Mahmoud Abbas no es un líder al que se pueda calificar de carismático y sociable o con tendencia a iniciativas políticas audaces. Gris, cauto y tecnócrata son algunos de los adjetivos utilizados a menudo para describir al presidente palestino.
Pero Abbas, quien pertenece al partido laico Fatah y debe cohabitar con un gobierno del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), se encuentra en medio de lo que puede llegar a ser la mayor apuesta de su larga trayectoria política.
Se trata de una maniobra inusitada y de alto riesgo para salir de la crisis y la escalada de violencia, que puede llegar a redefinir la política palestina y rediseñar las relaciones entre su pueblo e Israel.
Abbas anunció que si Hamas no acepta en un plazo de 10 días la existencia de un estado palestino junto a Israel sometería un programa político hacia la paz en la regi'n a un referéndum nacional, a realizarse en 40 días.
Esto implica el reconocimiento del estado judío, una cuestión delicada para Hamas, que incluye la destrucción de Israel como objetivo en una cláusula de sus estatutos.
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"Si no llegan a un acuerdo, quiero decirles francamente que someteré este documento a un referéndum", declaró el presidente palestino el día 25 en Ramalá, en la apertura de un "diálogo nacional" entre Hamas y Fatah convocado para calmar los violentos choques entre los dos partidos.
El programa al que Abbas hacía referencia fue redactado en una prisión de Israel por prisioneros pertenecientes a Hamas y Fatah.
En ese documento se reclama un tratado de paz con el estado judío si se retira de los territorios que invadió en 1967 (Cisjordania, Gaza y Jerusalén oriental).
Los palestinos consideran que los presos en israel son la vanguardia de su lucha por la independencia. Sus opiniones tienen un gran peso político.
Tanto Israel, sin demora, como Hamas, con cierta retraso, rechazaron la táctica de Abbas de consultar a la población.
El ministro de Justicia israelí Haim Ramon, del centrista partido Kadima que conduce la coalición de gobierno, declaró que el documento no puede ser la base de las negociaciones porque prevé el "derecho de regreso" a los palestinos refugiados en otros países.
Una gran mayoría de los israelíes se oponen al retorno, por temor a que la afluencia de palestinos y las tendencias demográficas signifique el fin del estado judío. "Quiero ver un palestino que renuncie a su derecho de volver", expresó Ramon.
Los líderes de Hamas, tomados por sorpresa por la apuesta de Abbas, calificarono su ultimátum de intento de invalidar la voluntad de los electores palestinos, que condujeron al movimiento islámico a una aplastante victoria en las elecciones parlamentarias de enero.
Enfurecido por la jugada política de Abbas, Mushir al-Masri, legislador de Hamas en Gaza, arremetió contra la idea de un referéndum describiéndolo de "golpe de Estado contra la preferencia democrática" del pueblo palestino.
El ministro de Relaciones Exteriores palestino, Mahmoud al-Zahar, emitió el lunes el rechazo más duro manifestado por un funcionario del gobierno palestino a la propuesta de Abbas.
"Nadie va a reconocer a Israel, no es necesario un referéndum", expresó en Malasia, donde está de visita. Además, el gobierno carece de dinero para organizar una consulta popular, añadió.
El ultimátum de Abbas debe verse como parte su enfrentamiento al Hamas, cada vez más virulento desde que este movimiento islámico derrotó a Fatah en las elecciones de enero.
El último episodio álgido fue la reciente decisión de Hamas de desplegar en Gaza 3.000 combatientes bien armados para el mantenimiento del orden, lo que fue condenado por el presidente y su partido.
Enfrentamientos destructivos estallaron en las últimas semanas, generalmente tiroteos entre miembros de Fatah y Hamas aunque también hubo atentados contra destacados funcionarios de seguridad. Hasta el momento se registraron 10 muertos.
Ambos movimientos mantuvieron reuniones el fin de semana para aliviar la tensión, pero el ultimátum de Abbas sacudió el diálogo.
La jugada sorpresiva del presidente palestino, favorable al diálogo con Israel, pretende presionar al Hamas para que modere su postura antiisraelí.
"Hamas no tiene salida. Si accede a la iniciativa de los presos, será una victoria para Abu Mazen (apodo de Abbas). Si la rechaza, perderá muchísimos puntos frente a la opinión pública palestina. El pueblo está preparado para apoyar la propuesta", dijo a IPS el legislador árabe israelí Ahmed Tibi.
Tibi, quien fue asesor personal de Yasser Arafat, considera que alrededor de 70 por ciento de los palestinos apoyaría el documento, una base sólida "sobre la cual alcanzar un acuerdo histórico" entre israelíes y palestinos.
Empero, no espera que el movimiento islámico acepte y prevé que continuarán los conflictos, seguramente con Abbas promoviendo un decreto que ordene la realización del referéndum y Hamas tratando de bloquearlo en el parlamento.
"Es obvio que Abu Mazen pateó la pelota al terreno del equipo contrario".
La estratagema del referéndum tiene un doble propósito. También pretende contrarrestar el impacto de la última propuesta de repliegue de Cisjordania formulado por el primer ministro israelí Ehud Olmert.
El plan implica una retirada unilateral de vastas zonas de Cisjordania, donde unos 240.000 colonos judíos viven en más de 120 asentamientos.
El anuncio de Abbas coincidió con el retorno de Washington de Olmert la semana pasada, donde consiguió un entusiasta apoyo del presidente George W. Bush para su propuesta.
Los palestinos se oponen duramente a un retiro unilateral por temor a que Israel imponga la frontera, robando así territorio al futuro estado palestino en Cisjordania.
Sin embargo, si Abbas puede erigirse como un negociador confiable con una propuesta seria, entonces Olmert tendría que renunciar al unilateralismo y volver a la mesa de negociaciones.
Pero Abbas ya apostó. Si su jugada falla y no logra calmar a Hamas, puede volverse un presidente meramente figurativo sin influencia en el ámbito internacional.