ISRAEL: Regreso con gloria de EEUU

Ehud Olmert no podía pedir mejores resultados en su primera visita como primer ministro de Israel a Estados Unidos: el presidente George W. Bush manifestó un apoyo sorprendentemente entusiasta a su plan de repliegue de Cisjordania.

El discurso de Olmert ante ambas cámaras del Congreso legislativo estadounidense fue interrumpido por aplausos cerrados en 38 oportunidades. Y Bush, el gobernante del país más poderoso del mundo, se comprometió a salir en defensa de Israel en caso de un hipotético ataque iraní.

Un dichoso Olmert regresó de Washington este jueves a Israel, pocas horas antes de encabezar la ceremonia por el aniversario de la conquista de Jerusalén oriental en la guerra de 1967.

En vísperas de la visita, Olmert tenía pocas expectativas. Funcionarios de ambos países pronosticaban que no recibiría apoyo para su plan unilateral de retirada de los asentamientos judíos de Cisjordania.

Con tantas preocupaciones internas y externas, lo último que necesitaba Bush, decían, era un desafío internacional controvertido. Desde esa perspectiva, el calificativo de "audaz" que le mereció el plan de Olmert se ubicó apenas al borde de un apoyo entusiasta.
[related_articles]
Olmert puede ufanarse, justificadamente, de que su visita a la Casa Blanca echó los cimientos de su vínculo con Bush con miras a un apoyo aun más decidido a su plan, y de que ratificó el respaldo estadounidense a Israel ante la amenaza iraní.

La próxima prueba para Olmert —y la más crucial— será que estos logros preliminares se traduzcan en un aval estadounidense concreto y decidido al repliegue israelí de Cisjordania.

En la conferencia de prensa conjunta que brindaron Bush y Olmert el martes en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos reiteró que se inclinaba por la ya acordada "hoja de ruta", que cuenta con patrocinio multilateral, como mecanismo para solucionar el conflicto palestino-israelí.

Pero, al mismo tiempo que manifestaba su aspiración a que ambas partes volvieran a la mesa de negociaciones, Bush sostuvo que la idea del primer ministro de Israel podría ser "un paso importante hacia la paz". "Ambos la apoyamos", añadió.

Olmert, quien no cree que la negociación con los palestinos arroje resultados concretos, se comprometió a "agotar" todas las vías hacia la paz.

Pero, agregó, Israel no esperaría indefinidamente que los palestinos cambiaran sus posturas, y podría verse obligado a "probar una ruta diferente" si constataba que el diálogo no era posible.

El gobernante israelí se refería a su plan de repliegue de Cisjordania, formulado en la campaña de la que surgió triunfante en las elecciones de marzo.

La iniciativa supone la evacuación de entre 60.000 y 70.000 colonos judíos de áreas aisladas de Cisjordania, y su reubicación en bloques de asentamientos en zonas que, según el primer ministro, deberán integrarse al territorio israelí en un acuerdo definitivo de paz con Palestina.

"Removeremos la mayoría de los asentamientos que no son parte de los grandes centros de población israelí en Judea y Samaria", dijo Olmert, usando los nombres bíblicos que aluden a Cisjordania.

Los estadounidenses confían en que del lado palestino el presidente Mahmoud Abbas podrá conducir las negociaciones, pero Olmert y su círculo no lo creen así.

Abbas pertenece al moderado partido Fatah, que perdió las elecciones parlamentarias de enero ante el radical Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), que hoy conduce el gobierno palestino.

Olmert sostuvo esta semana que abriría un periodo de entre seis y nueve meses para facilitar las negociaciones, y que luego emprendería la ruta unilateral, rechazada tanto por los palestinos y por Europa como por la extrema derecha estadounidense, uno de los puntales del gobierno de Bush.

Este marco cronológico encaja con los tiempos que manejan los gobiernos de Estados Unidos e Israel. En ese periodo, Bush intentará renovar el diálogo, mientras Olmert afinará los detalles de su plan de repliegue.

La "frontera" que fijará la retirada de los asentamientos judíos —algunos funcionarios hablan de ceder a Palestina 91,5 por ciento de Cisjordania— aún debe determinarse, así como el destino del valle del Jordán, en la frontera con Jordania, donde Olmert aspira a establecer una franja de territorio controlada por motivos de seguridad.

El primer ministro israelí también debe decidir todavía si el ejército se retirará por completo del área que quedará encerrada en el muro de seguridad que el estado judío construye alrededor de Cisjordania, y que funcionará como frontera temporaria, o si las tropas continuarán operando en el área tras la evacuación de los asentamientos.

Bush y Olmert tuvieron plena coincidencia en torno de Hamás: para reanudar el diálogo, el movimiento debe reconocer al estado de Israel, renunciar a la violencia y cumplir con todos los acuerdos alcanzados por israelíes y palestinos antes de su llegada al gobierno.

"Ningún país puede esperar hacer la paz con aquellos que le niegan su derecho a existir y que usan el terror para atacar a su población", advirtió Bush.

Olmert también regresó a Israel con una reafirmación de la promesa de Bush de que mantendrá la presión sobre Irán para poner fin a su programa nuclear.

Bush dijo a la prensa que Estados Unidos y la comunidad internacional están decididos a que Irán no desarrolle armas nucleares. En caso de un ataque a Israel, "Estados Unidos acudirá en su ayuda", aseguró.

Olmert, quien dijo hace poco creer que Irán "cruzará el umbral tecnológico" hacia la posesión de armas nucleares en un año, dijo a la prensa en Washington que con Bush tenían plena coincidencia sobre el asunto.

Si esa coincidencia va más allá de los papeles, el comentario de Olmert al respecto ante el Congreso legislativo estadounidense es revelador: un Irán con armas nucleares es "una amenaza intolerable a la paz y la seguridad mundiales" que no debe admitirse.

"Nuestro momento es ahora", declaró, al tiempo que exhortó a su auditorio a tomar medidas.

Olmert habrá retornado entusiasmado a Israel, pero con Bush atrapado en el pantano de Iraq y en los conflictos internos, y con los gobiernos europeos poco inclinados a apoyar medidas unilaterales por parte de Israel, su prueba de fuego será transformar las cálidas palabras de apoyo y las ovaciones en Washington en un respaldo concreto y sin peros a su plan de repliegue de Cisjordania.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe