Clérigos y autoridades musulmanas siguen llamando a boicotear productos daneses en represalia por las polémicas caricaturas del profeta Mahoma que desataron la ira en todo el Islam. Pero analistas e intelectuales sostienen que es una medida contraproducente.
Al finalizar la primera semana de este mes, el boicot a los productos de Dinamarca en Medio Oriente provocó pérdidas por más de 30 millones de dólares para la economía de ese país europeo, según un estudio.
"Como musulmán, no apruebo el boicot pues, según estadísticas disponibles, los negocios daneses con los países árabes son insignificantes. Por lo tanto, el boicot no tendrá un impacto importante en su economía", afirmó Mohammed Kirat, profesor en el Colegio de Comunicaciones de la Universidad de Sharjah, Emiratos Árabes Unidos.
Por su parte, Hassan Al Subaihi, colega de Kirat en el Colegio, dijo admirar el boicot organizado espontáneamente por la población musulmana, pero sostuvo que hubiera sido más efectivo con el respaldo oficial de los gobiernos.
"Se necesitaba una acción más organizada y pacífica. La violencia en los países árabes le da al mundo la oportunidad de presentar al Islam como una religión intolerante que promueve el terrorismo", afirmó.
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Las polémicas caricaturas, que presentaban Mahoma como un terrorista, fueron publicadas originalmente en septiembre por el diario danés Jyllands-Posten.
Los dibujos fueron reproducidos luego por periódicos de Alemania, Austria, España, Francia, Italia, Noruega, Suiza y otros países europeos, y provocaron una ola de protestas violentas en el mundo musulmán, con ataques a representaciones diplomáticas y choques con fuerzas de seguridad que causaron varias muertes.
El boicot de represalia comenzó el 26 de enero de Arabia Saudita, cuando supermercados colocaron carteles anunciando que habían retirado todos los productos de origen danés. Esto luego se reprodujo en otros países de Medio Oriente y en el resto del mundo islámico.
"Los clientes evitan comprar productos de Dinamarca y nos piden que dejemos de venderlos. Hemos tenido que sacarlos de nuestros estantes", afirmó Pramod Kumar, gerente de ventas de una cadena de supermercados de Dubai.
Por su parte, Moin Khan, vendedor en una farmacia en Sharjah, indicó que todos sus clientes preguntan siempre si los medicamentos son daneses. "Si lo son, entonces se niegan a comprarlos", afirmó.
La gigante láctea sueca-danesa Arla Foods aseguró estar perdiendo 1,8 millones de dólares diarios en Medio Oriente a causa del boicot.
El Danske Bank, de Dinamarca, estimó que productos de ese país que reportan ingresos anuales por 1.600 millones de dólares están amenazados en 20 países musulmanes, y alertó que el boicot se podría extender a áreas como servicios. Dinamarca exportó bienes por 73.000 millones de dólares en 2004.
Mientras, las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) también se ven en riesgo. Con un intercambio de bienes que superó 95.000 millones de dólares el año pasado, la UE es el principal socio comercial del CCG.
La Cámara de Comercio de Qatar suspendió las negociaciones con delegaciones danesas y noruegas, e instó a los países musulmanes a hacer lo mismo.
El parlamento de Bahrein formó un comité especial para contactar a otros gobiernos islámicos y exhortarlos a apoyar el boicot.
En Emiratos, la Cámara de Comercio e Industria de Dubai anunció que se vería obligada a imponer un boicot sobre los productos daneses y noruegos si la Federación de Cámaras de Comercio e Industria del CCG decidía tomar una medida regional.
En tanto, el comisario de Comercio de la UE, Peter Mandelson, alertó a los gobiernos islámicos que, si apoyan el boicot, el bloque iniciaría una acción de protesta en la Organización Mundial del Comercio.
"Yo me sumé al boicot. Nadie va a insultar a mi religión y salir impune", afirmó Ahmed Tolba, un comerciante de origen egipcio en Sharjah, Emiratos.
"Ni siquiera voy a comprar un alfiler hecho por esos países. Ésta es nuestra forma de mostrarle al mundo que no nos pueden pasar por encima", indicó por su parte Ayman Sheriff, un experto en informática jordano radicado en Dubai.
Sin embargo, otros discrepan con la medida.
"Yo no sé si esos boicots o actos de violencia son la respuesta adecuada. Quizás debieron ser precedidos por un diálogo abierto y negociaciones", opinó Rolla Ismail, un libanés que trabaja como gerente de una firma en Dubai.
Mientras, la postura de muchos intelectuales islámicos se vio reflejada en los periódicos.
El diario saudita Al Watan defendió el boicot en su edición del 2 de este mes.
"No hay poder en la Tierra capaz de forzarnos a comprar su manteca, así como ellos (los daneses) dicen que no pueden obligar al periódico a impedir la publicación de ciertos contenidos", indicó.
En tanto, Mona Al Bahr, un intelectual de Emiratos, expresó en el periódico Al Bayan su disconfirmidad con la reacción islámica a las caricaturas.
"Hemos sido igualmente dañados por los dibujos ofensivos como por las represalias contra los edificios de las embajadas de Dinamarca y Noruega, pues esos ataques confirmaron el mensaje implícito en las ilustraciones: que el Islam llama a la violencia", escribió.
"¿A quién estamos boicoteando?", preguntó el intelectual saudita Alí Al Mousa en la edición del 16 de este mes del diario Arab News.
"El boicot es una sana protesta mientras logre el objetivo, y no sea de la forma bárbara en que se comportó un puñado de musulmanes que incendiaron propiedades de gobiernos. Esto hace más daño que bien", sostuvo.
"Cuando dejemos de ser consumidores pobremente educados y pasemos a ser altamente productivos y educados, entonces podremos hablar de boicotear productos. En tanto no transformemos nuestras universidades en institutos de investigación con tecnología avanzada, no podemos hablar de boicots", añadió.