El gobierno de Pakistán soporta duras críticas de organizaciones humanitarias por haber clausurado campamentos de sobrevivientes del terremoto que el 8 de octubre pasado mató a cerca de 73.000 personas.
Veinticinco campamentos en la Provincia de la Frontera Noroccidental y cinco en la parte de Cachemira controlada por Pakistán, norte del país, quedaron cerrados el 9 de abril. Quienes vivían allí desde el terremoto no tuvieron más opción que volver a sus aldeas devastadas, todavía sin instalaciones básicas ni viviendas.
El terremoto, de 7,6 grados en la escala de Richter, derrumbó montañas, alteró el curso ríos y redujo aldeas enteras a escombros. Unas 400.000 casas fueron destruidas. La mayoría de las carreteras, escuelas y hospitales de las áreas afectadas o bien colapsaron o bien quedaron inutilizables.
El gobierno quiere que los aldeanos ayuden a la reconstrucción. "Estamos saliendo de la fase de socorro. Las personas deben ir a sus hogares para ayudar a los esfuerzos oficiales de reconstrucción de infraestructura y comunidades", dijo un portavoz del encargado de ayuda de la Provincia de la Frontera Noroccidental.
Pero los aldeanos desarraigados obviamente están muy ansiosos. "No sé cómo sobreviviremos en nuestra aldea", dijo Haleema Shahnaz, mirando los escombros que quedaron en las montañas al norte de Balakot (Provincia de la Frontera Noroccidental), en el sereno valle de Kaghan.
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"Dios salvó a mi familia del terremoto, pero no nos quedó nada en la aldea. Ni casa, ni pertenencias, ni negocio. ¿Qué haremos? ¿De qué viviremos?", preguntó una mujer de 35 años, madre de tres hijos, cuyo esposo trabaja como jornalero en la meridional ciudad de Karachi.
"El ejército nos dijo que debemos volver a nuestra aldea lo más pronto posible", dijo Ali Deedar, ex propietario de una pequeña tienda que perdió a siete miembros de su familia.
"La carretera que desapareció en el deslizamiento de tierra todavía debe ser restaurada. Simplemente estaremos atrapados en nuestra aldea", agregó.
Una notificación del gobierno aseguró que se asistiría a los habitantes de los campamentos en su regreso a sus hogares y que ellos podrían llevarse todas sus pertenencias personales y los elementos de ayuda humanitaria recibidos hasta ahora, como tiendas de campaña y mantas.
"Los miembros de las familias no serán separados durante el viaje. Se proporcionará transporte gratuito para sus animales", anunció el comunicado.
Pero Salim Shah, que estaba en camino desde un campamento en Islamabad a su aldea en el distrito cachemiro de Rawalkot, se quejó de que la policía revisó su equipaje y le permitió llevar solamente cuatro mantas. "Nos hicieron sentir como si fuéramos ladrones", dijo.
Se prometió a las familias que recibirían raciones de alimentos hasta por tres meses, y también que se les pagarían sumas en cuotas para reconstruir sus viviendas, mientras se llevara a cabo el proyecto.
Pero los procedimientos de evaluación y pago todavía deben ser anunciados, confirmó un funcionario de la Autoridad de Reconstrucción y Rehabilitación de Terremotos, creada para liderar las tareas posteriores al desastre.
A las organizaciones nacionales y locales de socorro les preocupa que la velocidad con que fueron clausurados los campamentos tenga serias repercusiones en los sobrevivientes.
"No podemos comprender la prisa con que el gobierno está clausurando estos campamentos. La mayoría de las personas no están prontas para regresar a sus aldeas, que no tienen las instalaciones mínimas que prometió el gobierno", dijo Sarwar Bari, quien preside la Organización de Desarrollo de Pattan, que dirige un pequeño campamento en Balakot.
Aparte de la falta de infraestructura, muchas familias desarraigadas ya no cuentan con medios de vida en sus aldeas.
Muchas víctimas no tienen tierras, ni para vivir ni para cultivar. Muchos de quienes las poseían las perdieron en los deslizamientos. Las autoridades todavía deben realizar un sondeo de las pérdidas económicas sufridas por las familias.
"El gobierno debe efectuar primero un estudio extensivo para entender las condiciones (de vida) de las personas desplazadas antes de forzarlas a regresar. Sus decisiones no están basadas en la investigación y conducirán a una migración urbana inmanejable", advirtió Bari.
Se estima que en las postrimerías del terremoto 150.000 personas se volcaron a unos 150 campamentos establecidos por el gobierno. Otros varios surgieron independientemente o a instancias de organizaciones no gubernamentales.
Seis meses después, "más de 64.000 sobrevivientes del terremoto abandonaron los campamentos de emergencia" para regresar a sus hogares, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Unas 86.750 personas permanecen en alrededor de 120 campamentos con 50 tiendas de campaña o más.
Aunque el gobierno dice que los regresos son voluntarios, quienes realizan tareas de alivio sugieren lo contrario. "Las personas son expulsadas de los campamentos en Balakot. Hasta hace una semana, los hombres del ejército literalmente amenazaban a la gente para que se fuera, pero luego de alguna resistencia local ahora por lo menos son amables", dijo Ikram Abid, quien dirige un pequeño campamento en Balakot.
Las familias que se resistieron a mudarse son derivadas a Kashtra, un campamento cercano a Garhi Dupatta, a 25 kilómetros de Balakot. "No hay muchos regresos 'involuntarios'", dijo Abid. "A la mayoría de quienes se van se les dijo que no recibirían ningún producto de ayuda en los campamentos existentes", explicó.
En una declaración emitida en Islamabad, Guenet Guebre-Christos, representante de Acnur en Pakistán, pidió al gobierno asegurarse de que los retornos no sean forzados, sino "informados y voluntarios".
Se vive una atmósfera de incertidumbre. "Con toda razón, las personas se sienten inseguras, dado que fueron excluidas de decisiones que van a determinar su futuro", dijo Paree Gul, consejera electa del escaño reservado para las mujeres en el septentrional distrito de Batagram.