebrar el 45 aniversario de un tratado bilateral de amistad.

El grupo incluye también al máximo negociador de China en materia de armas nucleares, Wu Dawei, quien lidera al equipo de China en las conversaciones de los seis países para persuadir al Norte de poner fin a su programa nuclear.

"Es tiempo de que China ejerza su influencia sobre Corea del Norte", dijo a principios de esta semana el subsecretario de Estado (vicecanciller) estadounidense, Nicholas Burns.

La última ronda de negociaciones entre los seis países —las dos Coreas, China, Estados Unidos, Japón y Rusia— terminó en noviembre sin acuerdo, luego que las partes firmaron una declaración de septiembre de 2005 exigiendo una península coreana libre de armas nucleares.

"Será realmente duro para Beijing revivir las conversaciones estancadas", dijo Shi Yinhong, observador político de la Universidad Popular de China en Beijing.

"La principal dificultad es la actitud de Estados Unidos hacia Corea del Norte. Tras firmar la declaración de 2005, los actos de Washington hacia Pyongyang tomaron a todos por sorpresa e hicieron que quienes apoyaban las conversaciones fueran silenciados", manifestó.

A comienzos de este año, Estados Unidos irritó a Corea del Norte al obligar al Banco Delta Asia de Macao a abandonar sus operaciones en ese país por acusaciones de lavado de dinero y falsificación.

Algunos observadores señalan que la última serie de misiles tiene por objetivo ganar concesiones de Washington como precio para que Pyongyang vuelva a las negociaciones.

Corea del Norte insistió en mantener conversaciones bilaterales con Estados Unidos, una demanda que hasta ahora Washington resistió, replicando que negociaría con sólo en el marco de las negociaciones entre las seis partes.

Pero el reciente acuerdo de Washington para negociar bilateralmente con Irán —país al que el presidente estadounidense George W. Bush incluyó, junto con Corea del Norte, en el "eje del mal"— podría haber encendido esperanzas de que la misma concesión se haga para Corea del Norte.

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