Los últimos desafíos de Irán a la comunidad internacional por el desarrollo de su programa nuclear ponen a prueba el «poder sin igual» que, según expertos, han amasado en Estados Unidos los «grupos de presión proisraelíes».
John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago, y Stephen Walt, decano de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, ponían hace un mes el asunto en la agenda académica al publicar el ensayo "El grupo de presión proisraelí y la política exterior de Estados Unidos" y una versión resumida en Gran Bretaña.
En estos trabajos, Mearsheimer y Walt describían a este "grupo de presión" como "una amplia coalición de personas y organizaciones que trabaja activamente para que la política exterior estadounidense se vuelque hacia Israel".
Mucho más visible que cualquier otro grupo electoral interno, esta coalición, según estos dos expertos, empujó al Congreso legislativo estadounidense y al gobierno de George W. Bush a enfrentarse con Irán.
Esta política es promovida, además, por figuras del ala neoconservadora del gobernante Partido Republicano, quienes, tras impulsar la invasión a Iraq, se concentraron el año pasado en alentar un "cambio de régimen" en Irán y, de ser necesario, acciones militares para obligarlo a abandonar su programa nuclear.
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Este grupo está encabezado por el ex jefe de los asesores civiles del Departamento (ministerio) de Defensa e ideólogo neoconservador Richard Perle y por el ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) James Woosley.
Irán anunció el martes que había logrado enriquecer uranio, operación que permite tanto alimentar centrales de energía eléctrica como armas nucleares, desafiando una resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que lo insta a interrumpir esas actividades de enriquecimiento a partir del 28 de abril.
Una de las principales organizaciones de presión proisraelíes, el Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC) también está presionando al Congreso para que apruebe un proyecto de ley que aliente un cambio de régimen en ese país.
El Comité, cuya convención del año pasado resultó una enorme exhibición mediática acerca de cómo Teherán "procura hacerse de armas nucleares", también propone sanciones más severas contra compañías extranjeras con inversiones en Irán, una posibilidad a la que se resiste la Casa Blanca.
"El AIPAC fue el artífice casi exclusivo de este proyecto" señaló Trita Parsi, experta en asuntos de Medio Oriente de la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados. "No veo otros grupos importantes que hayan tenido alguna influencia" en la iniciativa legislativa.
Del mismo modo, el Comité Judío Estadounidense, considerado más moderado que el AIPAC, publica desde la semana pasada un anuncio de una página en los principales diarios de Estados Unidos, titulado "Irán nuclear es una amenaza para todos".
En el aviso aparece un mapa de Irán con círculos que representan radiación atómica, así como posibles objetivos de misiles nucleares. "Si un día Irán les da armas nucleares a los terroristas ¿podrá alguien sentirse seguro en algún lugar?", indica el texto.
Las relaciones internacionales de Estados Unidos —más allá de sus propios intereses nacionales, en especial la "guerra contra el terrorismo" declarada por Bush— están muy apegadas a Israel, argumentaron Mearsheimer y Walt, dos pilares de la corriente "realista" de política exterior, contrapuesta al ala neoconservadora.
Ambos expertos consideran que el poder del grupo de presión proisraelí procede, entre otros factores, de su capacidad para canalizar apoyo financiero hacia campañas electoral.es, tanto del Partido Republicano como del opositor Demócrata.
También influyen su destreza para organizar a sus simpatizantes y para descalificar las críticas considerándolas "antisemitas". Los propios Mearsheimer y Walt sufrieron este tipo de ataques.
"Ningún otro grupo de presión ha tenido tanto éxito alejando la política exterior de Estados Unidos de sus propios intereses, a la vez que convence a los ciudadanos de que los intereses de su país y de Israel son, en lo esencial, similares", afirmaron los autores.
Aunque este grupo de presión se compone fundamentalmente por judíos, también cuenta con la adhesión de destacados cristianos evangélicos, neoconservadores no judíos como Woosley y el ex secretario (ministro) de Educación, William Bennett, señalaron Mearsheimer y Walt
La presión de Israel y de los grupos de presión reseñados por Mearsheimer y Walt fue crucial en la decisión de invadir Iraq, aunque no fueron los únicos.
