MIGRACIONES-EUROPA: Cómo convertirse en un buen alemán

Los inmigrantes que deseen obtener un pasaporte alemán tendrán que pasar una prueba de idioma y asistir a un «curso de integración» centrado en la Constitución y en valores nacionales como la igualdad de género.

También participarán en una ceremonia de concesión de ciudadanía al estilo estadounidense.

Todo esto es el resultado de negociaciones que insumieron varios meses a los políticos alemanes, en medio de la ola más reciente de debates paneuropeos sobre inmigración.

Entre la batería de medidas reveladas este mes, políticos de los 16 estados federales de Alemania acordaron dar la ciudadanía por la "vía rápida" a inmigrantes que ya están adaptados a la sociedad alemana.

Para ello, deberán demostrar firme habilidad idiomática o el desempeño en trabajo social voluntario.
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Esas personas podrán postularse para obtener la ciudadanía luego de seis años de residencia legal, en lugar de los ocho habituales.

Dirigentes de todo el espectro político dieron la bienvenida a estas medidas, que representan un paso adelante en un país que durante mucho tiempo evitó legislar sobre la integración de los inmigrantes.

El ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, dijo que era "la solución correcta para una de las cuestiones centrales de la sociedad".

En Alemania viven alrededor de 6,7 millones de extranjeros, es decir casi nueve por ciento de la población del país, una de las proporciones más altas de Europa.

Dada la natalidad extremadamente baja del país y la caída de la población en edad laboral, Alemania deberá atraer a más trabajadores extranjeros, opinan algunos economistas.

Los inmigrantes de origen turco son, por lejos, el grupo mayoritario: 28 por ciento del total. La Comunidad Turca, organización que representa a residentes de ese origen en Berlín y Brandenburgo, advirtió que los nuevos cursos podrían plantear una carga extra para los inmigrantes.

"Convertirse en un ciudadano alemán ya es un proceso interminable. Hay muchos obstáculos", dijo a IPS Kenan Kolat, director de la organización.

"Pedirles a personas que trabajan durante el día que asistan a cursos en la noche es demasiado, y las pruebas escritas son difíciles para los mayores, que aprendieron alemán en la vida cotidiana y no en un salón de clases", explicó.

Las nuevas medidas son la última novedad en una reevaluación a largo plazo de las políticas de inmigración. La canciller (jefa de gobierno) alemana Angela Merkel planificó para junio una "cumbre sobre inmigración" de altos dirigentes nacionales.

El debate político y la preocupación pública sobre la asimilación de los recién llegados fueron avivados por artículos de prensa publicados en los últimos meses con enorme repercusión.

Un caso judicial en que tres hermanos turcos fueron acusados de asesinar a su hermana porque llevaba un estilo de vida "alemán", y la violencia que se cierne sobre una escuela secundaria con mayoría de estudiantado perteneciente a familias de inmigrantes alimentan el temor de que sea necesario hacer más.

Pero el debate de ningún modo se reduce a Alemania. Desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 sobre Nueva York y Washington, los políticos europeos se han estado preocupando por las consecuencias de no lograr la integración de los inmigrantes.

Otros incidentes que elevaron la sensación de urgencia fueron el atentado en Madrid del 11 de marzo de 2004 y el de Londres el 7 de julio de 2005, los disturbios callejeros en París a fines del año pasado y el asesinato del cineasta holandés crítico del Islam Theo Van Gogh en 2004.

A todo eso se sumó el furor causado por las caricaturas del profeta Mahoma publicadas el 30 de septiembre por el periódico danés Jyllands-Posten y reiterada en los meses siguientes por periódicos europeos y de otras regiones.

A comienzos de este año hubo campañas en toda Europa para alentar a los inmigrantes a aceptar y comprender la cultura de sus países de residencia. Algunos de los países más grandes trazaron planes para redactar un "contrato de integración", en el que los nuevos inmigrantes acordarían respetar los valores occidentales.

En todo el continente, la concesión de la ciudadanía se vinculada cada vez más con el conocimiento del idioma y la cultura. En febrero, el gobierno de Holanda ordenó a los residentes "no occidentales" que deseen portar pasaporte holandés rendir examen sobre idioma, cultura, historia y valores del país.

Las autoridades también consideraron humorísticamente que los recién llegados debían ver una película con mujeres sin corpiño y homosexuales besándose.

A comienzos de este mes, Francia anunció planes para alentar la inmigración selectiva. Dijo que promovería clases de francés y cursos de educación cívica.

En Gran Bretaña, el gobierno laborista reveló el año pasado la imposición de una "prueba de britanidad" para futuros ciudadanos. Además de evaluar la habilidad idiomática, el examen formulará preguntas sobre prácticas gubernamentales.

Pero el experto en inmigración Günter Piening opinó que el énfasis político en la prueba a los futuros ciudadanos era un error.

"El problema de Alemania no es que haya demasiadas personas postulándose para obtener la ciudadanía, sino que haya demasiado pocas", dijo Piening a IPS. La cantidad de ciudadanos alemanes decayó en los últimos años, agregó.

"En Berlín, una de cada cuatro personas no tiene la ciudadanía. Eso significa que no puede votar, y la democracia sufre", aseguró.

A los políticos alemanes les llevó muchos años reconocer que los inmigrantes son una parte permanente de la sociedad.

La inmigración hacia Alemania se disparó en los años 50 y 60, durante el auge económico de post-guerra. Se tomaron pocas medidas para estos "trabajadores invitados" que se esperaba regresaran a sus países de origen luego de unos años.

Pero muchos inmigrantes se asentaron en el país, una realidad que fue abordada tardíamente por los políticos en los años 90.

Más de 3,2 millones de extranjeros obtuvieron la ciudadanía alemana desde 1970, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país. En 2004 le fue concedida a 127.000 personas.

Las nuevas y controvertidas propuestas fueron formuladas por los conservadores estados de Hesse (centro) y Baden Wurttemberg (sur), que pretenden introducir también cuestionarios sobre sexualidad, asuntos de género, fundamentalismo islámico, educación y terrorismo.

Estos planes fueron criticados por políticos de izquierda y la comunidad turca, por entender que interfieren con la vida privada y estereotipa a los musulmanes.

Piening dijo que buena parte del daño ya fue causada por la mera formulación de las propuestas, que dificultaron la integración en vez de estimularla.

"Las pautas más recientes fueron oscurecidas por la mala atmósfera de estas vergonzosas y discriminatorias propuestas de cuestionarios", afirmó.

"En vez de hacer que los inmigrantes se sientan bienvenidos, actualmente hay un sentimiento de ser indeseado. Ese es el peor resultado para la integración.."

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