DDHH-INDIA: Cristianos del noreste huyen de la violencia

Las vacaciones navideñas de la adolescente Lily, de la tribu cristiana hmar, en el nororiental estado indio de Manipur, terminaron en una pesadilla. Ella fue violada. A su hermano lo asesinaron. Su padre la envió a Nueva Delhi para salvarle la vida.

"Fue una Navidad espantosa. Nunca imaginé lo que me esperaba en casa. Ya había mucha tensión por las minas antipersonal sembradas en el distrito de Churachandpur por insurgentes meitei", dijo esta joven, que no se identifica con su nombre real por razones de seguridad.

Manipur, con 2,5 millones de habitantes, ha sufrido durante décadas la insurgencia separatista. No menos de 25 organizaciones armadas operan en el estado, cada uno de ellos apoyando los intereses de una tribu o comunidad étnica.

Los meiteis constituyen hasta 60 por ciento de la población del estado y dominan el valle de Imphal. Las tribus cristianas, como las naga, kuki, hmar y paite, ocupan los montes circundantes.

Atrapados en las guerras étnicas y en medio de los frecuentes enfrentamientos entre el ejército indio y los insurgentes, están los civiles, obligados a pagar "impuestos" exigidos por organizaciones meitei, como El Frente Unido de Liberación Nacional (UNLF), el Ejército Popular de Liberación, y el Ejército Popular para la Liberación de Kangleipak.

Gran parte de la rivalidad entre los diversos grupos étnicos se debe a una disputa por el control del mercado de heroína, traficada desde de la porosa frontera con Birmania y luego embarcada a grandes ciudades indias como la oriental de Kolkota (ex Calcuta).

En los últimos tiempos, los distintos bandos han usado a la violación de mujeres como un herramienta para intimidar a sus rivales. Los padres de las tribus cristianas, preocupados, instan a sus hijas a que se muden a los vecinos estados de Nagaland y Mizoram, de mayoría cristiana, o a Nueva Delhi.

"No quiero ver a mis hijas violadas o a mis hijos involucrados con las drogas", dijo el padre de Lily a IPS.

Las violaciones cometidas por el UNLF en el distrito de Churachandpur en enero recibieron poca cobertura de la prensa de Imphal, dominada por los meitei. El diario The Sangai Express señaló en un artículo el 3 de mayo que las denuncias de violaciones eran "acusaciones atroces".

A nivel nacional, los delitos ganaron atención pública sólo después de que unas 1.000 personas de Manipur realizaron una marcha en Nueva Delhi el 4 de abril. Esto, más la presión ejercida por la presidenta del Consejo de Mujeres Hmar, M.L. Sawni, hicieron que el Consejo Nacional de Mujeres (NCW, por sus siglas en inglés), ordenara una investigación formal.

"Lo que se requiere en forma urgente, a estas alturas, es darle refugio a las familias que huyeron a Churachandpur después de las violaciones", dijo Sawmi a IPS.

"Aun si regresaran, no podrán cosechar sus cultivos debido a las minas antipersonal dejadas por los insurgentes. Se necesita una compensación financiera importante para las familias afectadas por las minas, los homicidios y las violaciones", señaló.

Malini Bhattacharya, que lideró el equipo investigador del NCW, aseguró que había suficiente evidencia de las violaciones masivas. "Algunas víctimas aún sienten dolor en sus partes íntimas, y otras sufren desórdenes psicológicos", señaló.

Bhattacharya entrevistó a 21 de las 25 víctimas conocidas. "Al menos dos dijeron que habían identificado a sus violadores", señaló. Uno de ellas, menor de edad, quedó embarazada.

El informe del NCW presentado este mes al gobierno central incluye una propuesta para brindar a las víctimas alimento y abrigo, además de una pensión compensatoria. La mayoría de las afectadas son estudiantes.

Bhattacharya también recomendó apoyo a los refugiados hmar en los campamentos de Mizoram.

Sawmy subrayó que las minas antipersonal dejadas por el UNLF, además de causar 23 muertes y el éxodo de 300 familias a Mizoram, impiden que se cultive la tierra, dejando sin sustento a una numerosa población.

Pero también las fuerzas de seguridad estarían involucradas en ataques contra las mujeres de la zona.

A mediados de 2004, soldados indios detuvieron a una mujer meitei, Thangjam Manorama, acusada de pertenecer a la insurgencia. Fue arrestada formalmente pero, al día siguiente, su cadáver mutilado fue encontrado en un campo. Al parecer, fue violada antes del asesinato.

En protesta contra esta muerte, mujeres meitei protestaron desnudas frente a un puesto militar en Imphal y desafiaron a los soldados a que salieran a violarlas. El incidente llamó la atención internacional y motivó otras protestas, que llevaron a los militares de Imphal a asumir poderes especiales.

Tras las violaciones en Churachandpur, las asociaciones hmar demandan presencia militar permanente en el área. "Una vez que se vaya el ejército, los insurgentes regresarán y buscarán venganza", dijo un pastor que pidió no ser identificado. (

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