SALUD-MAURICIO: La muerte llega con las lluvias

Hasta hace pocos meses, el habitante promedio de Mauricio quedaba sin respuesta si se le preguntaba qué era la «chikungunya», pero ahora es una palabra familiar para la mayoría.

Se trata de una enfermedad transmitida por un mosquito, que se propagó rápidamente durante la actual temporada de lluvias por todo este país insular africano en el océano Índico.

Unos 157.000 de los 1,1 millones de habitantes de Mauricio estarían infectados por el virus, que ya mató a 77 personas en la localidad de Réunion, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Ahora, el índice de infecciones aumenta día a día. Las autoridades sanitarias confirmaron 1.322 nuevos casos el jueves.

El brote está concentrado en Mahebourg, una aldea en el sur de la isla, desde donde la enfermedad se propagó a la septentrional localidad de Triolet.

IPS visitó a varios pacientes en un hospital de Mahebourg que luchan contra la chikungunya, una palabra swahili que significa "caminar encorvado".

Los enfermos de chikungunya padecen de fiebre, puntadas en la cabeza y fuertes dolores en las coyunturas de los tobillos y muñecas, lo que los obliga a adoptar una postura encorvada al andar.

"Sufro de vómitos, y me duele todo el cuerpo. No sé qué me está pasando", gritaba en el hospital una joven mujer, Karuna Lalchand, mientras un hombre que también se había infectado respiraba con gran dificultad.

Varias enfermeras en Mahebourg también se contagiaron. "Muchas de mis colegas están enfermas y se quedaron en sus casas. No hay suficiente personal para atender a las casi 400 personas que llaman al hospital todos los días porque tienen fiebre", dijo una de las trabajadoras de salud.

La situación es similar en otros centros sanitarios del país, donde ya no hay más camas para los pacientes de chikungunya.

Por otra parte, cientos de personas, temerosas de contraer la enfermedad, acuden a los médicos para consultarlos ante el menor síntoma.

Los casos de chikungunya son típicos en la temporada de lluvias, como la que atraviesa actualmente Mauricio, ya que los mosquitos transmisores se reproducen en el agua estancada.

Con una breve visita a la pantanosa aldea de Triolet uno puede comprender por qué la enfermedad se propaga tan rápido. Allí abundan los contenedores de basura y bolsas de plástico abandonadas, todos receptáculos del agua de lluvia, que también se acumula en el techo de las casas, por lo general mal diseñadas.

"Nunca secamos el agua" de los techos, admitió Ramesh Pandit, un residente de Triolet.

La enfermedad avanzó a pesar de una campaña del gobierno para combatirla, que sigue las mismas pautas de una iniciativa contra la malaria en los años 70.

En toda la isla, trabajadores de la salud asesoran a los ciudadanos y les enseñan a limpiar los ríos y tierras abandonadas, mientras se lleva adelante una masiva tarea de aspersión de insecticida en zonas de riesgo.

Los medios de prensa, en particular las radios, dedican mucho espacio a la información sobre la chikungunya, mientras los consejos locales, como los de la septentrional localidad de Montagne-Longue y de la oriental Saint Julien d'Hotman distribuyen panfletos con información sobre el virus y su forma de prevención.

Uno de los consejeros, Ramesh Maudhoo, sostuvo que tanto las autoridades como los ciudadanos eran responsables de la propagación de la enfermedad.

"Las primeras no proveyeron suficientes servicios para la disposición de la basura, y los segundos transformaron tierras abandonadas, carreteras y riberas de ríos en vertederos", afirmó.

Mientras, los ancianos de las zonas más afectadas huyen a otras partes de la isla para no exponerse a los mosquitos.

La venta de productos repelentes se disparó en los últimos meses, desde cremas hasta vaporizadores electrónicos, así como las redes contra mosquitos.

Una compañía informó haber vendido ocho veces más de estos productos en febrero que durante toda la temporada veraniega de 2005, que dura unos seis meses.

Decenas de personas acuden a las farmacias en busca de algún tipo de medicamento contra la enfermedad. Sin embargo, aún no se ha creado ningún tratamiento para curarla o prevenirla. A los pacientes simplemente se les dan medicamentos para reducir la fiebre y el dolor.

A pesar de la preocupación por el mal, la OMS no ha ordenado restricciones de viaje a Mauricio, que posee una importante industria turística.

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