El comercio de emisiones de dióxido de carbono en Europa implica enormes beneficios económicos para las empresas privadas desde su introducción el año pasado, pero las reducciones de los gases que recalientan la atmósfera son insignificantes, se quejaron ambientalistas.
En Francia, el grupo de compañías químicas Rhodia invirtió 20 millones de dólares en 1998 en su planta de Mullhouse, cerca de la frontera con Alemania, para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, el principal de los cuales es el dióxido de carbono.
Por esa pequeña inversión, Rhodia obtuvo certificados de emisión de carbono cuyo valor actual es de más de 1.000 millones de dólares en el mercado de intercambio de derechos de emisión que desde hace seis meses está funcionando en la Unión Europea.
Esta empresa realizó inversiones similares en sus plantas de Onsan, en Corea del Sur, y Paulinia, en Brasil.
La mayoría de los científicos consideran que los gases invernadero, incluidos el óxido nitroso y el metano, son responsables del recalentamiento de la atmósfera que está alterando el clima del planeta.
Dentro del Protocolo de Kyoto sobre cambio climático, que obliga a las potencias industriales partes a reducir su contaminación de gases invernadero a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990, existen varios mecanismos para atraer el interés de las compañías que deben efectuar dichas reducciones.
Por ejemplo, las que logre una empresa mediante sus inversiones en los países en desarrollo también cuentan para sus ahorros en el mercado nacional de emisiones.
Al reducir lo que contamina por debajo de los límites permitidos, la empresa obtiene certificados de emisión que puede vender, sin salirse de su cuota, a otras compañías que están arrojando gases a la atmósfera por encima del límite.
Rhodia obtuvo inesperadas ganancias debido al extraordinario rendimiento de su inversión en el mercado de certificados. Durante años, la compañía ha luchado con los altos precios de las materias primas y una disminución general del crecimiento de la economía..
"Una vez alcanzado el acuerdo político que establece un mecanismo regido por el mercado para comercializar emisiones de gases invernadero, es normal que las corporaciones privadas como Rhodia intenten obtener provecho económico", dijo el director general de esta empresa, Jean-Pierre Clamadieu, en una conferencia de prensa.
La Unión Europa (UE), responsable de más de 22 por ciento de las emisiones de gases invernadero del mundo, acordó reducirlas en ocho por ciento con respecto a los volúmenes registrados en 1990. Para tales fines, creó en 2002 un sistema que estableció cuotas reducidas de emisión a cada país con respecto a sus emisiones anteriores.
Las cuotas de derechos de emisión se pueden vender en una bolsa especial de valores, Powernext, con sede en París. En ella se instrumentó un mercado para facilitar el intercambio al contado de certificados de dióxido de carbono, llamado Powernext Carbon que funciona desde el 24 de junio de 2005.
Powernext Carbon se basa en las cuotas de gases emitidos en los 25 países de la UE que tiene como unidad de cotización la tonelada equivalente de dióxido de carbono.
En enero de este año, Powernext registró transacciones por un valor equivalente al derecho de emisión de 1,9 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que representa un crecimiento de 163 por ciento con respecto al volumen promedio mensual transado entre junio y diciembre de 2005.
"El mercado se está expandiendo, se puede decir que está en alza", dijo a IPS Thierry Carol, director de marketing de Powernext.
Mientras que estos guarismos muestran que el esquema es exitoso, las organizaciones ambientalistas afirman que las grandes compañías se benefician con este sistema sin que el volumen de emisiones se reduzca significativamente.
Las cinco mayores firmas de energía de Alemania están traspasando los costos de las emisiones a los precios que pagan los usuarios de electricidad, dice un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés).
Esta organización ambientalista estima que los derechos de emisión asignados a las cinco firmas de energía representan un costo máximo de unos 400 millones de dólares al año. "Pero al sumar los derechos de emisión al cálculo de los precios al consumidor, las compañías están ganando 10.000 millones de dólares al año", se explica en el informe
"Las ganancias de estas empresas podrían dispararse a más de 75.000 millones de dólares para el período que va de 2005 a 2012 y serían legales", dijo a IPS Matthias Kopp, uno de los autores del informe de WWF.
El Protocolo de Kyoto entró en vigor en febrero de 2005. El plazo para alcanzar las metas de reducción de emisiones expira en 2012.