Gobiernos del Caribe apelan a agencias policiales y de seguridad de Estados Unidos y Europa para combatir al narcotráfico, el lavado de dinero y las pandillas violentas, lo que ocasiona gran variedad de conflictos.
Expertos del Buró Federal de Investigaciones (FBI) o de Scotland Yard (policía de investigación de Gran Bretaña) brindan apoyo a fuerzas policiales caribeñas y les aportan su experiencia.
Pero algunas de sus contribuciones han sido, por ahora, inútiles. La mayoría de los tribunales de la región aún no aceptan grabaciones de audio y video y análisis de ADN como evidencia, lo que dificulta el procesamiento judicial de casos severos y de alta repercusión pública.
Jamaica, que durante la mayor parte de la década del 90 soportó 1.000 asesinatos anuales, fue el primero en apelar a oficiales extranjeros.
El primer ministro P.J. Patterson ofreció el cargo de comisario asistente —el tercero en la escala jerárquica policial— a un funcionario de Scotland Yard. Además, dijo, podría contratar hasta 10 expertos de esa procedencia.
Trinidad y Tobago, país rico en petróleo y gas asolado por violentas pandillas vinculadas con el narcotráfico, secuestros y otros delitos violentos, contrató a 39 oficiales extranjeros. La medida no cayó bien en la Asociación Social y de Bienestar Policial local.
"Nunca hubo ninguna consulta, y todo lo que sabemos es lo que oímos y vimos en los medios de comunicación. Ha decaído el ánimo del servicio policial y, a menos que el gobierno aborde ciertas cosas, la situación no cambiará", dijo el portavoz de la asociación, Noel Chase.
"En última instancia, la responsabilidad del servicio policial de Trinidad y Tobago recae en nosotros. No olvidemos que Scotland Yard tiene sus propios elementos deshonestos. A menos que afrontemos el atraso en los salarios, las precarias condiciones laborales y los edificios decadentes, la moral seguirá siendo baja", opinó Chase.
En Santa Lucía, el gobierno de Kenneth Anthony, aterrorizado por la cantidad sin precedentes de asesinatos —37 en 2004 y 2005, ante menos de 15 en los años anteriores—, dejó de lado su orgullo nacional y contrató a siete policías británicos para trabajar codo con codo con los ya sobrecargados de trabajo detectives locales.
"La gravedad de los delitos violentos es tal vez el mayor freno al crecimiento y el desarrollo de Jamaica. Ningún país puede sobrevivir bajo esa carga", dijo en ese país caribeño el diplomático británico Phil Sinkinson, al presentar a los oficiales policiales de su país que se disponían a trabajar allí.
Guyana también sienta las bases para la cooperación policial con Gran Bretaña y Estados Unidos, en especial luego del asesinato el mes pasado del ministro de Agricultura Satyadeo Sawh, su hermano, su hermana y un guardia de seguridad residencial.
El gobierno de Bharrat Jagdeo pidió varias veces ayuda al FBI para mejorar una fuerza policial con escasos agentes mal pagados y poco dinero. El pedido fue formulado a raíz del asesinato el año pasado de cuatro estadounidenses en Guyana.
El FBI también aportó su experiencia en análisis de ADN y otras técnicas para determinar qué soldados robaron 30 rifles AK-47 de un arsenal del ejército guyanés en febrero.
El gobierno dijo considerar seriamente seguir el camino que ya transitaron otras naciones: contratar investigadores extranjeros como asesores.
El gobierno de Guyana, país que se enorgullece de su soberanía y del principio de no interferencia en los asuntos de estados independientes, dio libertad a funcionarios de Estados Unidos para desarrollar investigaciones e incluso análisis de ADN, dada la escasa preparación de la policía local en pesquisas en la escena del crimen.
Esta semana, agentes del FBI condujeron a policías y militares a una redada en una casa alquilada al sur de Georgetown. Allí arrestaron a dos ciudadanos de Trinidad y Tobago, incluido un miembro de la secta Musulmanes Negros, que intentó derrocar al gobierno del archipiélago en 1990.
El sospechoso, David Millard, requerido por cometer asesinatos en Trinidad, fue deportado.
Junto con el Comando Militar Meridional de Estados Unidos, con sede en Miami, el FBI proporcionó detectores de metales e información satelital a policías antinarcóticos de Guyana, a pesar de que se acusa a personal de esa unidad de robos a mano armada y ataques mafiosos contra poderosos empresarios.
Pero las autoridades prácticamente cedieron a Estados Unidos la lucha contra poderosos carteles de la droga —a los que el gobierno de George W. Bush atribuye más de una cuarta parte del producto interno bruto— porque las fuerzas locales no pueden hacerles frente.
Desde la violencia recrudeció en 2002, se registraron unos 460 asesinatos. Antes, había unos 50 al año.
Edwin Carrington, secretario general de la Comunidad del Caribe (Caricom) con su sede en Guyana, dijo que los delitos violentos se han convertido en un importante flagelo en el Caribe, como comentó en ocasión de la muerte del ministro Sawh y su familia.
"La cruel destrucción de la vida humana devastan nuestra decencia, civilidad, humanidad y espíritu caribeño", afirmó Carrington. "Semejantes actos de violencia no tienen lugar en la cultura democrática de la región y debilitan la estabilidad política, económica y social de los países de la Comunidad."
A Basdeo Panday, ex primer ministro de Trinidad y Tobago (1995-2001), él mismo convicto por un tribunal por no declarar sus ingresos ante una comisión de integridad en Londres, le preocupa que los oficiales blancos puedan no encajar tan rápidamente en la mayoría negra e india de los países del Caribe.
"Supongamos que ellos intentan arrestar a alguien por un delito y el ciudadano lo confunde con un turista", planteó. La relación entre oficiales extranjeros y fuerzas locales debe ser manejado cuidadosamente para evitar la alienación de los funcionarios en servicio, agregó.
Panday dijo hace poco que el hecho de que los policías británicos tuvieran que ser enviados a Trinidad "fue una bofetada para nosotros como país".
"Si esto va a ser un modelo, entonces necesitamos contratar a extranjeros para que administren al país entero, porque el gobierno es incompetente", opinó. (