El profesor de Literatura Cristián Warnken nunca imaginó que su marginación como conductor del programa «La belleza de pensar», transmitido por un canal para abonados en Chile, generaría una enorme indignación entre sus seguidores.
A pesar de que Canal 13 Cable, dueño de la marca, ha asegurado públicamente que el espacio seguirá siendo emitido con otro conductor, los telespectadores señalan que "La belleza de pensar" sin Warnken, quien entrevistó durante 10 años a artistas e intelectuales de todo el mundo, sería otro programa.
En una carta enviada a un diario local, la directora ejecutiva de la Corporación de Televisión de la Universidad Católica (Canal 13), Eliana Rozas, lamentó no haber llegado a un acuerdo con la firma productora del programa, de propiedad de Warnken, en torno al uso y comercialización de las entrevistas.
En la otra vereda, el conductor culpa directamente al canal de la no renovación del contrato.
Pero a los televidentes no les interesan los motivos. Hasta ahora han llenado la casilla de correo electrónico de Warnken con mensajes de apoyo, los foros de Internet se han colmado de reclamos y los diarios han publicado varias cartas rechazando la medida tomada por la estación de televisión.
Rconocidos poetas chilenos, entre ellos Nicanor Parra, Armando Uribe y Diego Maquieira, fueron algunos de los que repudiaron la marginación del entrevistador de la pantalla.
"Deseamos expresar nuestro pesar por el fin del programa 'La belleza de pensar', conducido y dirigido por Cristián Warnken. Su presencia en la pantalla durante todos estos años ha sido fundamental no sólo para la difusión de las artes, las ciencias y las letras, sino también para la dignificación de la televisión como medio educativo", señaló una misiva publicada en un diario electrónico.
"Esta polémica prende una luz roja, llama la atención sobre la importancia de los programas culturales chilenos y espero que las estaciones de televisión abierta así lo entiendan", dijo a IPS el presidente interino del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), Herman Chadwick.
El CNTV es un organismo autónomo, creado constitucionalmente en 1989 para velar, según su mandato, por el correcto funcionamiento de los servicios televisivos. El Consejo está compuesto por 11 miembros, que son designados por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado, atendiendo a un criterio pluralista.
El ente realiza periódicamente estudios para medir, entre otras cosas, el nivel de violencia mostrada en la pantalla y la cantidad de programas culturales emitidos, y está habilitado a cobrar multas a los canales que no cumplan con las normas establecidas.
También cuenta con tres fondos para fomentar la creación de espacios de calidad, a través de los cuales este año repartirá 1.158 millones de pesos (más de dos millones de dólares).
Por "La belleza de pensar" pasaron escritores como el guatemalteco Augusto Monterroso, el mexicano Carlos Fuentes, la española Rosa Montero, el portugués José Saramago y el peruano Mario Vargas Llosa, así como los ya fallecidos Adolfo Bioy Casares, de Argentina, y Roberto Bolaño, de Chile.
Además de los poetas Ernesto Cardenal, de Nicaragua, y Elicura Chihuailaf, de Chile, los filósofos Luc Ferry, de Francia, y Gianni Vattimo, de Italia, el dibujante argentino Roberto Fontanarrosa y el director de cine chileno Raúl Ruiz, entre muchos otros.
En "La belleza de pensar" sólo tiene cabida la conversación. Por eso la escenografía consta de una sala oscura, con el conductor y el entrevistado iluminados al centro, sin imágenes de relleno ni música de fondo.
Chadwick explicó que el CNTV mide periódicamente los minutos dedicados a las artes y las ciencias en la televisión abierta, cumpliendo de esta manera con la ley 18.838, que exige a los canales transmitir por lo menos una hora de cultura a la semana, entre las 18:00 y las 23:00 hora local, el espacio de mayor audiencia.
