Los círculos de política exterior de Washington, incluyendo a figuras cercanas al gobierno de George W. Bush, discuten de forma reservada sobre la necesidad de que Irán y los países árabes jueguen un papel decisivo en las negociaciones para terminar con la violencia sectaria en Iraq.
La promoción de la participación árabe e iraní en las negociaciones de paz de Iraq es similar a la posición que sostiene en privado el embajador estadounidense en Bagdad, Zalmay Khalilzad.
El especialista en Medio Oriente Steven A. Cook y miembro del no gubernamental Consejo de Relaciones Exteriores dijo a IPS que algunos expertos "cercanos al gobierno" de Bush han declarado en conversaciones privadas que Estados Unidos deberá incluir a Irán y a los países árabes en las negociaciones de paz.
Otro experto que pidió no ser identificado y que trabaja en grupo de estudios en Washington, señaló que los argumentos a favor de la inclusión de los iraníes y los árabes en el proceso de paz iraquí se han hecho cada vez más fuertes y urgentes en las reuniones extraoficiales de las últimas semanas.
Los defensores de esta idea argumentan que, dada la influencia de los Estados vecinos sobre las fuerzas políticas y militares chiitas y sunitas de Iraq, "hay que tener algo así como un 'grupo de contacto' que abarque a los países de la región para maximizar la influencia sobre las partes beligerantes iraquíes".
John Kerry, candidato presidencial del opositor Partido Demócrata en las elecciones de 2004, propuso en una columna en el diario The New York Times, el 5 de este mes, "una reunión cumbre parecida a los Acuerdos de Dayton" entre los aliados de Estados Unidos y la Liga Árabe para alcanzar un "acuerdo político" sobre Iraq, en referencia a la conferencia de paz que terminó en 1995 con la guerra de Bosnia-Herzegovina.
Kerry no mencionó a Irán.
El asesor en seguridad nacional del ex presidente Jimmy Carter (1977-1981), Zbigniew Brzezinski, es una de las figuras más destacadas en política exterior que reclaman públicamente la necesidad de un proceso de paz regional.
En el programa televisivo News Hour del 20 de marzo, Brzezinski sugirió que se propusiera a Iraq convocar a una "conferencia de vecinos musulmanes, que estén interesados en la estabilidad permanente de ese país y en ayudar a prevenir el estallido de una guerra civil".
En un discurso el 16 de marzo ante el Centre for American Progress (Centro para el Progreso Estadounidense), un grupo de estudios del Partido Demócrata, Brzezinski indicó que a Irán le convenía la estabilidad de Iraq.
Brzezinski confirmó a IPS por correo electrónico que también ha habido conversaciones privadas sobre su propuesta, pero no quiso dar mayores detalles.
En círculos cercanos a Washington crece el apoyo a un papel activo de Irán y los países árabes en las negociaciones de paz, ante la dramática escalada de violencia sectaria en Iraq desde el mes pasado.
Para muchos esto indica que la presión de Estados Unidos sobre los líderes chiitas para que se comprometan en un diálogo con los sunitas es un fracaso y no logra frenar la caída de Iraq hacia una guerra civil entre las fuerzas paramilitares de seguidores de esas dos ramas del Islam.
A medida que se agrava la violencia sectaria, crece la ansiedad del embajador Khalilzad por que su país considere la participación de iraníes y de árabes en un acuerdo sobre Iraq. En un artículo publicado por la revista Time el 20 de marzo, el periodista Aparisim Ghosh sostuvo que quienes conocen al diplomático "afirman que es consciente de que no tiene poder para evitar el desastre iraquí".
Ghosh citó a un visitante de Khalilzad quien señaló que el embajador se quejó de que "necesitaba más ayuda de Washington para poder aplicar la presión internacional sobre los adversarios en el conflicto de Iraq".
La "presión internacional" a la cual se refiere solo puede ser la presión de Irán sobre los líderes militantes chiitas iraquíes y la de los países árabes sobre los sunitas.
