La publicidad para cigarrillos, vedada en radio y televisión en Venezuela desde hace un cuarto de siglo y casi desaparecida de los medios impresos, fue prohibida en cines y carteles, como esfuerzo para apartar del tabaquismo a los jóvenes ganados para la legión de fumadores.
Otras nuevas normas prohíben las máquinas expendedoras automáticas, ratifican la prohibición de vender cigarrillos a menores de 18 años y la compra cerca de escuelas, en parques, cines o teatros, informó el ministro de Salud, Francisco Armada.
Toda publicidad exterior quedó prohibida y sólo se la permitirá en locales nocturnos, siempre y cuando un tercio del cartel o aviso advierta sobre sus efectos dañinos. Incluso se prohíbe la distribución de muestras gratis de cigarrillos, práctica usual encargada a muchachas en centros comerciales y lugares de diversión.
Armada dijo que las medidas se encuadran en el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco, firmado por 168 naciones hasta junio de 2004 y en vigor desde hace un año, que comprende medidas contra la publicidad y otras formas de difusión de las marcas de cigarrillos, como el patrocinio de actividades deportivas o artísticas.
Desde el 6 de este mes y hasta este viernes la OMS celebra en Ginebra la primera conferencia de las partes del Convenio.
En Venezuela, de 26,8 millones de habitantes según el gubernamental Instituto de Estadística, "buscamos fortalecer políticas de salud frente a la causa de muerte de 16.000 personas cada año", dijo Armada.
"Vamos a hacer todo lo posible por proteger a nuestra juventud y evitar un incremento en el número de fumadores, así como la exposición de los llamados fumadores pasivos y procurar programas de cesación para los adictos", agregó el funcionario.
Eva Martínez, del departamento de educación de la Cruz Roja venezolana, apoya una renovación de las campañas educativas y dijo a IPS que en sus registros aparecen más de 1.100 mujeres y 1.600 hombres como fallecidos al año por tabaquismo.
Pero la neumóloga María Tagliapietra advirtió a IPS que "no existe un registro de enfermos o fallecidos por la inhalación de humo del cigarrillo, ya que en muchos casos lo que se diagnostica es asma, una de las enfermedades que se presentan cuando se agotan las células protectoras de la parte interna de los bronquios".
La OMS calcula que cada año mueren en el planeta cinco millones de personas por causas originadas en el tabaco, como el cáncer de pulmón, y el costo del tratamiento de enfermedades relacionadas se cifra en 200.000 millones de dólares.
En países latinoamericanos, según la organización no gubernamental Consumers International, los costos sanitarios del tabaquismo absorben entre seis y 15 por ciento de los presupuestos de salud.
Armada dijo que se haría un estudio del impacto de las nuevas medidas luego de que en tres meses se retire completamente la publicidad exterior, y otro en el plazo de un año.
La larga marcha de Venezuela contra el tabaquismo se inició durante la presidencia del democristiano Luis Herrera Campins (1979-1984), quien prohibió la publicidad de licores y tabaco en radio y televisión. Durante años frotaron sus manos los receptores de avisos en cine, impresos, vallas o paradas de autobuses.
Luego se obligó a incluir en las cajetillas y avisos la advertencia "Se ha determinado que el fumar cigarrillos es nocivo para la salud", que fabricantes y anunciantes colocaban en letras minúsculas.
Hace 15 años el entonces alcalde socialdemócrata de Caracas, Claudio Fermín, prohibió fumar en numerosos lugares públicos y obligó a los restaurantes a separar espacios para fumadores y no fumadores, medidas seguidas luego en todo el país.
Un nuevo hito se alcanzó dos años atrás, ya bajo la presidencia del izquierdista Hugo Chávez, cuando se obligó a que el reverso de todos los envases exhibieran avisos ilustrados con fotos o dibujos a todo color que muestran calaveras, encías y pulmones deformados, fetos en riesgo, cadáveres, y hasta ositos de peluche víctimas del humo.
"Durante años defendimos el criterio de que el Estado debía definir si producir y vender cigarrillos era o no una actividad lícita, y entonces permitirle que actuara, pero ya esa línea de defensa fue vencida", admitió a IPS un gerente de la industria. "Ahora nos replegamos hacia normas claras y mantener las fuentes de empleo", agregó.
La compañía Bigott, uno de las dos grandes manufactureras nacionales de cigarrillos, ha sostenido que desde sus plantas con capacidad para 90 millones de unidades al día y 45.000 puntos de venta genera 80.000 puestos de trabajo y compra la cosecha de 297 cultivadores de tabaco en ocho de los 23 estados de Venezuela.
Además, se precia de ser un gran contribuyente fiscal —con unos 240 millones de dólares anuales— ya que 53,7 por ciento de lo que paga el consumidor va al Tesoro como impuestos, el valor de casi 11 de cada 20 cigarrillos por caja.
El Tesoro, por otra parte, se resiente por el contrabando de cigarrillos que, según su unidad de lucha contra el fraude aduanero, le hace perder al menos 60 millones de dólares, con la de que son productos que no observan normas de calidad y se expenden, a veces al detalle, unas pocas unidades, en tarantines (tiendas muy pobres) del comercio informal.
Ricardo, de 19 años, iniciando estudios de letras en la universidad, cree que las cajetillas con imágenes terroríficas "influyen en consumir menos cigarrillos. Mis amigas y amigos las voltean para no verlas, pero en las fiestas los estudiantes de secundaria siguen probando, la curiosidad es la misma", dijo a IPS.
Consuelo Ramírez, ya frisando la cuarentena y fumadora empedernida, se toma las cosas con humor: "Cuando tenía 14 años la propaganda con gente bella fumando en una playa me convenció de que debía hacerlo. En todas partes me vendían cigarrillos sin restricciones", recuerda entre volutas y sonrisas.
"Ahora el mismo Estado me persigue con el argumento de que soy una suicida y una criminal que además le hago un daño irreparable a mis hijos. Yo debería demandar al Estado", concluye.
