DESARME-IRÁN: Nueva diplomacia marca la salida

El rechazo de Irán a un «paquete de incentivos» ofrecido por la Unión Europea (UE) a cambio de que detuviera su plan de enriquecimiento de uranio agravó la tensión entre Teherán y Occidente, y confirmó que se requerirá de una nueva clase de diplomacia para resolver la crisis.

El desaire iraní a la UE es digno de análisis tanto en su lenguaje como en su contenido. El miércoles, el presidente Mahmoud Ahmadinejad se negó a hablar de cualquier "incentivo", y comparó la propuesta europea con ofrecerle "unas pocas nueces" a un ingenuo niño de cuatro años para sacarle oro.

Por su parte, el canciller iraní Hamid Reza Asefi respondió ofreciendo también incentivos económicos a Europa a cambio de que se reconozca el derecho de su país a enriquecer uranio.

Esto deja bien en claro que Irán no está dispuesto a renunciar a su plan de desarrollo atómico, que asegura tiene objetivos pacíficos conforme al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).

Las potencias occidentales estarían muy erradas si piensan que podrán volver a aplicar la fórmula de 2003, por la cual Irán aceptó "voluntariamente" una moratoria de sus actividades nucleares, firmó un protocolo para permitir inspecciones intrusivas de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y accedió a someter a un gran número de sus instalaciones a las medidas de seguridad de ese organismo.
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Tras prolongadas inspecciones, la AIEA no encontró ninguna evidencia de que Teherán haya desviado material nuclear de los usos civiles a los militares. No obstante, las potencias de Occidente, lideradas por Estados Unidos, insisten en que el objetivo iraní es fabricar armas de destrucción masiva.

El nuevo punto muerto en que se encuentran las relaciones entre Occidente e Irán podría tener tres ramificaciones.

En primer lugar, es posible que Estados Unidos ejerza más presión contra Irán en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El grupo de países europeos que negocian con Irán sobre la cuestión nuclear, integrado por Alemania, Francia y Gran Bretaña y conocido como UE-3, difícilmente pueda resistir esa presión en este nuevo contexto.

Nada menos que el alto representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común, Javier Solana, fue quien ofreció el "paquete de incentivos", como una suerte de prueba a las intenciones de Irán con su plan nuclear.

Si Teherán "quiere construir una planta de energía atómica, la tendrá con la cooperación de la UE y con la mejor y más sofisticada tecnología. Si rechaza eso, significará que lo que busca es algo diferente", dijo Solana.

En segundo lugar, China y Rusia, que se oponen a aplicar sanciones internacionales contra Irán, podrían comenzar a vacilar ante la insistente presión de Washington y la intransigencia iraní. Si Beijing y Moscú no permanecen firmes ante las demandas europeas y estadounidenses, contribuirán a que la crisis nuclear se salga de control.

Ya hay señales de que ni China ni Rusia tienen una postura inamovible. Ambos gobiernos aconsejaron a Teherán que respondiera favorablemente a la oferta europea. Si repiten el patrón de su política en el pasado reciente, cuando no ejercieron su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir otras crisis internacionales, las sanciones contra Irán serían inevitables.

Finalmente, es muy poco probable que la amenaza de sanciones ni su aplicación real dobleguen a Irán.

Varios analistas políticos, incluyendo a algunos cercanos al gobierno iraní, dijeron a IPS en Teherán que el país no renunciará a su programa de desarrollo atómico, en el que ha invertido mucho esfuerzo y dinero.

El plan nuclear ha adquirido para la población un significado místico y se ha convertido en símbolo de orgullo nacional y logro tecnológico, señalaron. "Para alcanzar un acuerdo (con Teherán), al menos se deberá conceder una actividad (atómica) a pequeña escala", dijo un experto.

No obstante, existe disposición a negociar de parte del gobierno de Ahmadinejad. Como informó IPS anteriormente, los líderes iraníes desean evitar una confrontación y creen que la brecha entre sus intereses y los de los pragmáticos de Occidente no es insalvable.