La aparente convicción de Khalilzad de que los iraníes estarían dispuestos a presionar a los chiitas para un acuerdo es apoyada por las observaciones del ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, Kenneth Pollock, respecto de la política iraní sobre Iraq luego de la invasión de Estados Unidos en 2003.
Pollock testificó el año pasado ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes que Irán había indicado a las milicias chiitas iraquíes entrenadas en territorio iraní y que se oponían duramente a la ocupación estadounidense que cooperaran con las autoridades de ese país para establecer un gobierno interino.
Pollock también aseveró que Irán se veía motivado por el deseo de evitar "una guerra civil y el caos" en Iraq, un asunto que es "el mayor de los temores y la prioridad excluyente" para Teherán.
Quienes se oponen a las conversaciones iraní-estadounidenses, por ejemplo el consejero en Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Stephen Hadley, y el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, intentan evitar la participación activa de los iraníes en negociaciones de paz.
El deseo de Khalilzad de incluir también a los vecinos árabes es rechazado por quienes siguen viendo a Iraq como un experimento para llevar la democracia al mundo árabe.
El experto Cook argumenta en un artículo en el sitio de Internet de la publicación The New Republic, que los países árabes no tienen ningún interés en ayudar a Estados Unidos a lograr que Iraq se convierta en un Estado democrático.
Empero, cualquiera sea su punto de vista sobre las instituciones democráticas, los países árabes están mucho más preocupados sobre los posibles impactos desestabilizadores en sus sociedades de una guerra civil entre sunitas y chiitas iraquíes, y sobre el peligro de que la red terrorista Al Qaeda consolide allí sus bases de entrenamiento de combatientes árabes para la guerra santa islámica.
Según un informe de la agencia Associated Press publicado a inicios de este mes, los jefes de inteligencia de seis países árabes (Arabia Saudita, Bahrein, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Kuwait) y de Turquía mantuvieron una serie de reuniones en las últimas semanas para discutir cómo enfrentar los impactos regionales del agravamiento del conflicto sunita-chiita en Iraq.
Arabia Saudita teme especialmente que la creciente violencia en Iraq repercuta negativamente en la minoría chiita en su propio territorio. Los países árabes también se preocupan por la desestabilización del Líbano, con su propio y prologando conflicto entre estas facciones.
Además de las preocupaciones sobre una posible guerra civil en Iraq, los vecinos árabes argumentan que la actual postura estadounidense en ese país del Golfo, que los excluye de las negociaciones, le hace el juego a Irán.
El Islam chiita es dominante en Irán y mayoritario en Iraq, al contrario que en el resto del mundo árabe.
"Cualquiera sea la solución al problema iraquí, no puede alcanzarse sin la participación de los árabes", dijo el jefe de la Liga Árabe, Amr Moussa, en la cumbre de esa organización regional el mes pasado en Jartum. "(Se) debe contar con el rol árabe" en los esfuerzos diplomáticos para estabilizar Iraq, concordó el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Ahmed Abul Gheit.
A pesar del temor árabe a una desmesurada influencia iraní en Iraq, no hay evidencias de que los vecinos estén esperando que los sunitas desalojen por la fuerza a la alianza gobernante de chiitas y kurdos. En cambio les preocupa la protección de los derechos de la minoritaria población sunita.
En una entrevista con un canal de televisión de Estados Unidos a mediados de febrero, el embajador saudita en este país, Turki al-Saisal, definió los dos intereses básicos de los sunitas iraquíes: "una participación igualitaria en los recursos de Iraq, principalmente el petróleo" y "estar a salvo de las represalias" de las milicias chiitas. Esa es una formulación con la cual el embajador Khalilzad estaría de acuerdo.
En noviembre, la Liga Árabe trató de ayudar a que las facciones sunitas y chiitas comenzaran un proceso hacia un acuerdo político al patrocinar una conferencia de partidos iraquíes en El Cairo.
En esa reunión, que excluyó a representantes de los rebeldes sunitas, los diplomáticos de la Liga Árabe lograron que los representantes de partidos de las dos ramas islámicas se pusieran de acuerdo en un conjunto de principios comunes.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.