BIODIVERSIDAD: Una innovación latinoamericana

El principal capital de la Red de Fondos Ambientales de Latinoamérica y el Caribe (Redlac) no son los 700 millones de dólares que maneja, sino la capacidad acumulada en más de 3.000 proyectos financiados y la experiencia intercambiada entre sus 21 afiliados de 14 países.

Esa evaluación de Elías de Araújo, director del brasileño Fondo Nacional de Medio Ambiente (FNMA), fundamenta la propuesta de que el Convenio sobre la Diversidad Biológica incorpore los fondos ambientales como "mecanismos eficientes" para atraer recursos y financiar la conservación y uso sustentable de la biodiversidad.

La propuesta sugerida por Redlac fue oficialmente presentada por Perú con apoyo regional. "Será uno de los mejores aportes latinoamericanos" en la conferencia de las partes del Convenio que concluirá a fin de mes en Curitiba, Brasil, dijo Araújo a IPS.

Esos fondos son "flexibles, comprenden la realidad cultural y política de las comunidades" y se adaptan de manera más eficiente a las exigencias locales, algo dificil para las instituciones internacionales, resumió Charles Barber, de la gubernamental Agencia para el Desarrollo Internaciona de Estados Unidos (Usaid).

Pero ésa es una conquista de América Latina, donde los fondos ambientales se consolidaron. Sin embargo, su implementación en otras regiones en desarrollo afronta obstáculos, por situaciones institucionales y financieras menos favorables, observó Barber, basado sobre su larga experiencia en otros continentes.

Redlac decidió destinar una pequeña parte de sus recursos para "facilitar a fondos de otras regiones la concreción de su propia experiencia", sin imposición de modelos, anunció el peruano Alberto Paniagua, presidente de la Red.

Se trata de formar redes de intercambio de tecnologías y buenas prácticas, ante el interés despertado por la experiencia latinoamericana,

La idea se verá impulsada por la concesión de un préstamo de un millón de dólares por el Fondo Global para el Medio Ambiente (GEF, por su siglas en inglés), destinados a que Redlac desarrolle un banco de datos sobre buenas prácticas de conservación y uso de la biodiversidad.

La Red se constituyó formalmente en 1999, después que proliferaron los fondos ambientales como respuesta a la Cumbre de la Tierra celebrada en 1992 en Rio de Janeiro. América Latina es reconocida como la región donde más progresó el intercambio de conocimientos y buenas prácticas.

Los recursos financieros que manejan parecen limitados, pero los préstamos concedidos sirven de palanca para créditos adicionales, y lo más importante es que esos fondos fomentan "buenos proyectos", capacitando comunidades rurales, indígenas y organizaciones de variada índole, destacó Araújo.

La Fundación PUMA (Protección y Uso Sostenible del Medio Ambiente), de Bolivia, mantiene desde 2003 una Escuela de Proyectos donde se capacita a comunidades pobres con el fin de que transformen sus ideas y actividades en planes calificados para la financiación.

Últimamente viene descentralizando los cursos, que son gratuitos, llevándolos a los lugares donde surgen las propuestas.

Entre los proyectos financiados en comunidades indígenas figuran el manejo, procesamiento y comercialización de recursos medicinales agroforestales y frutas silvestres, el repoblamiento de lagos con peces endémicos y su aprovechamiento y el uso de fibra de vicuña en dos provincias de Oruro.

La red latinoamericana tiene entre sus principales misiones "promover la interrelación", para que todos aprovechen las experiencias.

El FNMA brasileño, por ejemplo, acostumbrado a financiaciones de centenares de miles de dólares, tuvo dificultades para financiar pequeñas organizaciones. La solución fue enviar una coordinadora del sector a un curso en la Fundación PUMA, informó Araújo.

En Brasil solo el FNMA y el Fondo Brasileño para la Biodiversidad integran la Redlac, pero se identificaron 56 fondos que ofrecen 47 millones de dólares al año en créditos a proyectos ambientales, excluyendo los de saneamiento básico, que exige recursos mas abultados.

Brasil se apresta a formar su propia Red de Fondos Socioambientales, siguiendo el modelo latinoamericano, anunció Araújo.

Los fondos ambientales son instrumentos participativos, que involucran a múltiples sectores de la sociedad y en su actuación promueven estudios sobre uso sustentable de la biodiversidad y terminan influyendo en las políticas ambientales, dijo Juan Carlos Chávez, gerente general de Fundación PUMA.

Además de financiadores que complementan los grandes fondos como el GEF, "son también un instrumento de gestión" que, como están cercanos a las comunidades beneficiadas, tienen "sensibilidad para la agricultura y actividades comunitarias" y conocen la lengua local, señaló Alain Lambert, experto del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

Además son "replicables" en otras regiones, por ello constituyen una prioridad del Pnuma como mecanismo "clave" para el futuro de la biodiversidad de la Tierra, concluyó.

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