El grifo se secó hace dos meses en la casa de Namizata Timite. El poblado de Bouake, en el centro de Costa de Marfil, carece de agua para beber y cocinar.
Todos los días, antes del alba, Timite y sus hijas caminan un kilómetro con cubos en la cabeza para recoger agua en un pozo cerca del pueblo, donde se encuentra la base central de Forces Nouvelles (Nuevas Fuerzas, en francés), grupo rebelde que controla la mitad septentrional del país.
Costa de Marfil, principal productor de cacao del mundo, se dividió en dos hace casi cuatro años. La crisis estalló el 19 de septiembre de 2002, luego de un fallido golpe de Estado.
Los insurgentes tomaron las armas para desafiar la discriminación contra la población septentrional, área que desde entonces ocupan.
"Cuando saco el agua, la dejo asentarse un rato así los gérmenes, las hojas y las plantas bajan al fondo. Entonces la filtro y la uso. Es el único modo en que puedo mantener mi restaurante: el grifo y los tanques se secaron. No tengo alternativa", dijo Timite a IPS.
La compañía de agua cortó el servicio a las zonas rebeldes porque, según sus autoridades, no pagan la factura desde que estalló el conflicto.
"Se acumularon facturas por unos 7.000 millones de francos CFA (unos 14 millones de dólares). Las enviamos después de las negociaciones con funcionarios de Forces Nouvelles y las consideramos impagas", dijo Marcel Zadi Kessi, director de la compañía.
"Necesitamos ese dinero para hacer funcionar nuestras instalaciones en varios poblados del norte y el oeste del país" bajo control insurgente, añadió.
Pero la escasez de agua potable se convirtió en una amenaza sanitaria.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que la ingesta de agua contaminada causó en febrero 12 casos conocidos —entre ellos los de tres mujeres y cinco menores de cinco años— de diarrea acompañada de vómitos en el occidente del país, aunque no muertes.
En 2004, poco antes de una operación militar con que el ejército marfileño intentó recuperar el norte, a comienzos del ayuno musulmán del mes sagrado de Ramadán, las ciudades bajo control rebelde sufrieron un corte total de electricidad y otro de dos semanas en el servicio de agua.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) exigió a las autoridades que "reconecten de inmediato" ambos servicios.
"Sin ellos, la salud de la población quedará extremadamente vulnerable y puede deteriorarse seriamente en poco tiempo, tal vez en unos pocos días", dijo Rima Salah, directora regional de Unicef para África occidental y central.
El gobierno podría estar usando el agua para ejercer presión sobre Forces Nouvelles con el fin de promover su pronto desarme, para lo cual no hay acuerdo aún. Los insurgentes también están sometidos a la presión de la población local.
"Remueven todas las comodidades, comenzando por el agua, para que los rebeldes se desarmen lo más pronto posible", dijo el diario marfileño Soir-Info este mes.
La compañía de distribución de agua y electricidad de Costa de Marfil, CIE-SODECI, pertenece al poderoso conglomerado francés Bouygues, cuyo contrato concluyó en diciembre pasado.
El gobierno del presidente Laurent Gbagbo, al parecer, prefiere no renovar el contrato y asignar la tarea a una compañía sudafricana, pero Bouygues se aprovecha del conflicto para conservar su posición, según analistas en Abidjan, centro financiero de Costa de Marfil.
"Estamos tratando con una empresa privada que, de hecho, funcionó durante cuatro años como si fuera una agencia humanitaria, brindando agua y electricidad gratuitamente", dijo Gerard Dago Lezou, profesor de filosofía de la Universidad de Cocody en Abidjan.
"Ahora quieren lo que se les debe. ¿Se los daremos o acaso pretendemos que continúen operando a pérdida?", se preguntó el educador.
Para aplacar la crisis del agua, funcionarios locales del norte del país planean abrir 215 pozos de agua, con ayuda de organizaciones no gubernamentales y del Banco Islámico de Desarrollo, informó a IPS el jefe del concejo de Korhogo, N'Golo Coulibaly.
Pero la población de los poblados y ciudades controlados por Forces Nouvelles advierten que están al borde del colapso, y prefieren negociar directamente con la compañía de agua.
Sidiki Konate, portavoz de Forces Nouvelles, dijo a una radioemisora local que parte de la población logró el restablecimiento del servicio de agua a comienzos de mes. Pero aún falta mucho para lograr un funcionamiento a pleno. (