El atentado con bomba contra una mezquita en Iraq desató una ola de violencia sectaria en todo el país, pero también estimuló una serie de inusuales manifestaciones de solidaridad entre sunitas y chiitas.
La reverenciada Mezquita Al Askariyya en la central ciudad de Samarra es uno de los cuatro lugares más sagrados para los chiitas iraquíes.
El miércoles, hombres armados entraron al edificio, ataron a los vigilantes y colocaron explosivos que destruyeron la histórica cúpula dorada. El atentado desató la ira de muchos chiitas, que lanzaron una ola de ataques contra por lo menos 50 sitios sunitas en represalia.
Más de 130 personas murieron en enfrentamientos en todo el territorio, a pesar de los desesperados llamados a la calma de las autoridades, que limitaron la acción de la policía y del ejército nacional para impedir desmanes y evitar que el país cayera irreversiblemente en una guerra civil.
Sin embargo, hubo varias demostraciones de solidaridad luego de que líderes chiitas y sunitas pidieran moderación.
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El gran ayatolá chiita Alí Al Sistani exhortó a "calmar los ánimos y no atacar ningún lugar sagrado sunita".
"Llamamos a los fieles a expresar su protesta pero de forma pacífica. Su conmoción y dolor no debe llevarlos a tomar acciones que sirvan a aquellos enemigos que han trabajado para arrastrar a Iraq a una lucha sectaria", señaló el religioso en un comunicado.
Por su parte, Muqtada Al Sadr, el segundo clérigo chiita más influyente de Iraq, dijo a periodistas: "No fueron los sunitas quienes atacaron la mezquita del imán Al Hadi, Dios sea sobre él, sino las fuerzas de ocupación y los miembros del partido Baath (del ex presidente Saddam Hussein), Dios los maldiga".
"No debemos atacar las mezquitas sunitas. Ordené al (islamista) Ejército Al Mahdi que proteja tanto a los lugares sunitas como a los chiitas", añadió.
Al Sadr suspendió una visita a Líbano y regresó de urgencia a Iraq luego del atentado para pedir al parlamento que vote una resolución exigiendo el retiro inmediato de las fuerzas de ocupación.
Mientras, las autoridades sunitas también llamaban a la paz y pedían a la población resistir a aquellos que "intentan provocar una guerra civil en Iraq".
La mayoría de los 26 millones de iraquíes son chiitas (62 por ciento), la población hegemónica en el sur, mientras en el centro predominan los sunitas (35 por ciento), rama islámica dominante en el mundo árabe, y que constituyó la elite del régimen de Saddam Hussein (1979-2003).
En cuanto a la composición étnica de la población, los árabes constituyen las tres cuartas partes, mientras los kurdos, la mayoría de los cuales profesan el Islam sunita, suman 20 por ciento.
La comunidad kurda es mayoritaria en el norte, pese a la campaña de limpieza étnica implementada allí por Saddam Hussein.
Muchos medios de prensa árabes acusaron al gobierno iraquí de no haber tomado las medidas necesarias para impedir la ola de violencia, pero las miles de personas que se unieron a las manifestaciones callejeras para condenar el atentado responsabilizaron a las fuerzas de Estados Unidos por lo ocurrido.
Muchos sunitas expresaron su apoyo a los chiitas en Samarra. Pronto, las manifestaciones de solidaridad entre ambas sectas se propagaron en todo el país. Las más grandes se celebraron en las ciudades de Basora, Diwaniyah, Nasiriyah, Kut, y Salah Al Din.
Gran parte de la ira chiita fue dirigida a las fuerzas estadounidenses. En la meridional ciudad de Kut, dominada por chiitas, miles marcharon en las calles y quemaron banderas de Estados Unidos e Israel.
Miles de chiitas marcharon hacia Ciudad Sadr, el gran barrio chiita de Bagdad, entonando cánticos en contra de las fuerzas de ocupación. En el resto de la capital también hubo grandes manifestaciones.
"Esos santuarios son muy importantes para todos los musulmanes, no sólo de Iraq, sino de todo el Islam", dijo a IPS Ahmed Hassan, un comerciante de 40 años que participó de una manifestación en el barrio capitalino de Khadamiyah.
"Todos los musulmanes en Iraq deben condenar esta acción", añadió.
Mientras, miles de sunitas se unieron a las manifestaciones chiitas en Bagdad.
"Esto no fue más que una acción israelí perpetrada por las fuerzas estadounidenses usando a hombres a sueldo. No son los sunitas quienes deben ser responsabilizados, porque sabemos que los estadounidenses y los israelíes quieren dividirnos. Los sunitas nunca bombardearían una mezquita musulmana", dijo a IPS un hombre chiita de 54 años.
Hashmia Atimim, una mujer de 25 años que participó de las manifestaciones, sostuvo que los sunitas no tuvieron nada que ver con el atentado en Samarra.
"Mi esposo es un sunita de Samarra que iba a ese santuario. Por supuesto, sabemos que fue un extranjero el que hizo este acto brutal", afirmó.
Algunos de los sentimientos de los manifestantes encontraron un inesperado eco en líderes occidentales.
El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, dijo en una declaración que los responsables del ataque a la mezquita en Samarra "tenían el único objetivo de crear un enfrentamiento entre sunitas y chiitas para descarrilar la naciente democracia iraquí".