"Básicamente hemos constatado dos cosas: que los canales normalmente cumplen con la normativa, a pesar de que (la estatal) Televisión Nacional de Chile lleva ya dos incumplimientos y que los canales no toman mucha iniciativa en materia cultural", aseguró Chadwick.
Francisco Gedda, director de la carrera de Cine y Televisión del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, cree que la oferta de la señal abierta es extremadamente pobre en contenidos culturales.
"Los pocos programas de este tipo que se muestran en la pantalla tienen un sesgo científico hacia las ciencias biológicas en desmedro de las humanas y las exploraciones etnográficas", comentó a IPS este académico y cineasta.
En general, se trata de documentales extranjeros (estadounidenses e ingleses), algunos programas de factura nacional dedicados a la vida animal y uno que otro espacio que explora las costumbres y tradiciones chilenas.
En Chile existen siete canales de televisión abierta, uno de ellos estatal, sin embargo ninguno cuenta con financiamiento de las arcas públicas, por lo que su soporte es la publicidad. Según las estaciones, los contenidos culturales tienen poca audiencia, por lo cual deben ser subsidiados por espacios más exitosos, generalmente teleseries y estelares.
A juicio de Chadwick, las estaciones televisivas no hacen los esfuerzos necesarios para capturar a la audiencia con programas culturales, algo que sí hacen con espacios de farándula, noticieros o eventos deportivos.
"Si los canales ponen en práctica su creatividad e imaginación y hacen programas entretenidos y de gran calidad, tendrán una buena audiencia y podrán financiarse", arguyó.
Pero Gedda tiene una opinión aún más crítica. "El problema de fondo es que los criterios programáticos de los canales se rigen por la forma de financiamiento de la señal abierta", señaló el académico, quien es además director del programa "Frutos del país", emitido por la señal estatal y que muestra las tradiciones culturales de las zonas rurales chilenas.
"Los usuarios de la televisión chilena son los anunciantes y para que los mensajes publicitarios sean eficaces se requiere de un espectador estúpido y no de uno reflexivo y pensante, como el espectador de un programa como 'La belleza de pensar'", lo que explicaría que la pantalla esté atiborrada de programas fútiles, indicó.
De igual forma, criticó el sistema de medición de audiencia utilizado actualmente, porque considera a una reducida muestra, tiene en cuenta los ingresos de las personas y no su estrato socioeconómico y se centra únicamente en las grandes ciudades, especialmente Santiago, dejando afuera al mundo rural.
Como televidente, Loreto Pérez, de 29 años, reclama espacios que ahonden en la realidad nacional, pero que cuenten con un gran nivel de investigación y rigor científico.
"Se puede hablar sobre las enfermedades genéticas de los chilenos, reconstruir Santiago de hace 70 años, explicar los movimientos migratorios, en fin, contar los cambios que ha experimentado el país en las más diversas áreas", señaló Pérez a IPS.
No obstante, reconoce la responsabilidad que tienen los telespectadores en la actual oferta cultural de la televisión, ya que la mayoría de los chilenos se hunde en la inercia y prefiere ver programas fáciles de digerir y no reclama con fuerza contenidos de calidad.
También Abraham Vergara, de 25 años, echa de menos en la pantalla nacional programas que revivan diversas etapas de la historia de Chile. Por ahora, este ingeniero eléctrico es asiduo telespectador de los filmes documentales producidos por la cadena británica BBC y emitidos por el canal estatal.
Gedda advirtió que no habrá mayor cabida a la cultura en la televisión si no se cambia el modelo de financiamiento y la política de programación. "Por ejemplo, en Alemania, Inglaterra y Francia, el usuario de la televisión es el mismo que la financia, por lo tanto coinciden los intereses", planteó.
"En Francia se crearon grupos de participación, los cuales diseñaron en conjunto con los canales los formatos y contenidos de los programas (culturales), lográndose aumentar en un siete por ciento el rating total", experiencia que a su juicio se debe tomar en cuenta.