Malasia, hogar de unos dos millones de inmigrantes indonesios, envió alimentos, mantas, ropa, equipos de rescate y medicamentos a las víctimas del terremoto en la meridional isla indonesia de Java, que mató a más de 5.500 personas.
Decenas de grupos humanitarios, incluyendo a la Sociedad de la Media Luna Roja Malasia y Mercy Malasyia, abrieron centros para recibir medicinas, ropas, tiendas de campaña y alimentos no perecederos destinados a los afectados por el devastador sismo del sábado.
El equipo de rescate y asistencia ante desastres naturales de Malasia, SMART, con 56 integrantes, entre ellos cinco médicos y varios paramédicos, fue una de las primeras delegaciones internacionales de socorro en llegar a la zona afectada, con una tonelada de suministros.
La cercanía cultural entre indonesios y malayos, etnia que constituye 60 por ciento de los 26 millones de malasios, es uno de los factores principales de la inmediata asistencia de Kuala Lumpur.
Los inmigrantes indonesios en Malasia, la mitad de ellos indocumentados, son pilar fundamental en los sectores de la construcción y la agricultura. La mayoría proceden de Java.
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El sismo, de magnitud 6,3 en la escala de Richter, dejó a decenas de miles de desplazados, que ahora duermen bajo árboles o en improvisados refugios de plástico, tela o cartón en una zona que todavía es sacudida por pequeños temblores.
Socorristas afirmaron que unas 200.000 personas quedaron sin hogar a causa del terremoto, el cuarto que sacudió al país en los últimos 17 meses.
Mientras, la creciente actividad del volcán Monte Merapi, al norte de Yogyakarta, principal ciudad y centro académico de Java, agrava los temores de una erupción.
Malasia también pidió a sus estudiantes de medicina en Yogyakarta que colaboraran con las tareas de socorro. Unos 350 estudiantes malasios se habrían quedado en Indonesia trabajando en el rescate y atención de víctimas.
Aquellos que regresaron a Malasia dieron testimonio de los momentos de desesperación que se viven en Java.
"Los afligidos sobrevivientes están exhaustos y hurgan la basura en busca de comida y ropa, mientras la lluvia cae sin cesar. Todo esta húmedo, y el olor de los cadáveres está en el aire", dijo a IPS la estudiante Norma Hassan
"Parece como otro Aceh", afirmó, en referencia a la provincia indonesia más azotada por el maremoto del 24 de diciembre de 2004 en el océano Índico, que mató a más de 280.000 personas en 12 países asiáticos.
"Es nuestro deber ayudar a la vecina Indonesia", afirmó el viceprimer ministro malasio Najib Razak.
Mientras, decenas de inmigrantes indonesios acudieron a la embajada de Indonesia en Kuala Lumpur y a oficinas de organizaciones no gubernamentales para pedir información sobre amigos y familiares en el distrito de Yogyakarta.
La Sociedad de la Media Luna Roja de Malasia creó un servicio telefónico llamado "Restaurando vínculos familiares" para que los inmigrantes puedan hablar con sus familias en Indonesia. La organización también abrió un fondo para las víctimas del terremoto.
Expertos en asistencia ante desastres celebran la movilización de suministros, pero temen que los esfuerzos, impulsados sobre todo por los medios de comunicación, disminuyan progresivamente y dejen a las víctimas a su propia suerte, como ocurrió tras el maremoto de 2004.
"Tememos que la movilización llegue a su fin si los medios no atienden las necesidades a largo plazo de las víctimas, y nos preocupa que los medios impulsen la recolección de materiales cuyo transporte es muy costoso y que posiblemente terminen en el mercado negro de Indonesia ", dijo un funcionario de la Media Luna Roja Malasia.
"La mejor donación que el público puede hacer es en efectivo. El dinero en efectivo es fácil de transferir, y será usado a nivel local para procurar todo lo que los heridos y desplazados necesiten. También ayuda a la economía local", añadió.
Aunque los socorristas malasios no lo dicen, otra preocupación es la rampante corrupción entre los funcionarios de Indonesia.
"¿Llegará toda la ayuda al pueblo o será robada y terminará en el mercado negro?", preguntó un médico integrante de un equipo de socorristas enviado a Yogyakarta por una agencia humanitaria regional.
El presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, quien se encuentra acampando en Yogyakarta, aseguró que se tomarán medidas para garantizar que la ayuda llegue a las víctimas, y advirtió a los funcionarios públicos contra la malversación de los fondos.
"Les pedí (a los funcionarios), y esto debe ser puesto en práctica, que mantengamos la transparencia y la responsabilidad. No malversar ni un solo dólar", dijo a periodistas.
También hay temor de que se acumule un exceso de material como resultado de los constantes llamados de los medios a donar tiendas de campaña, agua embotellada, ropas y otros elementos que la gente quiera desechar.
Tras el maremoto de 2004, contenedores cargados de materiales "donados" para los desplazados en Aceh terminaron abandonados en almacenes de Sri Lanka, Malasia e Indonesia como consecuencia de la burocracia y el alto costo del traslado aéreo de estos suministros.
"Las personas quieren ayudar, pero deben hacerlo con dinero en efectivo. Los medios deben ser más responsables y educar a las personas sobre las verdaderas dimensiones del desastre y cómo ayudar mejor", indicó a IPS el secretario general del Partido Socialista de Malasia, S. Arulchelvam.