Con el Congreso legislativo de Estados Unidos a punto de aprobar un nuevo presupuesto para el Departamento (ministerio) de Defensa, un nutrido equipo de expertos progresistas exigió cambios radicales al modo en que las autoridades asignan ese dinero.
Estados Unidos gasta hoy seis dólares en sus fuerzas armadas por cada dólar que gasta en seguridad interna, diplomacia, asistencia extranjera y no proliferación de armas de destrucción masiva, estos expertos alegan que una relación de tres a uno es más razonable y alcanzable.
El grupo, que se denominó Fuerza de Trabajo sobre un Presupuesto Unificado de Seguridad para Estados Unidos 2007, exige recortar 62.000 millones de dólares del presupuesto de defensa pendiente para 2007, de casi 440.000 millones.
La mayoría de los recortes afectan a sistemas de armas avanzadas que tienen poca relevancia para las amenazas con que Washington se enfrenta hoy.
De ese ahorro, 52.000 millones de dólares deberían incorporarse a la seguridad interna, particularmente a la mejora de la inspección de puertos, y a la ayuda al extranjero, con el fin de reducir o evitar el descontento y la hostilidad hacia Estados Unidos antes que se transformen en una amenaza militar real, según el informe.
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La Fuerza de Trabajo cuenta con el patrocinio de organizaciones como el Centro para la Defensa de la Información, el Grupo de Trabajo de Políticas de Seguridad y Política Exterior en Foco.
El informe de 45 páginas presentado el 3 de mayo alienta un nuevo marco de trabajo para que el Congreso considere la asignación de recursos a la seguridad nacional, al que denominó "Presupuesto Unificado de Seguridad" que dividiría los principales componentes en "ofensa" — principalmente fuerzas militares—, "defensa", es decir seguridad interna, y "prevención", que incluiría diplomacia, no proliferación de armas y asistencia al extranjero.
"Este presupuesto daría al Congreso una mirada panorámica, y proporcionaría la base para un debate mejor sobre las prioridades de esta nación en materia de seguridad", según el informe.
El estudio también reitera recomendaciones formuladas hace casi dos años por la Comisión 11/9, constituida para investigar responsabilidades de las autoridades en la imprevisión de los atentados del 11 de septiembre de 2001 sobre Nueva York y Washington.
La Comisión, cuyo informe que se convirtió en repentino éxito editorial, exigió la adopción de "una estrategia preventiva, tan o más política como la del ejército", y urgió al presidente y al Congreso a financiar adecuadamente el espectro completo de lo no militar, así como de lo militar, con herramientas de seguridad para librar efectivamente la "guerra global contra el terrorismo".
Ese punto de vista hace poco recibió apoyo de un número creciente de expertos conservadores, tales como el general Anthony Zinni, ex jefe del Comando Central de Estados Unidos, y el renombrado intelectual Francis Fukuyama, quien en su reciente libro "America at the Crossroads" ("Estados Unidos en la encrucijada") criticó la política estadounidense por considerarla excesivamente militarizada.
Con unos 440.000 millones de dólares para 2007, el presupuesto de defensa excedería los presupuestos militares combinados de las 25 naciones más poderosas después de Estados Unidos, según estimaciones recientes.
Pero el presupuesto del Pentágono declara muchos menos gastos militares que los reales. El Departamento (ministerio) de Energía, por ejemplo, tiene a su cargo actividades referidas a armas nucleares dotadas con una asignación de casi 22.000 millones de dólares para el año próximo.
El presupuesto regular del Pentágono también excluye el costo de las operaciones militares de Estados Unidos en Iraq y Afganistán, que actualmente cuestan casi 10.000 millones de dólares mensuales.
"Al sumar estos costos, el gasto militar para el año próximo excederá los 600.000 millones de dólares, una cifra que superaría tanto los altos valores de las escaladas de (la presidencia de Ronald) Reagan (1981-1989) y la guerra de Vietnam (1959-1975), en términos ajustados a la inflación", dijo Miriam Pemberton, del Instituto para los Estudios Políticos y coautora del informe.
Esa tendencia, según el estudio, es insostenible, dado el enorme déficit fiscal —más de 400.000 millones de dólares este año— bajo la presidencia de Bush y del proyectado crecimiento en el gasto del Pentágono, como quedó expuesto este año en la última Evaluación Cuatrienal de Defensa, documento oficial y periódico sobre políticas militares.
Al mismo tiempo que el gasto del Pentágono continúa creciendo, el gobierno de Bush recomendó algunos recortes a los de seguridad interna.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) consideró muy probable que terroristas introduzcan armas de destrucción masiva en Estados Unidos a través de sus puertos. Pero el gobierno intenta gastar "cuatro veces más en el sistema de defensa de misiles, la mayoría de cuyas pruebas fracasaron, que en seguridad portuaria".
Esas prioridades deberían cambiar, según el informe, que exige, por sobre todo, importantes recortes en sistemas de armas que, como el de defensa de misiles, son diseñados para contrarrestar amenazas convencionales.
Sin embargo, dado el actual predominio militar de Washington, es muy improbable que este tipo de amenazas militares se materialicen en los próximos 10 años, y aun después, sostuvieron los expertos.
Los programas nacionales de defensa de misiles, por ejemplo, deberían recortarse de los 10.400 millones de dólares propuestos para 2007 a 2.400 millones, en la visión del Grupo de Trabajo.
De modo similar, podrían ahorrarse 14.000 millones de dólares reduciendo el arsenal nuclear de Estados Unidos a 1.000 armas y eliminando el misil nuclear Trident II.
Casi 20.000 millones de dólares podrían ser recortados de varios importantes programas armamentistas, incluido el submarino Virginia-Class, el destructor DD(X), el avión de caza F-35, el avión V-22 Osprey, los programas de transporte aéreo C-130 y sistemas ofensivos a instalarse en el espacio, según el informe.
"Necesitamos dejar de gastar dinero en esos sistemas de armas que no hacen avanzar a la seguridad nacional", dijo el coautor del estudio Lawrence Korb, alto funcionario del Pentágono en la presidencia de Reagan y hoy en el Centro para el Progreso Estadounidense.
Unos 7.000 millones de dólares podrían ahorrarse desactivando dos áreas de la fuerza aérea y una fuerza de transporte de la armada, según el informe. Ese dinero podría reasignarse a programas clave, tanto diplomáticos como de seguridad interna, urge el informe.
En particular, las partidas de los programas del Departamento de Estado para frenar la proliferación de armas de destrucción masiva deberían incrementarse de los propuestos 1.300 millones de dólares a casi 6.000 millones.
El aporte de Estados Unidos a organismos internacionales y mantenimiento de la paz debería aumentar de 2.800 millones de dólares a más de 5.000 millones, y la asistencia oficial para el desarrollo a los países pobres, hoy de poco más de 3.000 millones, debería crecer 10.000 millones, prosigue el texto.
En cuanto a la seguridad interna, el informe llama a elevar el gasto en infraestructura de salud pública y personal de "respuesta rápida", como policías y bomberos, de 5.500 millones a 14.000 millones de dólares. Y el gasto en seguridad de contenedores y puertos debería aumentar de los propuestos 2.400 millones a 5.000 millones.
El informe también exige un presupuesto mayor para desarrollar fuentes de energía alternativa —iniciativa que el propio Bush formuló en su discurso sobre el Estado de la Unión, informe anual de la presidencia ante el Congreso— de los propuestos 1.200 millones de dólares a 10.000 millones en 2007.