ISRAEL-PALESTINA: Hogar, escondido hogar

Seis soldados israelíes vigilaban de cerca la nueva casa de Zal Abu Dahuk en Jerusalén oriental, que parece una tienda de campaña. Ellos mismos habían demolido la edificación original, a la que consideraban ilegal.

Abu Dahuk, un beduino que se gana la vida pastoreando sus ovejas, había sido autorizado a instalar una tienda, mientras sus abogados continúan defendiendo su derecho a la vivienda ante las autoridades israelíes.

Debajo de la tela, oculta a los ojos del ejército de Israel, estaba una estructura de madera con un techo de metal corrugado. Algo más parecido a una casa que una tienda de campaña, por cierto.

Los vigilantes soldados querían asegurarse de que el Comité Israelí contra la Demolición de Casas (conocido por sus siglas en inglés, ICADH) no reconstruyeran el hogar de Abu Dahuk. Al final del día, se retiraron del lugar creyendo que nada había sucedido allí.

El ICAHD es una organización israelí no violenta, opuesta a la demolición de viviendas de palestinos y otras minorías árabes en los territorios ocupados por Israel. Sus miembros se oponen así a lo que consideran la ocupación ilegal de tierra palestina por parte de Israel.

El Comité, que tiene su sede en Jerusalén, asegura que las fuerzas israelíes demolieron 12.000 casas de palestinos desde 1967.

Abu Dahuk nació en Jerusalén oriental en 1961. Allí vive con sus tres esposas, 17 hijos y 50 ovejas. El pastor le dijo a IPS que nunca se le permitió construir una casa porque carece de títulos de propiedad sobre la tierra en que vive. Israel también rechazó su oferta de arrendar el predio.

Se trata de un miembro de la tribu beduina Jahalin, comunidad tradicionalmente nómada que se gana el sustento con el pastoreo de ganado. Muchos se vieron obligados a adoptar un modo de vida sedentario con el paso de los años

Los beduinos son considerados una minoría, no solo en Israel sino también entre los palestinos. La cantidad de beduinos es difícil de estimar, pues muchos aún son nómadas o viven en poblados no reconocidos por el gobierno de Israel.

Se sabe, sí, que unos 138.000 viven en el israelí desierto del Négev, según el Centro de Estudios y Desarrollo Beduino en la Universidad de Ben Gurión, en la meridional región de Be'ersheva.

La propiedad y usufructo de la tierra siempre ha sido un asunto candente en Israel, en especial desde que el gobierno pasó a controlar en 1967 todo Jerusalén, las alturas del Golán, el desierto del Sinaí, la franja de Gaza y Cisjordania tras la guerra de los Seis Días contra Egipto, Jordania y Siria.

Desde entonces, mientras los palestinos han sufrido grandes dificultades para obtener permisos de construcción, las casas color arena con techos terracota surgieron como hongos en todo Cisjordania y Gaza.

Los asentamientos pueden verse con claridad en las colinas de Cisjordania, desde la casa de Abu Dahuk.

A lo largo de los años 90, los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza crecieron con rapidez, aunque el derecho internacional establece que una potencia ocupante no debe radicar a sus ciudadanos a tierras anexadas.

El gobierno israelí siempre rechazó la acusación de que razones políticas son las que obligan a las familias palestinas a afrontar una espesa burocracia para obtener permisos de construcción, con frecuencia sin éxito.

El bronceado Abu Dahuk, quien se cubre con una tradicional pañoleta blanca y roja, sufrió la demolición de su casa tres veces en nueve años. Pero el gobierno autorizó a un judío israelí que se mudó muy cerca de su hogar en 1990 a construir un edificio de dos pisos.

Ese vecino y sus amigos suyos intentaron expulsar de sus tierras a 200 palestinos cuyas familias viven en el lugar, en casas de cemento de unos 50 años de antigüedad, con fusiles kalashnikov, aseguró Abu Dahuk.

El portavoz de la administración civil del ejército israelí, Adam Avidan, dijo a IPS que su la fuerza debe lidiar todos los días con este problema creciente, y que incluso debió demoler casas construidas por israelíes de manera ilegal.

Pero el coordinador del ICAHD, Jeff Halper, lo niega. "Nunca demolieron la casa de un judío", dijo este judío nacido en Minnesota, Estados Unidos, y radicado en Israel desde hace 35 años.

Avidan se refiere, con seguridad, a las cabañas construidas por judíos para vender frutos en el verano, o refugios en cementerios, según Halper.

Pero cuando se trata de palestinos, el gobierno israelí demolió miles de casas en Cisjordania y Gaza por sospechar que albergaban combatientes o armas.

Pero 95 por ciento de los 12.000 casos de demoliciones registradas por ICAHD "no tenían nada que ver con la seguridad" y constituyeron, de hecho, "formas de castigo colectivo", sostuvo Halper.

El gobierno israelí reconoce solo los títulos de propiedad de la tierra de palestinos que hayan sido asentados en la Oficina de Registro de Predios de Jordania entre 1948 y 1967, cuando Israel ocupó Cisjordania.

Pero entonces las autoridades jordanas no admitían la propiedad de los terrenos, porque estaban enemistados con los palestinos, aclaró Halper.

Por los mismos motivos, tampoco es posible la construcción de viviendas de palestinos en Jerusalén oriental, donde viven muchos de los ciudadanos israelíes de origen árabe.

Varias áreas de Jerusalén oriental están asignadas a espacios verdes, y la mayoría de Cisjordania, a fines agrícolas, explicó Halper.

La intención última de Israel es mantener vastos sectores de territorio libre para el crecimiento de los asentamientos judíos y para el pasaje de las carreteras que usan los colonos, dijo Salim Sharamweh, un empleado de ICAHD que solicitó tres veces, sin éxito, permiso para construir su casa.

Otra motivación de las autoridades es alcanzar en Jerusalén una mayoría judía de 72 por ciento, agregó. Hoy, 67 por ciento de los 693.000 habitantes de la ciudad son judíos.

La mayoría de los palestinos residentes en Jerusalén oriental no son ciudadanos israelíes, pero cuentan con un permiso de residencia permanente que también les permite viajar dentro del país.

Como muchos de ellos, Abu Dahuk no puede encontrar espacio suficiente para vivir en Jerusalén. Por ahora, tendrá que conservar su casa oculta.

"Sacaré la cubierta en el verano. Para entonces, se habrán olvidado de mí", confió. (

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