Tres años después de la caída de Iraq, la capital de Estados Unidos es una olla de rumores sobre la aparente intención del gobierno de George W. Bush de atacar Irán, tal vez con armas nucleares.
En los últimos días, el diario The Washington Times y el londinense The Sunday Times, así como en los semanarios The New Yorker y The Forward —principal publicación de la comunidad judía estadounidense—, difundieron extensos informes sobre planes de ataque aéreo contra hasta 400 objetivos nucleares y militares iraníes.
El más espectacular fue el reportaje de The New Yorker, escrito por el veterano periodista investigador Seymour Hersh, el primero que informó hace dos años sobre los abusos a detenidos en la prisión bagdadí de Abu Ghraib.
Pero su nuevo informe, de 6.300 palabras y titulado "Los planes iraníes", se basa fundamentalmente sobre fuentes anónimas ajenas al gobierno.
Hersh sostuvo que fuerzas de combate estadounidenses ya ingresaron en Irán para recoger información y contactos entre "grupos antigubernamentales de minorías étnicas". The Washington Post no pudo confirmar ese dato.
El informe de The New Yorker indica también que las gestiones de altos oficiales militares para que el gobierno eliminara los planes de contingencia para el uso de armas nucleares contra blancos específicos fueron desoídas por las autoridades civiles del Departamento (ministerio) de Defensa.
Al contrario que los otros informes, el de Hersh indica que los ataques podrían ocurrir en cualquier momento. Los otros periódicos consideraron difícil que una operación así se ordenara antes de las elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos.
"Los funcionarios (del gobierno estadounidense) dicen que el presidente Bush está decidido a negar al régimen iraní la oportunidad de dar inicio a un programa piloto, previsto para esta primavera (boreal), de enriquecimiento de uranio", escribió el periodista.
Entrevistado por la cadena de noticias por televisión para abonados CNN el lunes, Hersh insistió en que la planificación del ataque se encuentra en una fase "operacional".
Sin desmentir específicamente ninguna de las afirmaciones de Hersh, el propio Bush advirtió el lunes que los últimos informes constituían una "especulación salvaje" y que su gobierno estaba comprometido con las soluciones "diplomáticas".
Al mismo tiempo, el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, insistió en que la fuerza militar continuaba siendo una opción en la baraja de Washington.
La repentina serie de informes periodísticos detallados deja formulada la pregunta de si el gobierno de Bush realmente planifica un ataque —si no inminente, entonces para luego de concluido el periodo presidencial, el 20 de enero de 2009, como afirma The Sunday Times— o si está embarcado en una guerra psicológica.
El objetivo de una conflagración "fría" sería persuadir a los gobiernos de Europa, entre otros aliados de Estados Unidos menos proclives a la guerra con Irán, que habrá acciones en caso de que el régimen en Teherán no acceda a las demandas de Washington.
No hay consenso en la respuesta a la pregunta sobre las intenciones del gobierno estadounidense.
Para algunos expertos, los beneficios de un ataque se verían muy minimizados por sus costos: desde un levantamiento chiita de inspiración iraní en Iraq a ataques con misiles contra campos petroleros de Arabia Saudita, pasando por un aumento de los precios del crudo, y sin mencionar un aumento del sentimiento antiestadounidense en Europa y el mundo islámico.
"Aunque puedan ser temerarios con la seguridad de Estados Unidos", los últimos informes y amenazas desde Washington "han tenido realismo y sangre fría en términos de poder político", dijo el experto en asuntos iraníes Gary Sick, de la Universidad de Columbia.
Para Sick, las últimas noticias constituyen una señal intimidatoria dirigida hacia Irán.
"Una de las herramientas de negociación más fuertes de Estados Unidos es la creencia generalizada en que Irán es irracional y capaz de las acciones más irresponsables. Ésos son sus antecedentes, y no hay necesidad de inventarlos", consideró el experto.
"Si pueden exponer esa reputación para mantener desequilibrado a Irán y a cualquiera, mejor", agregó, si bien, aun si ese análisis es correcto, "siempre hay un enorme peligro de mal cálculo y accidentes".
El ex funcionario de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Graham Fuller, hoy experto en Medio Oriente del centro académico RAND Corporation, coincidió con la evaluación de Sick.
Entrevistado por Forward, Fuller consideró que la última serie de informes periodísticos dejaba en evidencia "la fineza del aparato de desinformación y del arsenal psicológico de Estados Unidos (tal vez también de Gran Bretaña) contra Irán".
Estas tácticas "se han intensificado, tal vez a raíz de la frustración de que una guerra real, de hecho, no está más entre las opciones", agregó.
Otros analistas no consideran que el gobierno esté jugando.
"Durante meses, le he dicho a los encuestadores que ningún alto funcionario político o militar consideraba seriamente un ataque contra Iraq", dijo Joseph Cirincione, experto en proliferación de armas nucleares del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.
"Cambié de opinión en las últimas semanas", agregó. "En parte, porque me convencieron colegas con fuertes vínculos con el Pentágono (Departamento de Defensa) y con la Casa Blanca par quienes algunos altos funcionarios ya se han hecho a la idea de atacar Irán."
"Me preocupa que, desde hace varios meses, el gobierno ha dado asidero a versiones sobre una gran dosis de bombardeos contra el sector nuclear de Irán, sin sopesar suficientemente las posibles consecuencias de tal acción", declaró a The Forward el experto Wayne White, quien fue hasta 2005 el principal analista de asuntos de Medio Oriente del Departamento de Estado (cancillería) estadounidense.
Quienes más defienden la opción militar ante Irán son los mismos elementos belicistas, nacionalistas y proisraelíes dentro y fuera del gobierno que alentaron la invasión a Iraq en 2003.
En discursos pronunciados el mes pasado ante el Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), el vicepresidente Dick Cheney advirtió que, de mantener su programa nuclear, Irán debería afrontar "consecuencias significativas", que fueron elevadas por el embajador ante la ONU, John Bolton, a la categoría de "consecuencias tangibles y dolorosas".
En declaraciones a The Sunday Times, el ex jefe de los asesores civiles del Pentágono e ideólogo de la rama neoconservadora del Partido Republicano, Richard Perle, consideró que destruir el programa nuclear iraní sería mucho más fácil de lo que se creía.
"El ataque habría concluido antes de que nadie se enterara que sucedió", aseguró Perle. Bastaría una docena de aviones bombarderos B-2 en una sola noche, dijo.
"El gobierno habla muy en serio", añadió otro ideólogo neoconservador, Michael Rubin.
"Hay ciertos individuos dentro y fuera del gobierno que no vacilarían un segundo para recomendar un bombardeo contra Iraq", acotó Sick. (