Cientos de ex combatientes en la República Democrática del Congo (RDC) se habrían sumado en los últimos días al naciente Movimiento Revolucionario Congoleño (MRC), poniendo en riesgo la seguridad de las próximas elecciones, las primeras de este país en 40 años.
"La situación no puede continuar así. No podemos celebrar elecciones en estas circunstancias. Se debe hacer algo", alertó el portavoz de la Misión de Naciones Unidas para la RDC (Monuc), Djibril Samassa, instalado en Bunia, la principal ciudad del nororiental distrito de Ituri.
Los comicios generales están previstos para el 30 de julio.
Los combatientes son reclutados por el MRC de entre las filas de grupos disgregados que participaron en conflictos anteriores, entre ellos el librado entre 1996 y 1997, y que acabó con la dictadura de 32 años de Mobutu Sese Seko.
Un segundo conflicto estalló en 1998 entre el gobierno congoleño, apoyado por Angola, Namibia y Zimbabwe, y grupos rebeldes en el este, respaldados por Ruanda y Uganda. El control de los vastos recursos naturales de la RDC era el motivo central de la guerra, que concluyó en 2002 con la firma de un acuerdo de paz en Sudáfrica.
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Cerca de cuatro millones de personas murieron en este último conflicto, tanto como consecuencia directa de los enfrentamientos como de las enfermedades y las hambrunas que le siguieron.
El actual presidente Joseph Kabila tomó el poder tras el asesinato de su padre en 2001.
A pesar del acuerdo de 2002, miles de combatientes en el este de la RDC todavía se niegan a entregar las armas, y gran parte de la región sigue siendo volátil.
La Monuc, con 17.000 efectivos, es la mayor fuerza desplegada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y fue enviada a la RDC para ayudar al ejército con el desarme de los grupos rebeldes y para garantizar la seguridad en las próximas elecciones.
Pero las fuerzas del gobierno son indisciplinadas y están mal entrenadas, mientras que, con un solo soldado de la ONU cada 250 kilómetros cuadrados, el contingente internacional aún está lejos introducirse en las zonas controladas por las milicias.
El MRC fue creado en la nororiental provincia de Ituri en diciembre, integrando a una decena de facciones desperdigadas que no respetaron el plazo de julio de 2005 para entregar sus armas, explicó Samassa.
El portavoz de la Monuc estima que unos 1.500 hombres del MRC merodean los montes y bosques de la provincia, y por lo menos 500 de ellos se habrían integrado al grupo a partir de febrero.
Algunos informes indican que el MRC habría formado una alianza con otra organización armada de la zona, el Frente de Resistencia Patriótica de Ituri.
Laurent Nkunda, ex rebelde que luego fue general del ejército nacional y posteriormente desertó, permanece en la oriental provincia de Kivu del Norte. Cientos de soldados del ejército todavía le son leales.
Los milicianos que se integran al ejército nacional reciben 110 dólares a cambio de sus armas y un sueldo de 25 dólares mensuales durante un año. Pero pocos están dispuestos a aceptar estas condiciones y prefieren seguir con sus armas hostigando a civiles.
También hay indicios de que algunos soldados reciben su salario pero pasan en secreto varios días como milicianos en los montes.
"Son astutos, porque hacen dinero con el gobierno y con las milicias", dijo Pierre Amos, de 25 años, ex combatiente de las Fuerzas Integracionistas y Nacionalistas en Ituri, respaldadas por Uganda.
Amos ahora carga ladrillos bajo el sol abrasador de Bunia. "Pronto quizás todos nosotros volveremos a los montes. Durante la rebelión estábamos bien, ahora sólo sufrimos", señaló.
Fuentes de la ONU señalaron que las ofensivas del ejército apoyadas por la Monuc le han permitido al gobierno recuperar territorios que estaban antes bajo control del MRC, pero ese avance se detuvo en los últimos meses.
Una operación en febrero cerca de la aldea de Tcheyi, en Ituri, terminó en una catástrofe, cuando 30 soldados del ejército abrieron fuego contra cascos azules que los apoyaban. El incidente demostró la falta de control que existe en las fuerzas de seguridad de la RDC.
Funcionarios de la ONU consideran poco probable que la situación mejore en el corto plazo.
"Quizás en 10 años, el ejército del Congo estará listo para defender sus fronteras con efectividad y sin ayuda exterior", dijo a IPS el general G.V. Satya, responsable de las fuerzas de la ONU en la provincia de Kivu del Norte.
"Pero incluso eso dependerá de una consistente y adecuada ayuda exterior para entrenar y equipar al ejército en ese período", añadió.
En esto coincidieron expertos del independiente Grupo Internacional de Crisis, con sede en Bruselas.
"Se debe hacer mucho más para crear un ejército efectivo y unificado con una sola cadena de mando, y no simplemente combatir a las milicias con ex combatientes contratados", señaló el grupo en su informe de febrero.
También causa preocupación las violaciones a los derechos humanos cometidas por el ejército congoleño.
Un informe de la ONU divulgado este mes reveló un incremento en el número de violaciones y asesinatos perpetrados por las fuerzas de seguridad.
Unas 1.200 de las 1.866 violaciones investigadas por la ONU entre abril y diciembre de 2005 habrían sido cometidas por soldados del ejército nacional, contra 800 perpetradas en el mismo período de 2004.
"El uso de la violencia física como rutina contra los civiles por parte de miembros de las fuerzas de seguridad se observa en todos los lugares donde han sido desplegados soldados y policías. Muchas veces está motivada por el deseo de obtener dinero, bienes o minerales de los civiles", señaló el informe.
Sonia Bakar, funcionaria de la ONU en la RDC, afirmó que "el ejército congoleño continúa violando los derechos humanos, pero sus crímenes permanecen impunes".
Los soldados rara vez reciben sus sueldos, raciones de comida y municiones a tiempo, incluso durante los operativos. Sin recursos para transporte propio, por lo general cuentan con la ayuda de los civiles para llegar a las operaciones militares y transportar sus armas.
No obstante, el portavoz del Ministerio de Defensa de la RDC, Delion Kimbu, tiene una visión bastante positiva de la situación.
"Todos los ejércitos tienen sus problemas. Incluso la ONU ha sido acusada de abusar de los civiles. Nuestro ejército no es diferente. Estamos haciendo lo mejor de nosotros", dijo a IPS.