Durante miles de años, los agricultores africanos confiaron en la sabiduría tradicional para manejar y conservar el agua.
El reconocimiento y promoción gubernamental de esos conocimientos es objeto de cierto debate en África austral, y se renovó este miércoles en ocasión del Día Mundial del Agua, que se celebra este año bajo la consigna "Agua y cultura".
"El gobierno no puede responder adecuadamente a las sequías e inundaciones. Creemos que debería reconocer que las comunidades locales actúan por su cuenta", dijo Jacqui Goldin, investigadora del no gubernamental Instituto Internacional par el Manejo del Agua (IWMI), cuya sede regional está en Pretoria.
Goldin encabeza un equipo que investiga las prácticas ancestrales de manejo del agua en la septentrional provincia sudafricana de Limpopo, en especial el área de Soutpansberg Oriental, donde el líquido escasea.
Investigadores detectaron ciertos principios sobre el manejo del agua que pasaron oralmente de generación en generación.
"Las normas son muy estrictas y se aplican a partir del momento en que se encuentra una fuente de agua. No debes lavarte ni lavar tu auto en la parte superior de la fuente, donde sólo puedes beber. El agua es estrictamente para uso doméstico, y la gente la usa con extremo cuidado", dijo Goldin a IPS.
Las restricciones son mayores si el clima se vuelve más seco. "Durante la sequía, la prioridad son la familia y los enfermos. Luego, las vacas y las cabras. Los hombres, por lo general, están al final", añadió la investigadora.
Los expertos del IWMI también descubrieron que el uso de mecanismos tradicionales de manejo del agua ayuda a unir a las comunidades.
"Las mujeres usan la fuente del río para reunirse, conversar e intercambiar ideas sobre problemas comunes. Si todos recibieran agua en sus casas, esa interacción no existiría", indicó Goldin.
Pero otros especialistas consideran que esos mecanismos son de uso limitado.
"África tiene mucho que cambiar y debe adoptar nuevos métodos de almacenamiento y manejo del agua", dijo Phillip Mudehwe, director regional de políticas de agua y saneamiento de la Cruz Roja, desde su oficina en Harare.
"Los métodos tradicionales, en que la gente esperaba la lluvia y si no venía decían 'estoy acabado', deben ser abandonados. Deben desarrollarse modernos mecanismos de irrigación", agregó.
"No podemos depender del clima, que solía ser pronosticable. El de hoy no lo es, y a veces faltan las lluvias", indicó Mudehwe.
Sequías e inundaciones atacaron África austral en los últimos años, con gravísimas consecuencias que se combinan con las de la epidemia de sida.
Hasta 12 millones de personas de toda la región dependieron para sobrevivir en los últimos meses de la ayuda de emergencia, según la organización humanitaria Oxfam. Se prevé que necesitarán nuevas partidas de alimentos antes de la próxima cosecha, prevista para abril, y tal vez más allá.
Grandes lluvias han devastado parte de Malawi y Mozambique el año pasado. El Sistema de Alerta Temprana de Hambrunas de la gubernamental Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid) informó que al menos 22 personas murieron en Mozambique, y 2.000 quedaron sin casa en Malawi. Cientos de hectáreas de maíz, sorgo y mijo fueron destruidas.
Mudehwe cree que un manejo más cuidadoso de las aguas de lluvia ayudaría a África austral a reducir su vulnerabilidad a las sequías.
"En cada buena estación lluviosa, si el agua es adecuadamente ahorrada y manejada, se podría producir alimentos para cinco años, aseguró. Buena parte de la pobreza africana se asocia con el mal manejo del agua, aunque el recurso "es abundante, en comparación con otras regiones del mundo", agregó.
El crecimiento demográfico también obliga a adoptar un nuevo enfoque, según Mudehwe. La Unión Africana, que reúne a los 57 países del continente, calcula su población en más de 800 millones de habitantes.
En ciertas circunstancias, una mezcla de métodos tradicionales y modernos muestra caminos novedosos.
Las comunidades analizadas por el IWMI respetan costumbres de muy larga data, pero también han invertido en iniciativas para mejorar la disponibilidad de agua.
"Ocho familias aportaron 1.600 rands (unos 260 dólares) para comprar cañerías de plástico con el fin de acercar el agua a sus viviendas. El gobierno no hubiera podido hacerlo a un costo tan bajo", dijo Goldin.
Mientras, 70 por ciento de la población rural de Soutpansberg Oriental aún carece de agua potable. "Aun aquellos que la tienen sufren frecuentes bloqueos y pérdidas. La calidad es mala y el suministro es irregular", dijo la investigadora. (