El análisis de los expertos menciona a importantes figuras israelíes y organizaciones judías que promovían públicamente la guerra contra Iraq, aunque advierte que la mayoría de los judíos estadounidenses eran escépticos y aun hoy se oponen duramente a la guerra.
Los neoconservadores, tanto dentro como fuera del gobierno, muy ligados a la visión más conservadora del partido Likud de Israel, también jugaron un papel destacado para conseguir apoyo al "cambio de régimen" en Iraq desde mediados de los años 90, según se indica estos ensayos.
Aun antes de la guerra en Iraq, destacadas figuras israelíes, especialmente el entonces ministro de Defensa Binyamin Ben-Eliezer y el primer ministro Ariel Sharon, describieron a Irán como la amenaza mayor.
Esa calificación fue recogida por el grupo de presión proisraelí inmediatamente después de la caída de Bagdad.
"La liberación de Iraq fue una de las primeras grandes batallas para el futuro de Medio Oriente. Pero la próxima —y no es que esperemos otra batalla militar— será la de Irán", escribió el director del semanario neoconservador The Weekly Standard, William Kristol, en mayo de 2003, poco más de un mes después de la invasión.
Poco después, los neoconservadores y otros republicanos belicistas seguidores del vicepresidente Dick Cheney lograron bloquear las conversaciones con Irán sobre Afganistán y liquidar la oferta iraní de entablar negociaciones sobre las asignaturas pendientes.
La creciente confrontación con Irán gana impacto por el hecho de que el grupo de presión proisraelí parece la única fuerza que alimenta activamente una crisis.
Destacados analistas, entre ellos halcones que alientan el control de armas y la presión sobre Irán por su programa nuclear, se han pronunciado contra una acción militar por considerarla peligrosa y contraproducente.
Analistas de la conservadora Fundación Heritage expresaron sus dudas. "Simplemente no tiene sentido desde un punto de vista geopolítico", sostuvo James Carifano, quien destacó la capacidad de represalia de Irán contra Estados Unidos e Iraq.
Para colmo, la comunidad de exiliados iraníes, en general partidarios de una mayor presión sobre Teherán, aparece igualmente dividida sobre las consecuencias de un ataque militar.
Algunos piensan que las agresiones fortalecen al régimen, indicó Walt a IPS. "Me cuesta creer que las compañías petroleras estadounidenses apoyen la opción militar, porque rechazan la violencia y todo lo que signifique un riesgo político o generar inseguridad."
Por otra parte, a pesar de que el grupo de presión proisraelí insiste en que la acción militar contra el programa nuclear de Irán debe ser el último recurso, está convencido que será necesario recurrir a él si fallan los esfuerzos diplomáticos, la presión económica y las acciones encubiertas.
El presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad "considera a los occidentales como marionetas y piensa que en algún momento nos vamos a hundir", comentó a la revista The New Yorler Patrick Clawson, subdirector de investigación del Instituto Washington sobre Políticas de Medio Oriente, organismo académico del AIPAC.
"Tenemos que estar preparados para enfrentar a Irán si la crisis se intensifica", sostuvo Clawson. "Irán no tiene opción. O accede a las demandas de Estados Unidos o se enfrenta a un ataque militar."
Ese fue, palabras más o menos, el mensaje de Perle ante la convención que el AIPAC realizó el mes pasado.
La convención, que contó con la participación del halcón supremo, el vicepresidente Dick Cheney, auguró "consecuencias significativas" si Irán no congela su programa nuclear.
A la reunión asistieron varios cientos de legisladores democráticos y republicanos, en una demostración cruda de poder político.
"No creo que haya otro grupo en el país capaz de organizar dos conferencias sucesivas en las cuales el tema central sea la guerra en Irán", observó un funcionario de trayectoria de otra destacada organización proisraelí que pidió no ser identificado. "Son la principal fuerza detrás de todo esto."