Marruecos se enfrascó en un acalorado debate sobre el resultado de una encuesta de opinión, realizada por un instituto estadounidense, que confirmó el creciente respaldo popular a un partido islamista de cara a las elecciones legislativas del año próximo.
El Partido la Justicia y Desarrollo (PJD) recibiría un apoyo de 47 por ciento del electorado "si los comicios fueran mañana", indica el estudio del Instituto Internacional Republicano, elaborado sobre una consulta a 1.500 personas.
Aunque en los últimos comicios legislativos, en septiembre de 2002, el PJD no pudo competir en todos los distritos electorales, fue la tercera fuerza política más votada y obtuvo 42 de los 325 escaños del parlamento.
El objetivo principal del PJD es instalar un gobierno basado en la ley islámica (sharia), lo que lo llevó a oponerse en 1999 al Plan Nacional para la Integración de las Mujeres en Desarrollo.
Pero no todos consideran inminente un gobierno del PJD. "La conformación del gobierno en Marruecos no depende del resultado de las elecciones", dijo a IPS Mostafa Bouaziz, del Centro de Estudios Sociales.
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El artículo 24 de la Constitución establece que "el rey debe nombrar al primer ministro y designar al resto de los miembros del gabinete", explicó. El monarca no está obligado a tomar en cuenta el resultado de las urnas.
El parlamento bicameral marroquí, compuesto por la Cámara de Representantes y la Cámara de Consejeros, no elige al gobierno.
La Cámara de Representantes está conformada por 325 miembros elegidos por sufragio directo, mientras que la Cámara de Consejeros está constituida por 270 integrantes votados en forma indirecta, los regionales a través de las cámaras de comercio y los nacionales por los sindicatos de asalariados.
El órgano legislativo solamente puede adoptar una moción de censura al gobierno si es firmada por un cuarto de los representantes y votada por una mayoría absoluta, o firmada por al menos un tercio de los consejeros. En cualquiera de los casos, el primer ministro y su gabinete se verían obligados a renunciar.
Por lo tanto, los islamistas necesitarán una mayoría absoluta en el parlamento, aunque es difícil que la consigan por sí solos en los comicios previstos para el año próximo.
"Probablemente tengamos un gobierno formado por una coalición de todos los partidos actualmente en el gobierno y el PJD. En la práctica, eso debilitaría su legitimidad", dijo Bouaziz.
No hay garantías de que las elecciones sean justas y libres. Según Bouaziz, "antes manipulaban burdamente los resultados mediante falsificaciones. Ahora utilizan dinero y la compra de votos".
A menudo se ofrece a sectores marginados incentivos para que voten por determinado partido en maniobras conocidas como compra de votos. "Sus dividendos son instantáneos, pero no de largo plazo", añadió.
Más de 60 por ciento de los votantes son pobres y analfabetos en este país de 30 millones de habitantes. Esto "fomenta la compra de votos por parte de muchas redes, entre ellas la del Estado y las de las comunidades locales que van a parar a un importante depósito de sufragios", indicó Bouaziz.
Los islamistas consiguieron el respaldo de los sectores más desfavorecidos mediante el trabajo social y la caridad. "Cuando la monarquía quiera limitar su influencia, simplemente tendrá que controlar las actividades de beneficencia mediante leyes", agregó.
Aparentemente, el PJD se habría visto alentado por la victoria del Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica) en la Autoridad Nacional Palestina. El partido marroquí declaró estar confiado en obtener una amplia mayoría en las elecciones de 2007. Sin embargo, el contexto en Marruecos es muy diferente.