Los iraquíes viven entre los excesos de la ocupación estadounidense, los escuadrones de la muerte, los disparos y los ataques terroristas. Pero eso no es todo. Aprendieron a convivir con el delito, que a menudo ingresa a sus hogares sin que nadie lo controle.
Todo el mundo aquí coincide en que los últimos problemas delictivos en Iraq se iniciaron con la amnistía general para todos los presos declarada en octubre de 2002 por el entonces presidente Saddam Hussein (1979-2003). También se cree que la ola delictiva alcanzó su punto más alto en abril de 2003, con la caída de su régimen.
Dadas las porosas fronteras y el interés de las fuerzas de seguridad puesto en la guerra, malhechores de todo tipo se han arraigado firmemente en Iraq. Hoy los delincuentes y matones son considerados un problema tan serio como el terrorismo y la resistencia intransigente a la ocupación militar.
"Ahora hay muchas clases de delitos en Iraq: robos, asesinatos, secuestros, venganzas, violaciones y narcotráfico", dijo a IPS un oficial de la policía iraquí. "Hay nuevos delitos que no conocíamos antes, que están matando a muchas personas inocentes en nombre de la resistencia. Como los ataques perpetrados muchas veces con coches bomba cerca de escuelas, mercados y otros lugares".
A casi tres años de iniciada la ocupación, hay pocos lugares considerados a salvo del crimen. En algunas partes de Bagdad las personas son atacadas frecuentemente en sus hogares.
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Abdullah Sabah, de 20 años, desempleado, fue robado en su casa de Bagdad en noviembre del año pasado. "Amenazaron a mi familia con armas, robaron todo nuestro dinero y muchas otras cosas", contó a IPS.
Este tipo de hechos se han vuelto omnipresentes en la vida cotidiana. Sabah culpa a las Fuerzas Multinacionales de Iraq. El fracaso de estas fuerzas extranjeras en garantizar la seguridad y en cumplir con el derecho internacional dejó a muchos iraquíes sumidos en la amargura y la frustración.
"Cuando ocuparon Iraq ayudaron a los ladrones a robar bancos", dijo Sabah. "Las fuerzas de ocupación los ayudaron, porque los ladrones robaban frente a los soldados y ellos no hacían nada. Cuando les pidieron que detuvieran a los ladrones, la respuesta de las fuerzas de ocupación fue: 'Somos soldados, no policías; ese no es nuestro trabajo'".
Fue entonces que comenzó el problema. El dinero obtenido mediante estos delitos terminó perdiéndose en juegos de azar y gastándose en consumo de bebidas alcohólicas y drogas. Tras quedarse sin dinero, las bandas comenzaron a pelear entre ellas para obtener dinero y poder.
Algunas pandillas comenzaron a atacar a la clase profesional. "Otra nueva clase de delito es el asesinato de eruditos, pilotos, médicos y maestros iraquíes", dijo el oficial de policía iraquí. "Saben muy bien lo que están haciendo. Es crimen organizado, se puede decir que una mafia, y quieren destruir a Iraq con estos delitos".
Una de estas bandas secuestró a Hassan, de 14 años. "Me llamaron y me pidieron un rescate de 100.000 dólares", dijo a IPS Thaer, su padre, un vendedor de automóviles..
Las demandas de altos rescates son típicas en los secuestros. A menudo empiezan con montos elevados, entre 20.000 dólares y 100.000 dólares. Luego van bajando, a veces a unos pocos cientos de dólares.
Los iraquíes que no tienen el dinero intentan hacer un trato con el secuestrador o llamar a la policía. Thaer hizo las dos cosas.
"Luego de dos días comencé a negociar con ellos para reducir el rescate", dijo. "Al mismo tiempo llamé a la policía, que todavía era débil en ese momento. La policía usó mis automóviles para seguir a la pandilla, que liberó a mi hijo porque los agentes atraparon a uno de sus integrantes. Pero en esa operación, uno de los oficiales fue herido y mi primo resultó muerto", relató.
Tales delitos eran desconocidos en el Iraq de Saddam Hussein. Antes de la guerra, los únicos secuestros por los que los iraquíes se preocupaban eran los de la policía secreta del régimen. Los ciudadanos sabían que, si no desafiaban su mandato político, podían esperar una relativa seguridad.
"Vivíamos en este país antes de la guerra y había seguridad", dijo Thaer. "Nada cambió, excepto la ocupación. Es lo único nuevo, eso significa que la ocupación tiene una gran responsabilidad en el delito (que se comete) en Iraq".
El narcotráfico también aumentó luego de la guerra, señaló Salem, un taxista de 35 años. "Iraq era un país muy limpio antes de la ocupación", dijo a IPS. "Bajo el gobierno de Saddam, si atrapaban a alguien con drogas, era sentenciado a muerte. Después de la guerra, las drogas se convirtieron en un problema muy grande".
El narcotráfico raramente es discutido en público. "Como taxista, veo a muchas personas usando drogas en mi automóvil", relató Salem. "Me siento triste por ellos, porque la mayoría son jóvenes. A cualquiera le resulta fácil contrabandear drogas, porque las fronteras están abiertas desde la guerra".
Thaer cree que, más allá de combatir al crimen, "si el gobierno ofrece empleos a los iraquíes, esto reducirá cada vez más los delitos".
Salem afirmó que el delito se detendrá sólo cuando la ocupación termine y los iraquíes se cuiden a sí mismos. "Me siento triste por mi país y deseo que el gobierno construya un sistema de seguridad bueno y fuerte tan pronto como sea posible", dijo. "No hay esperanza con las fuerzas de ocupación. Ellas trabajan solamente por su seguridad, Iraq no les importa".