FÚTBOL-ALEMANIA: Novedoso patriotismo sin culpas

Banderas a rayas negras, rojas y doradas iluminan las mejillas de los alemanes. También ondean en los autos, y las ancianas las plantan en sus jardineras.

Ese tipo de comportamiento sería considerado normal en cualquier país que participe en la Copa Mundial de la FIFA 2006 y que sea sede del torneo. Pero en Alemania crea suspicacias y debates, 61 años después de la derrota de la Segunda Guerra Mundial y de la caída del régimen nazi.

El orgullo nacional todavía es un asunto delicado en este país, al punto que predomina cierta fobia por las grandes celebraciones. Pero, al menos por ahora, esa patología se ha desvanecido, al menos hasta que el 9 de julio concluya el torneo de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA).

Con los tres millones de turistas que habrán visitado Alemania al cabo del máximo torneo futbolístico internacional y los miles de millones que estarán pegados a sus televisores en todo el mundo para apreciarlo, este país está disfrutando la atención que concentra.

Medio millón de hinchas se abarrotaron en la noche del 14 de este mes en el centro de Berlín tras el triunfo de Alemania sobre Polonia por 1 a 0, convergiendo en una calle en la que se cortó el tránsito para instalar allí enormes pantallas de televisión y numerosos puestos de venta de cerveza.
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Los hinchas alemanes, bandera en mano, aclamaban y abrazaban a sus pares de otros países del mundo con cervezas en la mano.

"Nunca vi algo como esto", dijo a IPS Christian, un fanático alemán de 32 años alzando la voz para hacerse escuchar en medio de los ensordecedores cánticos. "De alguna forma es liberador que la gente pueda agitar la bandera sin culpas".

Sesenta y un años después de derrotado el régimen nazi, los alemanes expresan con cautela su orgullo nacional, según Paul Nolte, un historiador de la Universidad Libre de Berlín, entrevistado por el diario Passauer Neue Presse.

Pero en este campeonato, el patriotismo ha estado más presente que nunca, sostuvo Nolte, quien dejó de lado las grandes emociones de 1990, cuando Alemania Occidental ganó en Italia la Copa Mundial en medio de la vertiginosa esperanza que despertaba la reunificación.

"Hay un nuevo y espontáneo patriotismo sin precedentes en la larga historia de Alemania. La generación que tuvo problemas con todo símbolo nacionalista ya no define la agenda. Eso abre una nueva relación, casi lúdica, con la bandera nacional", dijo Nolte.

Este "enfoque lúdico" representa el auge de empresas como la fábrica de banderas Dommer, con sede en Stuttgart, que ya vendió 10 veces la cantidad de banderas que en el torneo anterior.

La bandera de Alemania "schwarz rot gold" (negra, roja y dorada, en alemán) no tiene ninguna relación con el régimen nazi, que había adoptado la esvástica negra en un círculo blanco sobre un campo rojo.

Pero la culpa heredada de la guerra limitó durante mucho tiempo las demostraciones patrióticas, aun en acontecimientos deportivos.

La canciller (jefa de gobierno) de este país, Angela Merkel, quien creció con el nacionalismo fomentado en la Alemania comunista, reconoció que se está produciendo un cambio.

"La gente agita banderas sin tener que justificarse. Hace 15 años las cosas eran diferentes. Nuestra relación con nuestro país se ha vuelto algo lindo, normal y no arrogante", dijo Merkel al diario Bild am Sonntag.

Como es tradicional en Alemania, el nuevo patriotismo desencadenó un renovado estudio de conciencia entre los líderes de opinión de los medios de comunicación.

El orgullo es bueno pero ¿de qué se trata este entusiasmo por lo alemán del que la gente está tan orgullosa? ¿Qué retrato del país debe transmitirse al mundo?

El primer intento por caracterizar a Alemania en la Copa Mundial fue controvertido.

En la ceremonia de apertura se organizó un gran círculo conformado por hombres vistiendo "lederhosen" (pantalones de cuero por la rodilla), atuendo tradicional del estado de Baviera, que hace mucho dejó de ser típico para un habitante de Berlín, Hamburgo o Frankfurt.

Aun el diario más vendido Bild, no ajeno al nacionalismo, se burló de la representación. "El mundo entre lederhosen", escribió parodiando el lema del campeonato "Die Welt zu Gast bei Freunden" ("El mundo entre amigos").

La revista Der Spiegel, de un perfil más intelectual, censuró el espectáculo de los lederhosen por exagerar la imagen que estadounidenses o australianos tienen de los alemanes. "Ningún alemán fuera de Baviera se reconoció en la confusión reinante en el estadio", protestó.

La discusión que inspira la Copa Mundial continúa otra sobre el escurridizo concepto de identidad nacional, abierta a principios de año.

Políticos alemanes provocaron un exaltado debate sobre qué define a un alemán cuando trataron de concebir una prueba para los inmigrantes con intenciones de adquirir la nacionalidad alemana.

Mientras, ataques neonazis y la violencia desatada en centro de enseñanza secundaria donde la mayoría de los estudiantes son extranjeros obligaron a los políticos a afrontar la realidad cosmopolita del país.

El interés popular por este tema se ve reflejado en el libro de Matthias Matussek titulado "Nosotros, Alemania: Por qué los otros pueden tenernos cariño". Este volumen, que alcanzó un gran éxito de ventas, explica las razones por las que este país no debe restarse posibilidades el actual contexto mundial.

Sin embargo, el creciente orgullo de ser alemán debe vigilarse. Desde la reunificación en 1990, hubo violentas manifestaciones y agresiones neonazis.

Antes de la Copa Mundial un influyente ex portavoz del gobierno alertó a los turistas no blancos a evitar algunas zonas de Alemania oriental, donde sus vidas correrían peligro.

El director de la Fundación Heinrich Boell (vinculada con Los Verdes), Ralf Fuecks, señaló que se debe diferenciar claramente el nacionalismo del nuevo patriotismo.

"Me chocó ver tanta gente joven con banderas alemanas caminando por Berlín", dijo a IPS. Fuecks, de unos 50 años, señaló que la política y la moral de su generación fueron moldeadas por sentimientos de culpa.

"Este nuevo patriotismo procede de gente más joven que no siente culpa ni vergüenza. Pueden sentirse orgullosos de ser alemanes, pero es importante que recuerden que eso tiene tanto elementos positivos como oscuros. Simplemente, no tenemos derecho a olvidar."

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