La sorpresiva muerte este sábado del ex presidente serbio Slobodan Milosevic volvió a atraer la atención mundial sobre su polémico régimen (1989-2000) y despertó dudas sobre el futuro de Serbia.
"La historia todavía debe expedirse sobre la década de gobierno de Milosevic en Serbia, marcada por la controversia. Pero su muerte prematura significa que se ha perdido una oportunidad para conocer más sobre las guerras de los años 90 y cerrar una etapa, y eso es una lástima", dijo a IPS el historiador serbio Predrag Markovic.
Milosevic, de 64 años, fue hallado muerto este sábado en su cama de la unidad de detención en el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, en La Haya, Holanda.
El Tribunal emitió un comunicado señalando que un médico holandés constató la muerte, y que las autoridades locales iniciaron una investigación sobre lo ocurrido, incluyendo una completa autopsia y un examen toxicológico.
Fuentes del Tribunal dijeron a IPS que se había descartado el suicidio, y que Milosevic habría muerto mientras dormía por la noche. Hacía varias horas que había fallecido cuando un guardia intentó despertarlo en la mañana.
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Milosevic gobernó Serbia entre 1989 y 2000. Fue derrocado por un levantamiento popular luego de haberse negado a aceptar su derrota en las elecciones presidenciales.
Su régimen estuvo marcado por las guerras que desintegraron a la antigua Yugoslavia, entre 1991 y 1995. Su ejército participó activamente en estos enfrentamientos bélicos bajo el pretexto de "proteger a la población serbia fuera de la misma Serbia".
Más de un millón de serbios vivían entonces en Bosnia y Croacia, y Milosevic aseguraba que estos estaban bajo la amenaza de croatas y musulmanes.
Belgrado consideró los intentos independentistas de Bosnia y Croacia como una secesión y un intento de expulsar a los serbios de esos territorios.
Miles de paramilitares serbios participaron en los conflictos, conquistando territorios y cometiendo numerosos crímenes de guerra.
La comunidad internacional adoptó sanciones contra Serbia a partir de 1992 y hasta que Milosevic fue depuesto en 2000.
Durante su gobierno, Serbia se empobreció. Más de 400.000 personas jóvenes y de alto nivel cultural huyeron del país en busca de un mejor futuro en el extranjero. La escasez de profesionales de entre 35 y 50 años es notoria hoy en todo el país, de 7,5 millones de habitantes.
Tras las sanciones, Serbia sufrió 11 semanas de bombardeos en 1999 por parte de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en respuesta a la represión ordenada por Milosevic contra los dos millones de albaneses en la meridional provincia serbia de Kosovo.
Desde entonces, la opinión de los serbios está dividida sobre las políticas de Milosevic.
Los conservadores y nacionalistas todavía defienden su imagen, mientras que los intelectuales, los profesionales jóvenes y los estudiantes lo ven como el hombre que acabó con la antigua Yugoslavia.
"El Tribunal de La Haya mató a Milosevic", dijo a IPS Zoran Andjelkovicl, uno de los líderes del Partido Socialista, del ex mandatario fallecido.
La decisión del Tribunal de no permitirle ir a Moscú para recibir tratamiento fue como "firmar su sentencia de muerte", sostuvo.
Milosevic tenía dificultades de salud desde hacía tiempo y había pedido un traslado a la capital rusa. Sufría de presión arterial alta y problemas cardíacos. Pero su demanda fue rechazada, ya que los jueces entendieron que se trataba de una estrategia para reunirse con su familia.
La esposa de Milosevic, Mira Markovic, y el hijo de ambos, Marko, viven en Moscú desde hace varios años.
"Toda la responsabilidad por la muerte de mi hermano reside en el Tribunal", afirmó Borislav Milosevic, también radicado en la capital de Rusia.
Milosevic fue trasladado al centro de detención del Tribunal por parte de las nuevas autoridades serbias en junio de 2001. Sobre él pendían 66 acusaciones de genocidio y crímenes de guerra cometidos en Bosnia, Croacia y Kosovo.
El juicio comenzó en febrero de 2002 y se pospuso una docena de veces debido a las dificultades de salud del ex presidente.
El proceso debía reiniciarse a fines de este año.
Analistas señalaron que, más que lograr una sentencia contra Milosevic, la importancia del juicio era conocer la verdad sobre lo ocurrido en los Balcanes y lograr la reconciliación de las naciones enfrentadas en los años 90.
"Es un golpe muy grande para el Tribunal, pero también para Serbia", dijo a IPS la analista Sonja Biserko, directora del no gubernamental Comité Serbio de Helsinki para los Derechos Humanos.
"Es una pena que el Tribunal no haya alcanzado un veredicto. La posible sentencia de culpabilidad hubiera ayudado a los serbios a cerrar las heridas causadas por los crímenes cometidos en su nombre. Pero ahora se perdió la oportunidad", afirmó.
Gran parte de la población serbia niega que su ejército haya cometido crímenes de guerra, incluyendo la comprobada masacre de cerca de 8.000 musulmanes en el oriental enclave de Srebrenica en 1995.
"Es una pena que el juicio no haya finalizado", dijo a IPS el periodista Dejan Anastasijevic, especializado en las guerras de los Balcanes y quien fue también testigo ante el Tribunal.
"No habrá un fallo que diga si Milosevic fue culpable o no. Esto sólo significa una cosa: los serbios que lo apoyaron seguirán creyendo que fue un héroe, y los que lo consideran un tirano seguirán pensando así. La división continuará", añadió.