TERRORISMO: Afganistán e Iraq son terreno fértil

Los esfuerzos de Estados Unidos para consolidar la seguridad en Afganistán e Iraq no sólo empeoran la situación de la población de esos países sino que, además, estimulan el terrorismo, alertaron expertos.

Un soldado estadounidense inspecciona la casa de un supuesto talibán en Afganistán. Crédito: Departamento de Defensa de EEUU
Un soldado estadounidense inspecciona la casa de un supuesto talibán en Afganistán. Crédito: Departamento de Defensa de EEUU
Washington centralizó su actividad antiterrorista en esos dos países invadidos, lo que, paradójicamente, crea las condiciones perfectas para el surgimiento de terroristas y criminales, señalaron.

"Cunde el temor de que países inestables y sociedades de posguerra abonen un terreno ideal para el entrenamiento y la actividad terrorista", dijo a IPS Albrecht Schnabel, analista del Programa de Investigación sobre Seguridad Humana, institución académica independiente con sede en la ciudad suiza de Berna.

"Casi tres años después de derrocado el régimen de Saddam Hussein (1979-2003), Iraq se caracteriza por el caos, la violencia y la desintegración. Los métodos usados para restaurar la seguridad iraquí están, simplemente, empeorando las cosas", sostuvo.

Schnabel es coeditor del libro "Security Sector Reform and Post-Conflict Peacebuilding" ("Reforma del sector de seguridad y construcción de la paz en el posconflicto"), publicado recientemente por la Universidad de las Naciones Unidas y escrito por un equipo internacional de académicos y expertos militares.
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"En lugar de estabilizar lugares como Iraq, los esfuerzos internacionales para consolidar el poder local crean un ambiente de seguridad más frágil que nunca", dijo Schnabel.

El experto indicó que Estados Unidos evita los habituales procesos de consolidación de la paz que involucran a otras potencias militares para crear un ambiente de seguridad básico que permita el desarrollo del país.

No obstante, Schnabel reconoció que toma muchos años desarrollar instituciones de seguridad internas confiables y apoyadas por la población, como se logró en Bosnia-Herzegovina y Timor Oriental.

"Es una difícil transición, y los países y sus pueblos son vulnerables al terrorismo y a la explotación", añadió.

Por su parte, el director del Centro de Estudios de Seguridad y Defensa de la canadiense Universidad de Carleton, David Carment, señaló que "el objetivo de las fuerzas militares externas en sociedades de posguerra debe ser eliminar la violencia".

"El objetivo de Estados Unidos en Afganistán es eliminar a los terroristas y sus bases", señaló Carment, pero alertó que eso puede comprometer los esfuerzos de otros actores internacionales para consolidar la paz y estabilidad en la sociedad afgana.

La táctica estadounidense de rearmar a algunos señores de la guerra en Afganistán y usarlos en la lucha contra el movimiento islamista Talibán, depuesto en 2001, desató la indignación de tribus que habían entregado sus armas bajo un programa auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2003 y 2004.

"No puedes construir una nación apoyando a los señores de la guerra", dijo Schnabel.

Carment calificó de "simplistas" las últimas iniciativas de Estados Unidos para acabar con el comercio de adormidera (amapola, principal insumo de drogas como el opio, la morfina y la heroína), y pronosticó que la violencia seguirá en aumento, perjudicando a la población civil.

"Deberán pasar al menos entre cinco y 10 años antes de que haya alguna señal de estabilidad en Afganistán", sostuvo.

Por su parte, Schnabel estimó que ese país sólo gozará de una democracia plena dentro de al menos 20 años.

Mientras, la política de Estados Unidos en Iraq contradice muchas de las recomendaciones del libro editado por Schnabel, que recoge experiencias en varios escenarios de conflictos bélicos en las últimas décadas, como Bosnia-Herzegovina, Colombia, El Salvador, Georgia, Guatemala, Haití, Irlanda del Norte, Macedonia, Rusia y el continente africano.

"Las fuerzas internas deben ser puestas bajo control democrático, reestructuradas para convertirse en un activo, y no un pasivo, en el proceso a largo plazo de construcción de la paz", señalan los autores.

"Los esfuerzos para la reforma del sector de seguridad sólo son exitosos cuando los actores externos tienen capacidad y disposición de mantener el control y apoyar el proceso hacia la consolidación de la seguridad, y cuando las autoridades nacionales y locales se comprometen y son capaces de sostener los progresos una vez que los actores externos se alejen", añaden.

Schnabel señaló que Estados Unidos "subestimó las dificultades del proceso de construcción de paz" en Iraq.

Un proceso dirigido por la ONU hubiera hecho una gran diferencia. Los esfuerzos por la paz y la seguridad habrían tenido una mayor legitimidad y la sociedad civil habría participado más, sostuvo.

"Habría sido mejor y más seguro para el pueblo iraquí. Los esfuerzos de Estados Unidos quizás están bien intencionados, pero la ONU puede hacer un mejor trabajo para llevar la verdadera democracia", afirmó.

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