"Al mismo tiempo, es difícil ver cómo sanciones convencionales podrían ser efectivas contra Irán. Un duro embargo a la exportación iraní de petróleo, por ejemplo, afectará a Occidente tanto como a Teherán", dijo el diplomático indio Mohammed Hamid Ansari, ex embajador en Irán y en la ONU.

Otras sanciones como embargos de armas, prohibiciones de viaje a líderes iraníes y el congelamiento de cuentas bancarias de Irán en el exterior serían aun menos efectivas. Teherán ha vivido con esa clase de sanciones desde la Revolución Islámica de 1979.

Todo esto reduce significativamente las opciones. Occidente podrá seguir presionando a Irán en el Consejo de Seguridad, pero no tendrá herramientas para obligarlo a ceder.

En términos generales, permanecen dos opciones, una coactiva y otra basada en la negociación, la persuasión y el acuerdo.

Estados Unidos explora la primera posibilidad. Ya tiene planes para un ataque militar contra más de 400 objetivos de Irán, incluyendo todas sus instalaciones nucleares.

El periodista investigador estadounidense Seymour Hersh reveló que estos planes incluyen el uso de armas nucleares tácticas.

Esta opción tendría consecuencias terribles, incluyendo un alto número de víctimas civiles, una ruptura con los 60 años de tabú sobre el uso de armas atómicas, masivas protestas antiestadounidenses en Medio Oriente, ataques de represalia iraníes contra Israel y Estados Unidos, sobre todo a través de acciones encubiertas en Afganistán e Iraq, y un reavivamiento de la indignación islámica de todo el mundo contra Occidente.

La Federación de Científicos Estadounidenses alertó que un ataque militar con armas nucleares tácticas podría matar a por lo menos tres millones de iraníes.

Esto sólo fortalece la opción de que se lleve adelante una diplomacia seria. Irán ha dado varias indirectas de que favorece este camino. La carta enviada por el presidente Ahmadinejad a su par estadounidense George W. Bush, la primera comunicación directa de un líder iraní con Washington desde 1979, es sólo un indicio.

Irán también sugirió que podría discutir una versión modificada de una propuesta hecha a fines del año pasado por Rusia, por la que ambos países asumían una empresa de riesgo compartido para enriquecer uranio en territorio ruso para ser usado en reactores nucleares iraníes.

Teherán quiere la plena participación de su personal en esta empresa, con acceso garantizado a todas las instalaciones de control conjunto.

También se pueden discutir otras soluciones que permitan a Irán realizar programas piloto de enriquecimiento de uranio bajo supervisión internacional.

Sin embargo, para que las negociaciones comiencen en buena fe debe haber claridad sobre los derechos y obligaciones de Irán bajo el TNP. Teherán insiste en que tiene plena potestad legal a realizar actividades nucleares pacíficas.

Las mismas potencias occidentales que sospechan hoy de sus intenciones promovieron en el pasado ambiciosos proyectos nucleares bajo la monarquía del shah Rezah Pahlevi, derrocada en 1979.

El TNP está construido sobre tres pilares: prohíbe a los estados que no poseen armas atómicas adquirir o fabricar ese tipo de material bélico, compromete a cinco estados con armamento nuclear (China, Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Rusia, que integran el Consejo de Seguridad de la ONU) a adoptar una política de desarme, y permite a todas las naciones acceder a tecnología nuclear sólo con objetivos pacíficos.

India, Israel y Pakistán también son potencias atómicas, pero no firmaron el TNP. Corea del Norte asegura tener armas nucleares, aunque eso no ha sido verificado por organismos independientes.

La mejor forma de avanzar sería derivar el debate sobre las obligaciones de Irán bajo el TNP a la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya. Esto se podría hacer a través de la Asamblea General de la ONU.

Una clarificación de la Corte podría preparar el terreno para futuras conversaciones. Quizás nunca antes se necesitó una diplomacia creativa como en estos momentos.

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