Cuando Rashid Abu Shabak se hizo cargo de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) el año pasado, la prensa lo llamó el «cazador de colaboracionistas», porque había arrestado a más de 100 sospechosos de entregar información de inteligencia a Israel. Muchos fueron encarcelados ilegalmente y ejecutados.
Pero muchos más fueron asesinados por milicias de la resistencia palestina, según organizaciones de derechos humanos. Desde que comenzó en 2000 la segunda Intifada (levantamiento contra la ocupación israelí), al menos 72 palestinos fueron fusilados, apuñalados y atacados con granadas por trabajar para las fuerzas de Israel, un crimen tan viejo como los 58 años del Estado judío..
"Los palestinos ni siquiera pueden presentar denuncias penales contra connacionales acusados de espiar para las fuerzas de seguridad de Israel", dijo a IPS Hamdi Shaqqura, director de la unidad de desarrollo democrático del Centro Palestino para los Derechos Humanos en Gaza.
No todos los colaboracionistas han sido asesinados. Los partidos políticos suelen darles oportunidad de rehabilitarse para que "den vuelta la página de sus vidas", dijo a IPS Shawan Jabarin, director general interino de al-Haq, una organización de derechos humanos de Ramalá.
Otro signo positivo es que cada vez son más los sospechosos de espionaje que van a juicio. Shaqqura dijo que el año pasado solo se registraron cinco asesinatos extrajudiciales, una notoria disminución respecto de los 22 de 2004 y los 12 de 2003.
El respeto del debido proceso "es una de nuestras demandas a la Autoridad Palestina", dijo Shaqqura. "En definitiva da sus frutos. Pero esto no significa que estemos a favor de la pena de muerte".
El Centro Palestino para los Derechos Humanos considera que los colaboracionistas son criminales de guerra y merecen penas de prisión. Su propósito es presionar al nuevo gobierno del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) para que tome ese camino legal.
Juicios justos con dictámenes adecuados pueden salvar vidas inocentes. Nasser Nushtaha, por ejemplo, fue secuestrado por Hamas en 2004 y asesinado durante el interrogatorio a que se lo sometió. Finalmente se comprobó que era inocente.
Azzam Azzam, un obrero textil druso israelí, proclamó su inocencia cuando fue acusado por Egipto en 1997 de ser espía de Israel. Sus ocho años en prisión son una muestra de la suerte que pueden correr los presuntos colaboracionistas..
Sus captores egipcios lo colgaron cabeza abajo, lo sometieron a choques eléctricos y a submarinos, según relató Azzam en un encuentro con estudiantes de la Universidad de Hebrón en Jerusalén.
El hombre perdió 18 kilogramos en una semana y fue transferido a una diminuta celda de 3,5 metros cuadrados conocida como "la tumba". Durmió sobre el piso frío y se vio obligado a hacer sus necesidades en un balde.
Azzam culpa de su órdago al inicio del gobierno de Benjamin Netanyahu ese año. "A los egipcios no les cayó bien el (que el derechista) Likud gobernara", explicó. "Fui víctima de eso".
Los verdaderos traidores a menudo se ven obligados por las circunstancias, dijo Jabarin. Los palestinos que pasan por dificultades económicas, y sobre todo aquellos que no pueden trabajar por las restricciones de circulación impuestas en la frontera por el gobierno israelí, se ven tentados por recompensas económicas, explicó.
Muchas veces también los palestinos son torturados y extorsionados para que renuncien a sus principios y espíen para Israel, una situación que ha sido documentada por varias declaraciones juradas, sostuvo Jabarin.
"Los israelíes los ponen en peligro. Los obligan a hacer el trabajo sucio. No solo que provean información sino que maten" a otros.
Hay opiniones encontradas con respecto a la posición en que quedan las familias de los colaboracionistas palestinos, ya que algunos de sus delitos las afectan injustamente. Algunos consideran que el delito es un acto individual y no compromete el buen nombre de todos sus integrantes. Pero hay familias que denuncian hostigamientos de su comunidad que ve a todos sus miembros como culpables.
Claro que no todos los palestinos son comprensivos con los motivos de los informantes y se alegran cuando el gobierno de Israel se los lleva. Esto ha pasado muchas veces. En 2002, militares israelíes invadieron cárceles y campos de detención y rescataron a sus ex espías.
Una vez en Israel, el problema es integrarse a la sociedad. Los servicios de seguridad interceden ante los tribunales para conseguirles documentos de identidad y dinero, y tratan de garantizarles derechos ciudadanos y servicios básicos Pero estos intentos no siempre dan resultados.
"Ninguna sociedad (del) mundo respeta a los colaboracionistas", dijo Jabarin. "Se los considera basura".
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